Andrés Oppenheimer, periodista argentino y columnista del Miami Herald, publicó en 2010 ¡Basta de historias! La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro. Libro que continúa siendo referencia para Latinoamérica, donde  afirma que “la educación,  la ciencia y la tecnología serán las claves del desarrollo económico de la región”. Y reafirma: “La tarea es impostergable, porque el siglo XXI es, y será, el de la economía del conocimiento”.

El eje central del libro es la educación, la cual toma como punto de partida para fortalecer y consolidar el resto de los sectores. Es una invitación para mirar hacia delante y olvidar la obsesión con la historia de los países latinoamericanos para justificar acciones políticas, para salir al mundo, para no dejar ningún niño o niña atrás en las aulas e insertarse en la economía del conocimiento. Y ejemplifica: “Los asiáticos entendieron eso muy bien y se dedicaron desde hace varias décadas a mejorar la calidad educativa de todos, para darles a los pobres las mismas oportunidades de ascenso social”.

A continuación se reseñan, sucintamente, las claves que Oppenheimer propone para que los países latinoamericanos progresen, sobre todo en materia educativa:

  1. Mirar más hacia adelante. En ¡Basta de Historias!, Oppenheimer recomienda eliminar la obsesión de los países latinoamericanos con la historia, ya que esta quita mucho tiempo para concentrarse en el futuro. ¿Cómo hacerlo?, fácil, dice. Observando lo que hacen los países que más éxito han tenido en reducir la pobreza y aumentar el bienestar de la gente; copiar sus mejores prácticas y ponerlas en ejecución adaptándolas a las necesidades.
  2. Hacer de la educación “una tarea de todos”. Aquí plantea que es importante que se hagan coaliciones de organizaciones, aparte del gobierno, como empresas, organizaciones no gubernamentales,  fundaciones, medios de comunicación, artistas, deportistas, entre otros, para fijar metas concretas en rendimiento académico y que se verifique su cumplimiento.
  3. Inventar un “PIB Educativo”. Propone medir el PIB en la educación, combinando la cantidad y la calidad de la educación en cada país. Por un lado se tendría la tasa de escolaridad y por el otro, los resultados de los exámenes internacionales de matemáticas, ciencia y lenguaje. De esa manera se podría ver claramente el avance o retroceso de cada país en particular.
  4. Invertir en educación preescolar. La educación mejorará notablemente si se invierte en el nivel preescolar/inicial, pues en los primeros años de vida es cuando el cerebro de niños y niñas absorbe más conocimientos. Ellos serán en el futuro la materia prima para las universidades. Consecuentemente, es necesario que los gobiernos apoyen las madres embarazadas para que tengan una buena alimentación y posteriormente ayudar a que sus vástagos tengan una estimulación temprana en materia de ciencias.
  5. Concentrarse en formar buenos maestros. El autor sostiene que “estudios internacionales sobre los avances educativos están llegando a la misma conclusión: lo fundamental para mejorar la calidad educativa no es cambiar los planes de estudios [el curriculum], ni aumentar indiscriminadamente los sueldos de los maestros, ni siquiera reducir el porcentaje de estudiantes por maestro, sino elevar la calidad de los maestros”.
  6. Darles estatus social a los docentes. Destaca cómo Inglaterra selecciona a sus maestros: un alto nivel de conocimiento en matemáticas y lectura, buena comunicación con los estudiantes, sus ganas de aprender y su motivación para enseñar. “Los ingleses se convencieron de que cada nombramiento de un mal profesor tiene consecuencias dramáticas para el país, porque puede resultar en hasta 40 años de educación de mala calidad para miles de estudiantes”. Los países deben convertir la profesión docente en una profesión de gran status social, con buena remuneración y oportunidades de mejoramiento constante.
  7. Ofrecer incentivos salariales. Muchos países han logrado mayores éxitos educativos, como aprobar reformas estancadas por los sindicatos docentes, aplicando programas de estímulos salariales, basando parte de las evaluaciones de los maestros en el rendimiento académico de los alumnos.
  8. Hacer pactos nacionales. Las mejoras educativas suelen tardar 20 años en dar resultados visibles, por lo cual los pactos educativos son clave para evitar que cada nuevo gobierno deshaga los avances educativos de su antecesor, o que los gobiernos sustraigan recursos a la educación para adjudicarlos a otras prioridades.
  9. Forjar una cultura familiar de la educación. Así como los asiáticos llevan la cultura de la educación en la sangre, los países latinoamericanos deben crearla, o recrearla en aquéllos que la han tenido. Para Oppenheimer es posible instalar esta cultura, con buenas campañas mediáticas que destaquen a los estudiantes exitosos, igual como se hace con deportistas y artistas.
  10. Romper el aislamiento educativo. Las universidades públicas y privadas deben establecer programas de intercambio con otras instituciones extranjeras. Se requiere que los alumnos tengan contacto con las mejores escuelas de otras partes del mundo, con la finalidad de enriquecer sus experiencias. Afirma Oppenheimer: “Hoy, los países que no fomenten intercambios estudiantiles y programas académicos conjuntos con las mejores universidades de Estados Unidos, China y Europa se quedaran cada vez más aislados en la nueva economía global del conocimiento”.
  11. Atraer inversiones de alta tecnología. El avance tecnológico no se produce espontáneamente, es producto de políticas gubernamentales, por lo cual los gobiernos deben trabajar con las empresas y las universidades para crear polos de atracción de inversiones, donde la base sea crear laboratorios y centros de investigación de alta tecnología para el desarrollo de productos y servicios.
  12. Formar “Educación Internacional”. Oppenheimer propone: “Un movimiento mundial que evaluara la calidad de la educación preescolar, primaria, secundaria y universitaria de cada país, así como los sistemas de formación de maestros y las remuneraciones de los docentes, serviría para ayudar a los países a compararse con otras naciones en una vasta gama de categorías y ayudaría a crear un clima de urgencia en torno de la necesidad de mejorar la calidad educativa”.

En conclusión, con la descripción de las prácticas exitosas que seleccionó el autor en los distintos países visitados para construir su obra, se pueden comprobar las transformaciones que ocurren cuando una sociedad decide mejorar la calidad educativa.