En la actualidad se reconoce que la preocupación por la calidad de la educación está relacionada a la paulatina generalización de la escolaridad básica. Y así apareció un nuevo discurso político-educativo centrado en la calidad, que fue haciéndose patente a medida que los diversos países iban alcanzando la meta de la educación para todos, entendida como una escolarización obligatoria de mayor duración que la tradicional de seis años, extendiéndose a ocho y progresivamente a diez, e incluso más. Obviamente, la demanda de mejora de la calidad inició más tempranamente en los países desarrollados, aunque hoy es la aspiración de todos los demás.
El concepto de calidad de la educación varía con el tiempo, no es homogéneo en un determinado momento y su heterogeneidad se asocia a situaciones objetivas y subjetivas, pero también a las necesidades, intereses y convicciones de diferentes grupos y personas.
El proceso de construcción de una educación de calidad no termina nunca. Cuando se avanza unos pasos, el objetivo se aleja, porque el mundo cambia y porque las demandas se incrementan. Sin embargo, en cada momento es posible producir de ella una radiografía. La radiografía actual podría mostrar que en el camino existen herencias peligrosas y ciertos indicios alentadores, opinan algunos autores.
Calidad educativa es un concepto que da para muchos significados. Cada persona o institución puede tener su propia concepción sobre calidad. Por ejemplo, la evidencia muestra que las autoridades educativas dominicanas han preferido una concepción de calidad educativa entendida como insumos, es decir, les interesa cuánto se pueda mostrar físicamente en relación con la calidad. Por eso, centran su atención y emplean los recursos, y más los del 4% que son más, en infraestructura, alimentación, algunos materiales y equipos, entre otros. Así, exhiben obras concretas que contribuyen a crear condiciones dignas en los centros educativos, pero, en definitiva, estos insumos no necesariamente mejoran la calidad de los aprendizajes, que es lo que finalmente importa y procura la calidad.
En otras palabras, es la calidad educativa del espejismo; sin importarles que calidad aplica a todos los componentes de la educación: a las políticas, la gestión, la investigación, la asesoría, la infraestructura, el currículo, el gasto, la formación docente, la participación ciudadana y otros, pues la calidad de la educación depende de todas esas calidades.
Cecilia Braslavsky, autora argentina, y colaboradora importante de la Transformación Curricular dominicana, publicó en el año 2004 Diez factores para una educación de calidad para todos en el siglo XXI, que conviene presentarlos en este momento crucial de la educación nacional. Son:
Factor 1: Pertinencia personal y social como foco de la educación. Una educación de calidad es aquella que permite que todos aprendan lo que necesitan aprender, en el momento oportuno de su vida y de sus sociedades. La educación de calidad para todos tiene que ser pertinente, eficaz y eficiente.
Factor 2: Convicción, estima y autoestima de los involucrados. Convicción en el potencial, valor e impacto de la educación. Estima de los profesores por la sociedad y, a su vez, los profesores al sentirse estimados, se estiman a sí mismos, superando sentimientos de frustración por la demanda social hacia ellos; tampoco culpabilizan a sus alumnos de los errores al aprender, generando una atmósfera de bienestar que constituye una experiencia educativa de calidad.
Factor 3: Fortaleza ética y profesional de los profesores. Los profesores requieren cuatro condiciones indispensables: formación inicial de calidad; actualización y perfeccionamiento periódicos o permanentes y de calidad; dirección y supervisión efectiva en cada escuela; participar en la producción de didácticas, dispositivos de mediación entre el saber elaborado y el saber escolar.
Factor 4: Capacidad de conducción de los directores y el personal intermedio. El rol directivo y supervisor debe superar la faceta gestora, otorgando valor, liderando la función formativa, de manera que sus actuaciones y conducciones de las actividades escolares promuevan aprendizajes de calidad, construyendo sentido para el establecimiento en su conjunto y para cada uno de los grupos y personas que lo integran.
Factor 5: Trabajo en equipo en la escuela y el sistema educativo. En este mundo de cambios acelerados, interdependencias crecientes y conocimientos en constante evolución y reemplazo, nadie puede nada solo, trabajar en equipo en el centro escolar y en el sistema educativo es, sin duda, una clave en el proceso de logro de una educación de calidad.
Factor 6: Alianzas entre la escuela y otros agentes educativos. Si se trabaja junto, en equipo, dentro, es más fácil trabajar de la misma manera con los que están fuera. Históricamente ha sido necesaria la alianza profunda entre la familia y la escuela, como instituciones con funciones diferenciadas y complementarias, pero hay cada vez más actores educativos (empresarios, medios de comunicación, Internet…) y las alianzas, aunque más difíciles de construir y de sostener, son también necesarias en el compromiso conjunto de construir una educación de calidad.
Factor 7: Currículo claro, adecuado y pertinente en cada nivel. La pertinencia de la educación se establece a través del currículo, en especial en sus aspectos estructurales, disciplinares y cotidianos. Los aspectos estructurales del currículo son disposiciones político-administrativas necesarias, aunque no suficientes, para alcanzar una educación de calidad en el siglo XXI. El aspecto disciplinar del currículo tiene que ver con la orientación de cada asignatura, cada una de las cuales debe tener un foco claro y pertinente.
Factor 8: Cantidad, calidad y disponibilidad de materiales educativos. No hay calidad educativa sin un entorno rico en materiales de aprendizaje y con profesores éticamente comprometidos en el diseño, uso dinámico e innovador de los materiales educativos.
Factor 9: Pluralidad y calidad de las didácticas. Además de variados recursos para el aprendizaje, es necesario buenas y variadas didácticas que estén al alcance de los profesores. Se enseña y se aprende mejor cuando se acepta que diversos caminos pueden conducir al aprendizaje con sentido y en bienestar, porque los estudiantes son diversos como lo son los profesores y los contextos. Una didáctica específica sirve si los profesores la conocen y creen en ella; es consistente con la sociedad y con las prácticas familiares de cada país o región.
Factor 10: Los mínimos materiales y los incentivos socioeconómicos y culturales. La existencia de mínimos materiales y de incentivos al desarrollo de los contextos y de los profesores y poblaciones escolares debe ser considerada como una condición indispensable pero no suficiente para el mejoramiento de la calidad de la educación. No cabe duda de que existen ciertos mínimos materiales por debajo de los cuales es muy difícil conseguir calidad educativa para todos. Esos mínimos deben garantizar que los estudiantes vayan debidamente alimentados a las escuelas, que los salarios de los profesores sean dignos y que el equipamiento esté disponible.
Por último, los resultados conocidos indican que la educación preuniversitaria pública es de baja calidad. Proporcionar educación sin calidad es pérdida de tiempo y recursos. Las autoridades del MINERD y el Gobierno deben reaccionar y poner atención en cómo revertir esta condición, pues si no se avanza al ritmo necesario se consolida y aumenta el retroceso.