Uno de los temas que preocupa a la sociedad dominicana en la actualidad es el de la disciplina en las escuelas, por un lado, porque han ocurrido episodios de violencia inusitada que han devenido en muerte de una estudiante, y por el otro, porque constituye una de las variables que tiene relación con el éxito de la enseñanza y el aprendizaje.

En educación se habla tanto de disciplina como de indisciplina. La primera comprende el conjunto de normas, reglas y procedimientos aplicados al contexto del aula, cuya finalidad es obtener las mejores condiciones para que el proceso  enseñanza-aprendizaje logre los propósitos previstos. La segunda, es la ausencia de la primera, es decir, se refiere a la pérdida del respeto por las normas al interior del aula, según sea el accionar de docentes y discentes. Con estas normas se pretende  mantener el orden colectivo y  la creación de hábitos de organización y respeto entre los miembros de la comunidad educativa.

En los centros educativos es importante que el director y el equipo docente, se preocupen por establecer un sistema disciplinario que proporcione seguridad, orden y respeto a todos sus miembros. Aunque hay que reconocer que el problema de la indisciplina es complejo y difícil de solucionar.

El reglamento disciplinario, propio o impuesto,  que asuman los centros escolares norma las relaciones entre sus miembros. Sin embargo, ningún docente negará que la disciplina dependa en gran medida del nivel de relaciones que establece en el aula; del interés motivador que provoque en cada estudiante en particular y en el grupo en general, así como del tipo de comunicación verbal y no verbal que practique con su grupo de alumnos y alumnas.

Para muchos autores, un maestro o profesor competente es aquel que mantiene el orden y la disciplina en su aula.

Conservar la disciplina en las escuelas no es fácil, pero hay que imponer orden y esto ocasiona ciertas restricciones.

Algunos especialistas afirman que la indisciplina ha surgido en los últimos años a partir de una combinación de factores extraescolares y al interior del aula, que son responsables de la mala conducta de los estudiantes. Pueden ser los siguientes:

Sociedad violenta. Los niños y jóvenes ven continuamente como los problemas de los adultos se “resuelven” con violencia; ellos mismos son víctimas de violencia y malos tratos, lo cual los hace insensibles a ella, y la aceptan como algo natural; afecta a segmentos sociales numerosos y se expresa en un aumento de la actividad delictiva; desconcierto de muchos padres por el comportamiento de sus hijos adolescentes; y la convicción de muchos ciudadanos de que los sistemas escolares están viviendo una crisis de eficiencia formativa.

Influencia de los medios de comunicación. Estos dan gran difusión a los incidentes de violencia que suceden en las escuelas o fuera de ellas con la participación de estudiantes; difunden la cultura de la muerte. La mayoría de las películas y programas infantiles tiene muchos actos de violencia. Los mensajes que transmiten generalmente tienen que ver con sexo, violencia y muerte.

La Generación Yo. La pérdida de valores y la desintegración familiar ha provocado que niños y jóvenes se encuentren continuamente solos o con uno de sus padres, lo cual repercute seriamente en su desarrollo emocional. La falta de confianza en los padres para la satisfacción de sus necesidades básicas da como resultado: lo primero es satisfacer mis necesidades y primero soy yo.

Ambiente familiar inseguro. Las familias numerosas casi han desaparecido, dando lugar a configuraciones que van desde familias con el padre o la madre o los abuelos a cargo de los hijos. Otras es donde ambos padres trabajan fuera de casa. El concepto de sí mismo se desarrolla primero y más sólidamente en el hogar. En muchas ocasiones no se tiene la madurez necesaria para formar estos hijos.

Personalidad y carácter difícil. En la actualidad el temperamento de los niños se ha vuelto más contrastante, algunos son más fáciles y otros muy difíciles de manejar, y generalmente permanecen así por años. El temperamento de los hijos y los alumnos es determinante para la disciplina.

Al interior del aula las causas pueden ser:

Aburrimiento. Muchos alumnos se aburren en la clase porque no hay algo que los motive a trabajar con entusiasmo. Otros han aprendido a fingir interés y se sientan derechos y aparentan estar atentos, aunque  su mente está lejos de la escuela.

Falta de poder. Algunos alumnos se sienten frustrados porque no tienen voz ni voto. El maestro indica todo. Los estudiantes muestran su desacuerdo de no haber sido tomados en cuenta en el diseño de las actividades escolares y sentirse parte importante de ellas.

Límites no son claros. En la mayoría de las escuelas se diseñan los reglamentos escolares sin la participación de los alumnos y, además, las normas no son claras respecto a que se les permite y en caso de transgredirlas, la sanción correspondiente provoca agresión.

Ausencia de espacios para el desarrollo de la inteligencia emocional. Generalmente las normas y las reglas indican lo que no se puede hacer y no se les presentan alternativas, es decir, qué cosas se pueden hacer en lugar de… Los alumnos necesitan saber identificar sus sentimientos y comunicarlos de una manera clara.

Agresiones a su dignidad. Muchos alumnos están convencidos de que nunca tendrán éxito en la escuela, porque en su hogar o en la misma escuela se les ha hecho sentir así, con agresiones directas a su persona sin aclararles que es a su comportamiento. Ellos suelen rendirse fácilmente y consideran que ser visto como problemático es mejor que como tonto.

Sentimiento de malestar. Tanto docentes como muchos jóvenes de varias partes del mundo, creen que sus mutuas relaciones no marchan del todo bien en las escuelas.

Los docentes deben elaborar con sus estudiantes las estrategias disciplinarias más convenientes, en función del grupo de alumnos y los estilos de enseñanza que les caracterice, que sumado a la preparación pedagógica, personalidad y experiencia serán factores que ayudarán a mantener la disciplina.