Como cada año desde 1994, el 5 de octubre se celebró el Día Mundial de los Docentes, aniversario de la creación de la Recomendación de la Situación del Personal Docente, planteada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la UNESCO, aprobada en la Conferencia Intergubernamental Especial celebrada en París en 1966. Esta celebración se realiza con la colaboración de UNICEF, el PNUD la Internacional de la Educación (IE).

En la actualidad esta Recomendación es un marco de referencia fundamental sobre los derechos y responsabilidades de los docentes a nivel mundial. En específico, aborda las normas internacionales para su formación inicial y  continua, la contratación, empleo, condiciones de enseñanza y aprendizaje, entre otras. Pretende aportar un conjunto de directrices para promover la condición del personal docente en favor de una educación de calidad. Para completar el colectivo de docentes, en 1997 se aprobó la Recomendación relativa a la Condición del Personal Docente de la Enseñanza Superior.

Esta fecha, poco conocida, sirve para reflexionar sobre la profesión docente, ya que caracterizar la buena docencia es un asunto complejo pues se trata de una práctica multidimensional. Aunque la mayoría asume que el docente es el actor clave del proceso educativo. En ese sentido, la Recomendación de 1966 señala: “debería reconocerse que el progreso de la educación depende en gran parte de la formación y de la competencia del profesorado, así como de las cualidades humanas, pedagógicas y profesionales de cada educador”.

Cada 5 de octubre se lleva a cabo un estudio de la situación escolar a nivel mundial. Se evalúan los logros y se tratan algunos de los puntos fundamentales para atraer y conservar las mentes más brillantes del sector educativo. También se busca el interés de las generaciones de relevo.

Este año 2019, la UNESCO invitó a conmemorar la fecha con el tema: Docentes jóvenes: el futuro de la profesión, y destaca que los maestros deben recibir apoyo, formación y valorización para que puedan ejercer su profesión con estímulo y dignidad, ante los desafíos crecientes del campo educativo y de la docencia en todo el mundo.

En ese contexto, la UNESCO afirma que los debates sobre cómo atraer y apoyar a los docentes jóvenes deben ir más allá de los Ministerios de Educación y espacios del diálogo internacional. Sindicatos docentes, organizaciones de la sociedad civil, directores de escuelas y asociaciones de padres y madres deben estar en el centro de las discusiones, pues “La meta de los organizadores es motivar a los jóvenes de todo el mundo para ser profesores y, de este modo, unir esfuerzos para crear un mundo más sostenible”.

En sintonía con lo anterior, se afirma que al momento de ejercer la docencia entran en juego un conjunto de competencias relacionadas con las siguientes  facetas: 1) La personal. Tiene que ver con las relaciones que establece el profesor con los estudiantes y sus propias creencias y actitudes hacia la docencia. 2) La disciplinar. Se asocia con el conocimiento y experiencia que el profesor tiene con respecto a aquello que enseña. 3) La pedagógica. Parte del supuesto de que los conocimientos disciplinares en sí mismos son fundamentales, pero no suficientes para poder enseñarlos. Es necesario traducir y estructurar estos conocimientos de tipo profesional y disciplinar en objetos de enseñanza que faciliten la construcción de aprendizajes.  Por ello, se dice que es una práctica dinámica y reflexiva.

Con este tema, se hace una llamada de atención para la regeneración de las plantillas docentes con la incorporación de jóvenes profesionales motivados y preparados que existen en los distintos países.   Además, esta celebración impulsa a los gobiernos, las organizaciones internacionales, las ONG, los representantes del sector privado, y a los expertos, a reivindicar la importancia de los maestros o docentes para el cumplimiento de los sueños de los jóvenes.

En este sentido, el documento de UNESCO-OIT establece que “la enseñanza debería considerarse una profesión cuyos miembros prestan un servicio público; esta profesión exige de los educadores no solamente conocimientos profundos y competencia especial, adquiridos y mantenidos mediante estudios rigurosos y continuos, sino también un sentido de las responsabilidades personales y colectivas que ellos asumen para la educación y el bienestar de los alumnos”.

Y son precisamente estos elementos de responsabilidad y compromiso inherentes a la docencia los que hacen que se le mire como una profesión para la cual es esencial una vocación, una misión que se traduce al servicio y que implica la búsqueda del crecimiento y desarrollo de la persona. No solo se trata de enseñar, sino fundamentalmente, de educar.

De acuerdo a un estudio realizado por la OCDE, la reforma más importante en política pública que puede hacer cualquier país para mejorar sus resultados educativos es construir un sistema sólido que permita seleccionar, preparar, desarrollar y evaluar a los mejores docentes para sus escuelas. La misma idea la reitera la Recomendación: “la calidad de la docencia es fundamental para que los resultados del aprendizaje sean satisfactorios y supone un sistema educativo que atraiga y retenga a un personal docente motivado, eficaz, con buena formación y en el que los hombres y las mujeres estén equitativamente representados; supone un sistema que apoye a los maestros en el aula y en su desarrollo profesional permanente”.

En el plano local, las autoridades deberían intensificar el trabajo para  mejorar la calidad de la educación preuniversitaria y las condiciones sociolaborales de maestros y profesores, así como motivar a la población joven a través de políticas que generen confianza para que los más talentosos también se formen para dedicarse a la profesión docente.