Acaban de pasar las elecciones el pasado domingo. Todavía no se conocen todos los resultados, sobre todo de los niveles congresuales y municipales y sí conocemos de impugnaciones, solicitudes de reconteo de votos en algunas localidades y celebración triunfal por parte del oficialismo. Destacan las denuncias hechas por los partidos de oposición sobre la falta de transparencia y equidad a lo largo del proceso preparatorio y de la celebración de las elecciones. Acusan al oficialismo de haber tramado a lo largo del proceso para que así sucedieran las cosas.
Después de la bulla infernal, de la apabullante publicidad y de la compra de conciencia, voluntades y de votos de la campaña y de conocer los acontecimientos sucedidos en la última semana, así como en el día de las elecciones, hay algunas lecciones éticas y políticas a asumir por las personas, los grupos y colectivos humanos que nos negamos a aceptar que el poder económico y partidario, con vocación de perpetuidad, pretenda vendernos como “fiesta de la democracia” lo que ha sido un certamen dirigido y manipulado por quienes han usurpado el poder y los recursos públicos.
Nos negamos a aceptar que se siga vendiendo como “democracia” y como consulta popular, unas elecciones que evidentemente han servido, en muchos de los casos, para consolidar el poder, el ego, las actitudes autoritarias, de las mismas personas que se han enriquecido a costa del dinero público y que han obtenido poder sin importar los medios utilizados para esto.
Entre las principales lecciones que podemos sacar podemos señalar:
El proceso eleccionario consolidó el poder de Danilo Medina y su nuevo grupo económico-partidario. Ese grupo que durante mucho tiempo fue marginado al interno de la corporación Peledeísta, hoy es preponderante. Se trata de un grupo voraz, con ansias desmedida de dinero y de poder. Llegó al gobierno en el 2012, pero para eso el partido hizo un tremendo déficit fiscal.
En esta ocasión la corporación económico partidaria en el poder ha hecho un enorme déficit fiscal, que fundamentalmente ha sido gastado en publicidad, en compra de voluntades, y en asfaltado de calles. Y esto a pesar de que en su ejercicio del poder el grupo “danilista” ha querido mostrarse como diferente, presentándose como quien maneja con transparencia algunos fondos públicos y que da oportunidad a los negocios pequeños en las compras del Estado, y a los ingenieros y arquitectos pobres en la construcción de escuelas. No obstante, ha mantenido altos niveles de corrupción y la impunidad, particularmente en las principales obras como el tema de las Plantas de carbón de Punta Catalina, en la reconstrucción de hospitales, como el Darío Contreras y en todo lo referente a la construcción de escuelas, entre los más significativos.
Danilo Medina y sus aliados han “sacado” más del 60% de los votos; no obstante, aunque se trata de un gobierno “legal”, es ética y políticamente ilegítimo; ¿por qué? Porque muchos de esos votos son el fruto de la compra de conciencia, de votos y voluntades, de pactos para no perseguir la corrupción como en el caso del senador por San Juan de la Maguana y las alianzas con personas y sectores enriquecidos con dinero proveniente de negocios relacionados con la obtención del dinero fácil: narcotráfico, empresas evasoras de impuestos y negocios relacionados con las bancas y las loterías.
Otro de los aspectos que hace ilegítimo el gobierno de Danilo es que pactó impunidades y aseguró el poder económico-partidario de legisladores del grupo económico-partidario cuyo líder visible es Leonel Fernández, a cambio de la reelección, la cual es ilegítima porque se impuso violando el principio ético de no legislar en beneficio propio y de no aplicar la ley de manera retroactiva. Éticamente es ilegítimo que quien fue elegido por una ley que estipulaba una elección por cuatro años, sin la posibilidad de elegirse de forma consecutiva, impusiese una ley para reelegirse y mantener el poder hegemónico de su corporación económico-partidaria.
Esta campaña reflejó la pérdida de votos y de adhesión de dos corporaciones partidarias que en el pasado reciente fueron mayoritarias: el PRSC y el PRD. En estas elecciones ambos partidos se aliaron a otras fuerzas: PLD y PRM. No obstante su votación no pasó de un 5%. Eso indica que dichas corporaciones van perdiendo vigencia, después de que fueron corporaciones poderosas.
El PRM, con su equipo gestor, logró en poco tiempo articular un proyecto económico- partidario que comienza a hacer oposición al proyecto oficialista. Su cerca del 35% de los votos así lo confirma. Lograron, además, establecer alianzas con fuerzas tradicionales como el PRSC y con partidos emergentes. Se convierte así en un polo de oposición que solo el futuro dirá si sabrá utilizar adecuadamente esa cuota de poder para aportar a los procesos realmente democráticos de la sociedad dominicana.
Se hace urgente seguir trabajando para lograr una ley de partidos y electoral que regule unas relaciones de equidad entre los partidos que van a los certámenes electorales. Particularmente se hace necesario una ley electoral que promueva la equidad en el acceso a los medios económicos y a la publicidad y que obligue a la transparencia y buen uso de los recursos públicos dados a los partidos.
Se hace necesario hacer cumplir la ley, emanada de la Constitución del 2010, en lo referente a separar las elecciones presidenciales de las congresuales y municipales. Además es necesario que las y los regidores sean elegidos mediante voto popular y de forma preferencial. Lo mismo se puede decir del voto por los senadores, que no debe ser arrastrado por el voto de los diputados. Además de asegurar la cuota femenina.
Se hace necesario crear espacios de resistencia, indignación y creatividad en la construcción de una nueva democracia que vaya más allá de lo representativo. Pues tal como ha señalado L. Adames: “Cada uno de nosotros puede contribuir a crearlos desde el pequeño espacio donde labora. El educador, fomentando el pensamiento crítico; el comunicador, denunciando las injusticias sociales; los movimientos sociales, organizando a los jóvenes; los movimientos culturales, cuestionando los valores oficiales y todos, presionando para mejorar un sistema educativo que hoy día contribuye, por su ineficacia, a perpetuar el círculo de la pobreza y de la dependencia económica que envilece las conciencias y convierte a la democracia en una farsa” (La perpetuación en el poder y los espacios de resistencia, Acento, 19-5-16).
En definitiva se hace urgente que los diferentes sectores sociales críticos, comprometidos con la causa de las y los más débiles de la sociedad, reforcemos la articulación y la lucha en la construcción de una sociedad realmente democrática, equitativa y justa. Para eso será necesario fortalecer el liderazgo social, comunitario y de los partidos comprometidos, en su ideología y en su práctica, en mantener la indignación, la resistencia y la creatividad en iniciativas y proyectos de educación de la conciencia popular, para añadir cada día más personas y colectivos a la urgente tarea de la creación de otra sociedad posible.