Parece ser que una presencia masculina afectuosa es tan importante en la vida de un hijo o hija como lo es la presencia fémina afectuosa. Lejos de pensar que el padre no da afecto, es todo lo contrario, cuando no se suple esta necesidad en la vida de un hijo, se convierte en una carencia que afecta por siempre.
En días pasados me encontré con la noticia de un niño con situaciones de rebeldía que siente y vive el dolor del abandono, es como si sintiera la orfandad en su vida, pero con un padre vivo.
Todas las personas tememos la herencia genética en nuestra familia de origen, así mismo, heredamos de nuestros ancestros todas las realidades sistémicas que ellos vivieron y que no pudieron resolver.
He sabido de padres que fueron rechazados por sus progenitores y esa misma pauta la repiten con sus hijos, quienes en la etapa de la niñez, lo sufren terriblemente, pues no entienden, y por ello no saben cómo digerir la dualidad que existe entre amor y dolor.
Otros padres lo que hacen es que, habiendo vivido situaciones precarias y de mucho dolor con sus progenitores, al tener hijos, los consienten en demasía y en este sentido, impiden que sus hijos crezcan sanos y firmes, emocionalmente.
Cuida la dimensión emocional de tus hijos.
Partiendo de la idea de que la dimensión emocional no conoce bipolaridad, sino más bien, el equilibrio, y desde este punto de vista podemos hablar de salud emocional, entonces, esa mezcla de amor – temor lo que genera es inseguridad, vacíos o carencias y sobre todo, falta de valoración o estima. Por ello, el punto de partida para el cuidado de la dimensión emocional tiene que ver con la centralidad en el acompañamiento o crianza de la vida de un niño o niña, pues ellos están en su mejor momento para guardar y grabar todo, por ello, un adecuado cuidado no le hará nada mal.
El cuidado tiene unos componentes integrales que no se pueden quedar fuera ya que forman parte de las necesidades propias de un niño o niña. Tener un interlocutor que responda a sus preguntas, jugar con el niño o niña, dormirle cada noche con esos toques de afecto, encontrarle en la escuela, acompañarle en la cancha de juego, que el niño o niña cuente con este padre para las reuniones de su escuela, para jugar en los tiempos libres para hacer de esta experiencia algo muy saludable.
Pistas para cuidar la dimensión emocional de los hijos e hijas
– Salir de los extremos, a un hijo se le da todo lo que necesite para su crecimiento, de forma equilibrada.
– Evitar entrar en extremo de dar en demasía o dar poco o nada.
– Observar los mensajes indirectos que los hijo le mandan a través de su conducta concerniente a la relación padre e hijo
– Sacar tiempo de calidad para estar con los hijos e hijas.
– Comunicarse con los hijos a un nivel que ellos comprenden, al hablar mirarle a los ojos y bajarse a su tamaño o nivel.
– Decir y hacer frente a sus hijos cosas que contengan coherencia, por ejemplo, si quiero enseñar al hijo a hablar de forma adecuada, eso mismo modelar.
– Tener claridad en la escala de valores que se va desarrollar en los hijos.
- Saber que piensan sus hijos de usted, es decir, hablar a profundidad con los hijos según van creciendo.
- Ser el mejor referente para el hijo o hija
Finalmente, comprender que ser padre puede considerarse un arte, un ministerio una vocación, por tanto, hacerlo bien, es dejar a los mismos hijos, el mejor legado que existe. Adelante papá, de hacerlo, hacerlo bien.