Del 4 al 6 de noviembre desarrolló en la Universidad de La Salle, en San José, Costa Rica, un seminario sobre ética, espiritualidad y religión, con la participación de académicas, académicos, sociólogos,  teólogos, psicólogos, trabajadoras y trabajadores sociales de diferentes países de América Latina y el Caribe. También ha habido representantes de República Dominicana y de Haití.

La temática principal del seminario  giró en torno a cuáles valores y principios éticos, cuál espiritualidad y cuál práctica social deben asumir quienes profesan las diferentes religiones, para a aportar al mejoramiento de las condiciones de vida de la población en general de nuestros países y en particular de los sectores sociales más excluidos y empobrecidos.

El seminario no se quedó en disquisiciones entre académicos. Ha considerado realidades desafiantes e indignantes y luchas concretas de nuestros pueblos por lograr mejores condiciones de vida. Por eso dos de las temáticas trabajadas en el seminario han estado relacionadas con el tema del endeudamiento externo e interno de nuestros países y  el fenómeno de la migración, tanto al interior de nuestros países como hacia afuera.

Franz Hinkelammert, economista, teólogo e  investigador alemán radicado en Costa Rica, escritor prolijo  y persona comprometida con las luchas sociales de América Latina y el Caribe, planteó que es ilegítimo exigir a nuestros países pagar las enormes deudas externas, cuando para pagar el país  tiene que disminuir la inversión en políticas sociales relacionadas con la satisfacción básicas de la población: alimentación, salud, educación, nutrición y vivienda, de las comunidades, familias y personas.

El profesor Carlos Sandoval García, de la Universidad de Costa Rica, defendió el derecho a migrar de las personas hacia otras regiones o hacia otros países, cuando como fruto de la pobreza, la exclusión social y el endeudamiento del país, las familias tienen que salir de su territorio y de su cultura buscando mejores condiciones de vida. Y planteó la necesidad de derribar los muros físicos e ideológicos que se han construido o que se pretenden construir entre los países para impedir la migración.

Así como ha ido aumentando la deuda externa e interna en nuestros países, en la misma medida se incrementa la migración con todo lo que esto supone como desarticulación social, familiar y comunitaria. Por eso emigran las y los haitianos para República Dominicana, los dominicanos y dominicanas para Estados Unidos, Europa y otras latitudes. Los nicaragüenses hacia Costa Rica. los puertorriqueños y los centroamericanos, sobre todo Honduras, El Salvador y Guatemala, hacia Estados Unidos. Los Sirios y los países del Este Europeo hacia Europa.

Franz Hinkelammert recordó cómo en la tradición bíblica se plantea el  tema del perdón de deudas cuando para pagar hay que dejar de comer o satisfacer las necesidades básicas de las personas. Por esto se refirió a la oración que Jesús enseñó a sus discípulos y discípulas: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.  Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”… (Mt 6,11-12). Y recordó, además, otro texto bíblico en donde un rey quiso ajustar cuentas con algunos de sus trabajadores que le debían una cifra considerable de dinero.  Y señala el texto:   “A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderlo, junto con su mujer e hijos y todo lo que tenía, para que se le pagara la deuda” (Mt, 18,25-27). Sin embargo el servidor pidió clemencia y misericordia y le fue condonada la deuda.

No podemos concluir este artículo sin intentar aplicar lo reflexionado en el seminario a la situación de nuestro país. De hecho el aumento de la deuda externa e interna del país  y la continua migración -tanto la emigración como la inmigración- se convierte en un desafío a enfrentar, con responsabilidad y decisión por el sector gubernamental y por las organizaciones de la sociedad comprometidas con los grupos de migrantes y de sus descendientes, con los cuales la sociedad dominicana tiene una enorme deuda social.