Todos los que rechazan la presencia masiva y la invasión pacífica de los haitianos tienen, a no dudarlo, sus motivos. Sin embargo, su militancia y su esfuerzo de denuncia a la masiva presencia haitiana equivoca el culpable puesto que esos haitianos son víctimas no victimarios y a quien hay que enfrentar, denunciar y derrotar es al gobierno  dominicano que, despojado de autoridad y sujeto a otras prioridades lo permite. No sirve de nada denostar, despreciar y odiar a los haitianos que repito, son víctimas. Los cañones deben enfilarse hacia los victimarios, los culpables de esa situación.

Vinicio Castillo hijo debería saber bien que un muro no resuelve el problema porque de este lado hay suficiente corrupción y corruptos para sobornar a maría santísima y seguir para acá por encima del muro, por debajo de este, por entre peñas y aguas y si hiciera falta por el aire.

Vinicio Castillo debería saber bien porque no le falta inteligencia ni cultura que además de la muy limitada función que cumple un muro, su efectividad está condicionada al nivel de absolutismo y control político militar de los países que dicho muro separa y que en ausencia de ese control, todo lo demás es tiempo perdido.

Los tantos dominicanos que viven llenando las páginas y los muros de la redes sociales rechazan las parturientas haitianas que vienen -según sus denuncias- a parir aquí. Esas personas deberían saber que el objeto de su indignación está extraviado. No es a las haitianas a quien deben denunciar sino a los traficantes que operan con impunidad y amparados en la complicidad de autoridades dominicanas.  No es los hospitales ni a los médicos a quienes hay que exhortar a rehusar atenciones a las haitianas ni amenazar  a médicos por hacerlo, es a los funcionarios que lo promueven y lo toleran. Pero claro, es mas fácil cargar el dado a un médico que enfrentar a un gobierno intolerante y autoritario. Vale además recordar que miles de dominicanas  legales e ilegales han ido y siguen yendo a otros países solamente a parir y no solo por las prestaciones hospitalarias sino para adquirir una nacionalidad que anticipan vale mas que la dominicana que ostentan de nacimiento.

Nosotros tenemos que pagar los gastos de esas parturientas ahora porque no hay un gobierno que defina, imponga y haga cumplir las leyes pero deberíamos también saber que, los dineros que nos cuestan las parturientas haitianas son cheles comparado con las fortunas que se roban los funcionarios del PLD y su estela de malversaciones y abusos. Y en todo caso, mas que denunciar a esas parturientas el asunto es exigir al gobierno del PLD mas dinero y recursos para los hospitales donde ni siquiera se atiende como es debido a los propios dominicanos y no ahora por el tema haitiano sino desde hace mucho tiempo, mas de un gobierno y para cualquier tipo de dolencia o enfermedad.

Adicionalmente, y porque no es tan fácil ni simple pregúntese ¿quién cubre los gastos de las mierdas que nosotros los dominicanos hacemos en otros países? La emigración es hoy un problema global, en aumento y difícil.

Nosotros emigramos en masa a los EEUU y allí hacemos cada barbaridad que usted nada mas tiene que ir a San Juan, Miami, Nueva York, Boston, Madrid y muchísimas otras ciudades para ver a los dominicanos violando todas y cada una de las reglamentaciones y leyes vigentes pero no queremos que nos recuerden esas inconductas ya tan generalizadas que han dañado seriamente la reputación que por muchas décadas tenían los cientos de miles de dominicanos serios que cumplen, laboran y progresan.

Repito el problema es complejo, no tiene soluciones simplistas y estúpidas y criminales como salir a matar haitianos o incitar a que lo hagan. Las grandes migraciones nunca se producen por capricho ni malevolencia sino por necesidades y causales profundas. EEUU por ejemplo, nos obligó a importar leche, queso, maíz, aceites y otros productos al amparo de una barbaridad llamada PL-480 que a partir de los años de 1970 arruinó a nuestros productores agrícolas los cuales, al cabo del tiempo, emigraron a nuestras ciudades o a las de ellos donde ahora les jodemos la vida a ellos mismos después que ellos nos la jodieron a nosotros. ¿Tenemos derecho a joderle la vida a los americanos en su propio país? No, no lo tenemos. ¿Tienen los haitianos derecho a jodernos la vida en el nuestro? No. Entonces tenemos que entender,  escoger, discernir y aceptar la necesidad de un ordenamiento conforme a la ley o descender todos a la barbarie. Poner orden en el nuestro es una prioridad pero, ¿con qué gobierno vamos a poner orden en el nuestro? ¿con cuáles políticos? ¿Con cuáles policías? ¿con cual ejército?

En consecuencia, para resolver el problema haitiano en la República Dominicana, primero hay que resolver el problema dominicano de corrupción e impunidad instalando un gobierno decente y restableciendo el respeto a la ley. De nada sirve odiar y despotricar contra los haitianos cuando el verdadero culpable no es ese otro rebaño de infelices muertos de hambre sino los depredadores, ladrones y abusadores que acompañan a Danilo Medina.

Finalmente, enfrentar el problema haitiano no puede ser una excusa, una coartada ni una leyenda para el gobierno proteger la impunidad desviando la atención ciudadana hacia el problema haitiano y, de los que se prestan a ello, muchos lo hacen conscientemente, cobran por ello y prestan un flaco servicio a la nacionalidad, la causa que dicen defender.