El pasado viernes, 3 de octubre, comenzó el Festival Presidente en la ciudad de Santo Domingo. Se trata de una actividad que es considerada como uno de los eventos musicales más valorados por la población de la zona de Santo Domingo, sobre todo por la gente más joven. En el primer día del festival le tocó el turno a músicos y conjuntos del género musical llamado “música urbana”. Entre quienes se presentaron estuvieron los artistas urbanos dominicanos Vakeró, Don Miguelo, y Mozart La Para, entre otros; de Puerto Rico estuvo presente el famoso conjunto Calle 13.
A las 11:00 p.m. comenzó su presentación el grupo Calle 13 cuando René Pérez, el principal vocalista del conjunto –llamado artísticamente “El Residente”- se dirigió a los cerca de 35,000 personas presentes y les motivó a que no se fueran, porque la música que venía era buena y de calidad e invitó a hacer un brindis, sosteniendo un vaso de cerveza en la mano y dijo: “Por lo que venga y por este instante, levanta el vaso y a brindar por el aguante, Loma Miranda, parque nacional”.
Esa forma de introducirse en el festival del grupo Calle 13 se situaba desde una perspectiva muy particular. La mayor parte de las y los presentes posiblemente vinieron solo a disfrutar del festival; sin embargo, como en otras ocasiones y en diferentes países en donde ha actuado, René Pérez, el principal vocalista del grupo, hace referencia a luchas sociales por la educación, el medio ambiente y otros motivos. Además, en medio de su actuación Calle 13 había invitado a un grupo ambientalista que dirigió su palabra a las personas presentes, intentando motivarlas a defender el ambiente natural y a seguir la lucha para que Loma Miranda sea preservada y declarada Parque Nacional.
Los títulos de las canciones de los artistas urbanos dominicanos que se presentaron en la primera noche del festival reflejan un contenido que es, por lo general, banal, superficial e indignante; promueven la violencia, la bebida sin control, el machismo y el ejercicio de la sexualidad sin compromiso ni sentimiento humano. Vakeró presentó sus canciones: “¡Qué mujer tan chula!, Amarilis, échale agua” y “Hoy se va a beber”. Don Miguelo, por su parte, cantó: “La hoja se volteó”, “Como yo le doy” y “Siete Locas”; Mozart La Para, en su turno, presentó: “Armao, bebío y con cuarto” y “Pensando en ti”. Calle 13, desde otro enfoque presentó canciones como: “El Aguante”, “Latinoamérica” y “Calma pueblo”.
Hace unos meses se creó en los medios de comunicación dominicanos un debate sobre la calidad y la influencia social, de la llamada música urbana, en las mentes de la población dominicana y en particular de adolescentes y jóvenes. El director de la orquesta sinfónica nacional, José Ant. Molina, calificó la música urbana de “veneno”; en el sentido de que “envenena” la mente de quienes la escuchan y siguen a los artistas que promueven una música, que según la opinión del músico, solo sirve para envenenar la mente de adolescentes y jóvenes.
Las declaraciones de José Ant. Molina Miniño fueron avaladas y matizadas por el ministro de cultura, José Antonio Rodríguez, quien afirmó que no toda la música urbana puede descalificarse; no obstante comparte el criterio del maestro Molina Miniño, de que dentro del llamado género urbano algunas expresiones constituyen un “veneno para la sociedad”. Dijo que toda música que incita a la violencia y a la agresión contra la mujer es nociva para la sociedad, y no debería ser difundida en la radio dominicana.
Entre los artistas que rechazaron las declaraciones del maestro Molina Miniño se encuentran Don Miguelo y el reguetonero boricua Daddy Yankee quien afirmó que “si la música urbana es un veneno para la sociedad, entonces la música clásica es peor”, porque fue la preferida de Adolfo Hitler, el dictador y genocida alemán.
Más allá del debate creado es necesario discernir y valorar, desde una perspectiva educativa y ética el desafío que presenta no solo la música urbana sino cualquier música que sea portadora de antivalores sociales. Es necesario desde la familia, la escuela, las organizaciones comunitarias y otras instituciones educativas desarrollar procesos de diálogo y concientización sobre el contenido de la música urbana y de su mensaje.
Por otro lado es necesario dar a conocer y promover artistas urbanos menos conocidos como Francisco Antonio Peralta– de nombre artístico KR (Kilos de Rap)- de San Cristóbal, quien ha convertido su arte en una denuncia social y en una escuela de formación para los niños, niñas y adolescentes de la Fundación Literaria Aníbal Montaño, de San Cristóbal. Por eso KR, en una de sus canciones, señala: “Al que empieza yo le enseño, cómo se hace; rimando con base, con cada frase imparto clases” y critica –en su canción, “Rebeldes de M….”, a quienes se presentan como activistas sociales y no son coherentes en sus prácticas cotidianas con los valores y principios que dicen defender.
El mejor ejemplo de una música urbana de calidad y comprometida con las mejores causas de los pueblos caribeños y latinoamericanos lo representa el conjunto boricua Calle 13, que articula la calidad musical con la canción de contenido social. Por algo ha ganado, desde sus inicios en el 2005, 19 Premios Grammy Latinos y dos Premios Grammy, siendo así en la música urbana los máximos ganadores del Grammy. Por eso, en la canción Latinoamérica se señala: “Vamos caminando, aquí se respira lucha; vamos caminando, yo canto porque se escucha; vamos dibujando el camino”. Y añade una denuncia contra los mercaderes que trafican con las personas y hacen negocios a costa de destruir el ambiente natural: “Tú no puedes comprar el viento, tú no puedes comprar el sol; tú no puedes comprar la lluvia, tú no puedes comprar el calor; tú no puedes comprar las nubes, tú no puedes comprar los colores, tú no puedes comprar mi alegría. No puedes comprar mi vida”.
Los integrantes de Calle 13 han apoyado en numerosas ocasiones una educación pública, gratuita y digna para países latinoamericanos tales como República Dominicana, Puerto Rico, Colombia y Chile. En la entrega de los Premios Grammy en 2011, por ejemplo, se manifestaron en contra de la reforma de la Ley 30 en Colombia, y a favor de la lucha estudiantil de Puerto Rico, de la movilización estudiantil de Chile y del 4% de inversión para la educación pública en nuestro país. Por eso en uno de sus conciertos señaló El Residente: «La educación es nuestra nueva revolución, no es el fusil (…). Aquí se dispara con palabras; nuestra guerrilla son los libros.»
Bienvenida sea pues la música urbana o cualquier otro género musical que sepa combinar la belleza y la calidad artística, la indignación ética, la protesta y la propuesta social, la creación de conciencia crítica y de compromiso ético-ciudadano con las mejores causas, orientadas a transformar las condiciones de vida de toda la población isleña, pero en particular de los sectores sociales más empobrecidos y excluidos de la tierra de Duarte, Louverture, Luperón, Dessalines, Mamá Tingó, Eugenio M. de Hostos, Salomé Ureña, las hnas. Mirabal, Francis Caamaño, Fernández Domínguez y Juan Bosch, entre otros y otras.