“Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones”. (Juan Pablo Duarte).
Algunos políticos dominicanos se parecen a las prostitutas. Les pido perdón a las prostitutas, por semejante comparación. Para bien de ellas, sólo se parecen en una actitud: “ Mientras ellas te sirven a la mesa en un bar de mala muerte, mostrándote los encantos de sus pechos, también enseñan a quienes disfrutan de la estancia su trasero, así entretienen a todos, a los del frente y a los de la espalda”. El referido que hago, viene dado por ese amor a la patria que en ocasiones hacen algunos patrioteros descarados, que ya ni precio les ponen a su alma, y por el otro lado, muestran esa obediencia ciega y apasionada en favor del amo que le sirve de amuleto, a quien le lamen la nalga.
He concluido que “ nuestro patriotismo es selectivo, racista, oportunista, coyuntural, desmemoriado. Es un patriotismo que se pone una careta contra Haití y se la quita para ponerse otra a favor de Estados Unidos, que nos invadió tres veces y a quienes agradecemos tantas y tontas cosas; un patriotismo contra todo lo que sea negro como si fuéramos blancos (y se lo agradecemos a Peña Batlle, Balaguer, Trujillo, otros) y otros que han reproducido cual yerba amarga o un virus, esa maldición”.
La carta del senador demócrata de Nueva Jersey Bob Menéndez a Mike Pompeo (Secretario de Estado de los Estados Unidos), para que este haga uso de todos los medios posibles a fin de interferir en los asuntos internos del país en materia electoral, es una jugada más del intervencionismo y la injerencia a que nos tienen acostumbrados los Estados Unidos y sus funcionarios, bajo el alegato que dentro del certificado de título de propiedad que ellos poseen, somos una porción de su patio trasero. Ellos no han llegado a entender como lo entiende Jesús Roja que “la injerencia en términos comerciales, sociales y políticos es la acción que se realiza cuando alguien, sea una entidad o una persona o grupo de personas, se entrometen en alguna cuestión ajena. Dicha intromisión por lo tanto, en muchas ocasiones se realiza sin la autorización de quien tiene la cuestión a cargo”.
Tristemente aparece un grupo de nuestros políticos escuálidos, haciendo coro y mostrando el color de sus pantaloncillos, en el festival convocado por Menéndez. Llegaron al extremo de desmentir la actitud entrometida del senador gringo, calificándolo de amigo de la República Dominicana. Entran al escenario los Vinchos, como había de esperarse por ser sus amigos, Abinader, Jorge Mera; también el congresista estadounidense, de origen dominicano, Adriano Espaillat; Hipólito Mejía, atribuyó a una jugada de Vincho, y Ramfis Trujillo, la califica a una jugada de Leonel Fernández.
Después, del espectáculo, nos preguntamos: El senador actuó por encargo de quién? Por llamado de amigos íntimos? Siguiendo una vieja pista de investigación, podemos decir “Dime a quien favorece las declaraciones y te diré quién está detrás de ella”. A decir verdad, después de las notas de la prensa salidas por doquier, que señalan a un gran jurado federal determinando que el político utilizó su oficina senatorial para encaminar proyectos “a cambio de donaciones y favores”, de hacer declaraciones falsas bajo juramento, el uso de trabajadoras sexuales menores de edad que había contratado en la República Dominicana y de defraudar al sistema de salud de los EE.UU (Medicare) junto al doctor Salomón Melgen, dominicano, residente en Florida, volvemos a preguntarnos: tendrá algo de moral para hablar de algún tema concerniente a nuestro país; un país libre e independiente?.
Puede acaso un país que nos intervino en 1904, con dos barcos cañonero Newark y Columbia); luego nos invadió en 1916 hasta 1924, y en 1965, desconociendo nuestras leyes, constitución y autodeterminación como pueblo, hablarnos hoy de la carta que ha pisoteado siempre y el valor que le ha valido bledo?.
Volviendo y revolviendo la historia, nos encontramos con la “Doctrina de Monroe” (“América para los Americanos”), que permea los territorios latinoamericanos y se aplica sin piedad poniendo alambradas y a cualquier costo. Sin embargo, tras los papeles nos sonríe desdentada pero más activa la “Doctrina del Destino Manifiesto”, bajo el argumento de que los Estados Unidos fueron elegidos por la providencia para actuar en cualquier parte: "El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino…" (John L. O’Sullivan, revista Democratic Review de Nueva York, 1845: https://www.ecured.cu).
Mientras nuestra clase política siga teniendo su corazón y mente en USA, veremos ese comportamiento exhibido como cuero, negado amar y seguir viviendo la vida como un negocio, ofrecida al mejor postor. Pena de nuestro país.