El suicidio del ex presidente peruano Alan García cuando la policía fue a materializar su arresto por acusaciones vinculadas a ODEBRECHT debe, en buena ley, fortalecer la decisión y los aprestos reeleccionistas de Danilo Medina porque no hay manera de evitar que se vea en ese espejo y también, en el de los otros 17 ex presidentes encarcelados, sometidos o perseguidos, con frecuencia por delitos de poca monta comparados con- para solo citar un ejemplo- Punta Catalina.
Si Danilo Medina hubiera sabido que la marea mundial a favor de tolerancia a la corrupción iba a cambiar en su contrario, no se hubiera manejado con tanto desparpajo y desfachatez. Pero, la marea cambió y ha sorprendido a Medina en alta mar. No hay nada que hacer excepto tratar de quedarse ahí de cualquier manera. Por eso escribí hace un tiempo que, Danilo Medina buscaba la reelección no tanto por ambición de tenerla, sino por miedo de apearse.
La reelección, que según numerosas encuestas concita un 73% de rechazo, tropieza con nuevos obstáculos. Una parte del país político percibe que la dictadura se cierne como amenaza creíble aunque mas de un legislador, con gusto, vendería su voto para favorecerla. Aumenta el rechazo a la reelección de Danilo Medina pero al país en su conjunto le conviene que esta, es decir la reelección, se materialice de manera que las crisis, que son inminentes, le estallen en las manos, una tras otra: Así no tendrá a quien culpar ni nosotros tendremos excusas para no perseguirlo.
Danilo Medina no tiene a quien dejarle el poder a cambio de impunidad ni siquiera al amparo de una promesa formal y sincera. No tiene como apearse a las buenas, no hay una oposición capaz de derrotarlo ni un descontento organizado capaz de derrocarlo. Pero, todo a su tiempo vendrá porque, como dice un amigo mío, lo hacemos todo bien para que esto termine mal.
Que Danilo se ha blindado es verdad sabida. Cuenta y espera que los jueces lo protegerían, los legisladores lo ampararían, los millones lo financiarían y el estado general del país, que deja descuartizado, lo permitiría ahora como ya antes lo ha hecho en similares coyunturas. Pero es una comparación engañosa porque la marea ya cambió, los vientos no lo favorecen como antes y la pava no pone donde ponía.
Si Danilo Medina se impone, la crisis que ya comenzó se lo llevará de paro y ese desenlace purificador y caótico estará fuera de control. Si Danilo no logra quedarse necesitará un milagro para no terminar como esos otros 17 presidentes y . . . él lo sabe y por eso pasa malas noches.
Una vez mas, el destino dominicano pende de realidades cuya existencia no es aun percibida por el grueso de la población pero cuya inevitabilidad es tan cierta como deseable su ocurrencia mas, no se crea nadie que esto es asunto de deseos. Sucede, simplemente, que esta sociedad se ha maleado tanto, está tan decadente y decrépita que no tiene posibilidad de reencontrarse consigo y con el mundo de hoy si no es atravesando una grande y purificadora catástrofe.
El suicidio de Alan García en el Perú no es mas ni menos grave, solamente distinto que la exclusión de Miriam Germán, la jueza mas digna de la Suprema Corte, ni de las amenazas al juez Román Jáquez ni de otras tantas atrocidades; son solamente premonitorias.
Todo el blindaje construido por Danilo Medina, toda esa vasta estructura mediática, todos esos jueces venales, todos esos legisladores canallas, todas esas fortunas mal habidas y todas esas promesas de lealtad, en presencia de circunstancias adversas, como las que ya se asoman por doquier, se disipan como el humo, se escurren por entre los dedos como el agua; colapsan como las estructuras defectuosas y eso, Danilo también lo sabe y de nuevo y por eso, pasa malas noches.