“En gran parte del mundo, allí donde la población puede expresar libremente sus opiniones, en general el menosprecio hacia la clase política, la mediocridad recurrente de su liderazgo y su apropiación indebida de las instituciones, cuya independencia se ve seriamente vulnerada ¿cómo se explica – nos preguntamos – que gente de esa calaña sea la que determine nuestro futuro individual y colectivo? (Juan Luis Cebrián: Caos: El poder de los idiotas).

A veces los palacios presidenciales se convierten en vulgares morideros. Los seres humanos de este Siglo XXI no apelamos a las aspiraciones platónicas de que nos gobernasen los mejores, los más ilustrados. Por la praxis política-social debemos de apelar en la actualidad que nos dirijan personas decentes, honestas, honradas y con una cultura general por encima de lo normal.

En nuestro país el coeficiente intelectual promedio es de 82. Me contentaría con contar con dirigentes que alcancen un promedio de 110 ensayando sus tareas. No opto por un ilustrado corrupto, mucho menos con uno que tenga afasia intelectual y al mismo tiempo sea un corrupto visceral, aquel que lleva hasta el paroxismo el neopatrimonialismo.

Al abordar los “ismos” no desde la perspectiva del arte, que a lo largo de la historia ha traído diferentes creaciones, innovaciones, consustancial a la naturaleza humana para poder proyectarse en un aquí, en un ahora y en un mañana. El ser humano es el único animal de la naturaleza que viviendo el presente se proyecta hacia el futuro, empero, recrea su pasado como una mutación de la vida misma en su transformación. Esas manifestaciones del arte se han dibujado en el Simbolismo, Expresionismo, Futurismo, Dadaísmo, Surrealismo, Creacionismo, Ultraísmo, Imaginanismo, Cubismo.

Desde la dimensión política los “ismos” son una consecuencia del desarrollo histórico material del mundo que deriva en una ideología, en una construcción social de un antes y un después de una formación social históricamente determinada. Es la configuración de una cosmovisión, de un ideal, de una coherencia, de una plataforma creada, vivida, que constituye el demiurgo de su existencia.

Los “ismos” como el Capitalismo, el Socialismo, el Comunismo, el Marxismo, el Leninismo, Estalinismo, el Budismo, el Islamismo, Integrismo, el Cristianismo, el Judaísmo, el Iusnaturalismo, el Industrialismo, el Romanticismo, el Racismo, el Taylorismo, el Fordismo, Sindicalismo, el Funcionalismo, el Interaccionismo simbólico, Autoritarismo, el Terrorismo, el Nazismo, Nacionalismo, el Feminismo, el Fundamentalismo, Romanticismo, son constelaciones ideológicas, teóricas y visiones en la construcción de una sociedad y del mundo. Escenarios de la materialidad social-política-institucional de un modelo de organización de grupos humanos.

Como vemos al ser humano en el ideal individual y colectivo; como vemos la vida y la muerte. Como construimos los mitos, los rituales y los fetiches para poder vivir y sobrevivir aún más allá de la muerte. De cómo sabedor de la expiración podemos trascender. Como nos diría Zygmunt Bauman en su libro La Sociedad Individualizada “ De la misma manera que el conocimiento del bien y del mal engendra la poderosa y acérrima necesidad de una guía moral, el conocimiento de la mortalidad desencadena el deseo de trascendencia, que adopta una de estas dos formas: o el apremio a obligar a la vida reconocidamente efímera a dejar huellas más duraderas que quienes las dejaron o el deseo de tener, en esta orilla de la vida pasajera, experiencias más fuertes que la muerte”.

Los “ismos” van más allá del espectro político: Derecha, Izquierda, Centro, Social democracia. En el marco de ellos, en el mismo arcoíris, pueden existir colores ideológicos dado a veces por la exacerbación del personalismo, el individualismo de un actor político en el poder. Es el caso de Donald Trump que rompió la frontera de su propio partido. Ahora ben, pueden cohabitar distintas esferas ideológicas y prácticas políticas decadentes y burdas, sin embargo, allí donde prevalece la institucionalización del poder, los ismos no prosperan, no florecen, sin perspectiva halagüeña de futuro.

¿Qué es la institucionalización del poder? Dejemos que sea Rodrigo Borja en su Enciclopedia de la Política que nos responda “Es el proceso histórico que marca el tránsito entre el poder político arbitrario, sujeto enteramente al influjo personal de quienes lo ostentaban, sin límites conocidos, y el poder reglado por normas jurídicas, sometido a competencias, cuyos titulares no pueden hacer nada que previamente no esté autorizado por la ley”. Nos adelanta que uno de los índices para medir el desarrollo político de los pueblos es el “grado de conversión del poder personal en el poder impersonal de la ley”.

Aquí oímos hablar del Santanismo, del Baecismo, del Lilisismo, del Horacismo, del Jimenismo. Todos ellos del Siglo XIX y comienzo del Siglo XX. Es pertinente esbozar que en el articulado de los “ismos” ellos no crearon una filosofía, una ideología, dado que la cementación y cohesión está determinado por la trascendencia del tiempo, más allá de su existencia física. Ellos conforman una práctica política por la reiteración como gobernantes y nada más. Su longevidad política en el poder (Santana y Báez) posibilitó el “ismo” de parte de historiadores. No obstante, desde la perspectiva de la Sociología Política no trillaron un horizonte corporal – ideología por encima de su vida y de su muerte.

En el Siglo XX (1930-1961) Rafael Leónidas Trujillo Molina generó el trujillismo, no solo por la temporalidad. El constituyó la asimilación de toda la práctica política aberrante del Siglo XIX, cimentó la asimilación, la sumatoria y oblicuidad. Trujillo conformó una ideología que aun 60 años después de su muerte se practica en la sociedad dominicana. El en el Siglo XX sería la encarnación del Capitalismo de los siglos XVII, XVIII y XIX en la Europa y parte de América de aquellos tiempos. Marcó un antes y un después en medio de todos los horrores.

Joaquín Amparo Balaguer Ricardo conformaría el Balaguerismo. Hizo cambios estructurales en la sociedad dominicana, cambió de modelo económico, estableció un antes y un después y sus libros nos expresan el color de su pensamiento y como nos veía como sociedad: Memorias de un Cortesano en la Era de Trujillo, Los Carpinteros y La Isla al Revés, Discursos Presidenciales; nos conducen al súmmum de su ideóloga. Es tan fuerte el Balaguerismo como ideología y praxis política, que los “seguidores” de Bosch adaptaron la misma como negación del poder institucionalizado y del basamento de la corrupción y el clientelismo para mantenerse en el poder.

Juan Emilio Bosch Gaviño se expresa en un boschismo, es toda una conceptualización alrededor de la sociedad dominicana, una manera de ver la vida y asumirla a plenitud, en su compromiso con su misión, visión y valores. La sola asunción de esa triada lo catapulta como una corriente teórica de penetrar todos los poros positivos de la política sin atajos. La fragua de una ideóloga se entroniza con su cuerpo categorial para entender la sociedad. Los actores políticos principales que dirigieron el Estado desde 1996 – 2020 “los que pudieron ser sus discípulos, renegaron de sus postulados, tanto en el campo de las ideas, como de la praxis política”.

José Francisco Peña Gómez asimiló la Social democracia como campo político – social – ideológico para construir la sociedad dominicana. Demostraría con su agudeza política que con las alianzas internacionales y la evolución de una parte de la elite empresarial, era posible derrotar a Balaguer. La Social democracia no constituiría una mera formulación en los Estados de Bienestar. Era una apuesta a la institucionalidad y a la creación de un Estado de Derecho. Si se leen los discursos de Peña Gómez y sus disertaciones en Tribuna Democrática, encontraremos el hilo conductor de su ideóloga, de su praxis y el compromiso fiel con la sociedad.

Después de los caudillos no ha habido la cristalización de ningún ismo. Ni Leonel ni mucho menos Hipólito y Danilo anidaron una corriente ideológica, una evolución asimilada en el plano político del desarrollo material. No crearon cambios estructurales, cambios de modelo económico, no tipificaron un antes y un después como gobernantes. Se adaptaron a las circunstancias. Ni siquiera fueron dirigentes de TRANSICION. No interpretaron los desafíos de su época, de los cambios que demandaba todo el tejido social-institucional y político de la sociedad dominicana.

Los ismos del Leonelismo, Hipolitismo, Danilismo son creaciones periodísticas para el desarrollo del personalismo presidencial en cada época, para economizar cuartillas y no entender que los ismos son corrientes filosóficas, ideológicas y expresión de la vida material de una sociedad. Cuando se interpreta en consonancia con el tiempo, cuando se cataliza, canaliza y catapulta, se trasciende en la historia. Así como no hay una Clase médica, una Clase educativa, una Clase periodística, una Clase de ingenieros, la Clase de agrónomos (son grupos sociales). Los tres presidentes que hemos tenido no fraguaron ninguna corporeidad del tempo entre sus vidas y sus muertes. No representan ni una filosofía ni una ideología ni cambios estructurales que los definieran en el tiempo. Solo los periodistas que inventando, a veces, no penetran los elementos categoriales de la realidad, solo encierran “comodismo” y el “facilismo”.