Este es un país feliz que vive en estado de plena justicia social, pues logró lo que el resto del mundo no ha podido alcanzar: abolir la lucha de clases (y por eso no tiene  capitalista, sino “empleadores”, que suena más bonito; ni tiene  proletarios, sino “miembros del sector laboral”, que resulta más elegante). En este país hace mucho tiempo no existen los sindicatos sectoriales, ni las negociaciones de pactos colectivos, ni mucho menos las huelgas (¡Fooo!… ¡Qué palabra que hiede!). Entonces, no me explico por qué tenemos, y para qué diablos sirven, tantos “dirigentes” de “centrales sindicales”.