Recientemente, y en el contexto de la actual campaña electoral, el candidato oficialista D. Medina, ha negado la acusación que han hecho diversos sectores de la sociedad dominicana, relacionada con la instalación en el país de una dictadura de partido. Dicha dictadura se presenta con máscara de democracia pero en el fondo impone los intereses económicos corporativos de los grupos que representan las corporaciones partidarias PLD, PRD y PRSC y aliados.
El maestro Juan Bosch, fundador del PRD y el PLD, propuso, en los años 70 del siglo pasado la teoría política de la “dictadura con respaldo popular”. Esto lo hizo después de haber vivido la experiencia del golpe de Estado en 1963 y de constatar la presencia en América Latina de varias dictaduras militares, que abortaron nacientes procesos democráticos. Aunque Bosch utilizaba el término “dictadura”, su propuesta iba en la línea de construir sistemas políticos en donde el pueblo pobre tuviese realmente poder en las principales decisiones públicas, con gobernantes surgidos del mismo pueblo y al servicio de sus comunidades.
Investigaciones sociológicas y políticas de las últimas décadas hablan del presidencialismo y el centralismo inserto en la cultura política dominicana. Es una herencia histórica mantenida por grupos económicos corporativos que se apropian del poder político y de los bienes públicos, impúnemente. Esos grupos van cambiando de liderazgo según la coyuntura y según lo demanden sus intereses corporativos: entre sus principales figuras están Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ulises Heureaux, Rafael Leonidas Trujillo, Joaquín Balaguer, Leonel Fernández, Danilo Medina… Estos son los representantes más preclaros de esas corporaciones económico-partidarias que han gobernado este territorio desde la aparición en el territorio isleño de los invasores europeos.
Podemos señalar que en los últimos 20 años se ha desarrollado una nueva etapa de la neo-dictadura, liderada por los discípulos de Bosch, tanto del PLD como del PRD. Ambas corporaciones han implantado unos regímenes que han promovido el populismo dependiente y clientelar, mediante prebendas, supuestos planes de asistencia social y creación de alianzas corporativas para apropiarse del poder político y de los bienes colectivos.
Juan Bolívar Díaz, en un artículo reciente (“Crisis de valores o cinismo”,Acento, 9-5-16) se ha referido a la crisis ética ética y política que hay en la sociedad dominicana y a las diferentes actitudes y posturas de los grupos sociales ante esta realidad. Se ha referido al cinismo de las élites económico partidarias, a la domesticación clientelar de las conciencias de las masas populares por medio de las prebendas, y la publicidad invasiva y se ha referido a un pequeño grupo de gente consciente, que mantiene su independencia ideológica y su opción ética y política dirigida a la construcción de una sociedad democrática y participativa.
Andrés L. Mateo se ha referido recientemente al despliegue propagandístico y el uso abusivo de la publicidad y de los bienes públicos para promover la candidatura del candidato oficialista. Ha comparado a Danilo Medina con el dictador africano de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang, quien en las últimas “elecciones” sacó tiene el 98% de los votos. Y señala que se encuentra poco el supuesto 60% que le dan algunas de las encuestas de más renombre al candidato oficialista, ya que éste compite con unas condiciones económicas de privilegio y de concentración de recursos provenientes del erario público y de la inversión privada, con relación a los demás candidatos.
Minerva Isa, especializada en periodismo de investigación, ha estado publicando en el periódico Hoy varios artículos relacionados con la precaria situación económica de los gobiernos municipales y su dependencia del gobierno central. Ha señalado la continua violación a la ley que asigna el 10% del presupuesto nacional para los ayuntamientos. De hecho en la actualidad solo se está asignando el 3.7 % del presupuesto a los gobiernos municipales, mientras que el 6.3% restante lo retiene y lo maneja el gobierno central a su antojo.
Las elecciones de este año son solo un evento más organizado por una corporación que responde a la lógica de una neo-dictadura. Como ha señalado Melvin Mañón (Cronología de un fraude múltiple, Acento, 3-5-16), los principales golpes contra la democracia participativa de estas próximas elecciones probablemente no se realizarán el mismo día de las votaciones, sino que ya se han hecho realidad en el proceso de preparación cuando no ha habido participación popular en la elección de los candidatos de los partidos, cuando la mayor parte de los árbitros de la Junta Central Electoral y del Tribunal Superior Electoral han ido tomando medidas que favorecen los intereses de la corporación PLD-PRD-PRSC y aliados y cuando quieren imponer el uso de una tecnología no validada, al mismo tiempo que se proponen impedir la verificación visual de cada voto emitido por los delegados de los partidos.
La prepotencia de las y los candidatos del oficialismo al negarse a participar en cualquier debate público es uno de los signos más significativos de la neo-dictadura. Además, el uso descarado de los programas de transferencias condicionadas y de asistencia social para favorecer a los candidatos oficialistas. A esto se añade el uso politiquero de la afiliación al seguro Senasa.
En estas próximas elecciones es probable que la mayor parte de las y los votantes ejerza su derecho votando por candidatos y candidatas que responde a sus expectativas de lograr prebendas personales, familiares o corporativas. Habrá también un voto minoritario de los sectores sociales más conscientes. Sobre la actitud y la práctica honesta, ética y política de esta minoría, iremos construyendo la anhelada democracia sustentada en una justicia económica y social, en solidaridades afectivas y efectivas, y en el constante compromiso con el bienestar colectivo de las presentes y futuras generaciones.