El pacto entre Luٕis e Hipólito para dividirse los dos principales cargos de dirección del PRM, constituye uno de esos recurrentes sinsentido llamados pactos o salidas, a través de los cuales la generalidad del liderazgo político dominicano apela para intentar resolver situaciones consideradas cruciales para el discurrir de los partidos o de las llamadas instituciones democráticas del sistema. Tal es la falta de lógica, de pertinencia y formalidad del referido pacto, que ninguno de sus suscribientes ha explicado públicamente qué cosa fue o no pactada. Para colmo, uno de ellos dice que no ha acordado nada, desconcertando e irritando a franjas importantes de ese partido que rechazan el pacto de palabras y hechos.

Apegados a la insana lógica grupal que algunas veces imponen los círculos de los jefes y otras estos a aquellos, Luís e Hipólito han intentado eludir la responsabilidad de dejar fluir libremente la democracia interna para elegir el presidente y el secretario general del PRM, pero difícilmente podrán eludir las posibles consecuencias negativas inmediatas y/o futuras que para ese partido y sus respectivos proyectos políticos tendrá ese pacto sinsentido. Muchos militantes de incuestionable peso dentro y fuera del PRM, incluyendo a miembros de sus respectivas facciones, han expresado su inconformidad ante una acción que impide que sean las reglas las que normen el discurrir de ese partido y no los caprichos de jefes/facciones o el sectarismo de sus círculos. 

La exigencia de participación y de representación efectivas de muchos militantes, lejos de respetarse es sistemáticamente negada por las direcciones partidarias, atenazadas por la lógica grupal o por la incompetencia de sus jefes. Desafiando el pacto, algunos militantes de las facciones en pugna, se presentarán al proceso eleccionario del PRM, independientemente y en contra de la decisión de sus jefes/facción y otros, decididamente independientes también se presentarán, produciéndose el absurdo de que, en el caso de los primeros estarían compitiendo en condiciones desiguales, pues sus jefes facciones de alguna manera estarían utilizando recursos tangibles e intangibles a favor de sus apadrinados.

La forma y contenido del pacto acordado, negado y/o medio admitido por suscribientes, refuerza la desconfianza total de amplios sectores de los movimientos sociales y segmentos importantes de la población hacía los políticos y hacía todo tipo de intermediaciones (partidos, sindicatos, comisiones ad hoc etc.). Esta circunstancia es conocida como la antipolitica, que, según Raffaele Simone, constituye uno de los elementos que más daño le ha hecho a la democracia moderna, cimentada en una sociedad que ha devenido en extremo compleja, con una diversidad de actores y sujetos políticos que exigen, sin éxito, participación y derecho de representación en las diversas instancias de las instituciones democráticas y en los diversos ámbitos de la vida social, política y productiva.

La inexistencia real de esa participación y representación desarrolla la propensión de los nuevos movimientos sociales a desconfiar de toda forma organizativa y a su pobre valoración del respeto a las reglas de la democracia., y en el caso de las militancias partidarias a desconfiar de sus dirigentes. Son éstas, expresiones de la crisis de los partidos y la democracia que pactos como este de Luis e Hipólito definitivamente agudizan. Pero no sólo eso, sino que crece la tensión entre partidos y dirigentes de los movimientos, haciendo del desencuentro entre esas dos componentes de algunos sistemas político el surgimiento de una nueva cultura política que Raffaele Simone llama democracia sin política o fracaso de la democracia.   

En nuestro país, es acusado el descenso de la simpatía de la población hacia los partidos políticos mayoritarios, ese descenso es notable en lo que respecta al PLD, pero lo es también con el PRM. A pesar del éxito que algunos dirigentes de este último partido dicen haber logrado en el proceso de elaboración de su padrón, está por verse si el descontento generado por el pacto sinsentido que acaba de hacer sus principales dirigentes no le afectará en su proceso de construcción como partido y en las pretensiones de convertirse en referencia obligada de diversos sectores del país político. Con ese pacto, Hipólito y Luis parecen no saber leer los tiempos, no han sabido dar respuesta vastos sectores de ese partido que demandan que esta colectividad se transforme realmente en términos generacionales y de cultura política.

No creo que la existencia de las facciones partidarias sea algo malo per se, lo que sí creo es que cuando la lucha entre ellas no es esencialmente por ideas, por proyectos societarios, sin convicciones realmente democráticas, las facciones se convierten en las sepultureras y al mismo tiempo sepulturas de los partidos y hasta de determinados movimientos sociales. Ejemplos sobran.  No creo que este pacto sin que se digan los alcances de lo pactado detendrá el proceso de construcción del PRM, pero sí afirmaría que el mismo podría incidir de manera sumamente negativa en su relacionamiento con sectores de la oposición que son imprescindibles para cualquier proyectos institucional, grupal o personal de ese partido.

Esa preocupación la comparten importantes sectores de ese partido y de la sociedad.