En el contexto de la actual sociedad dominicana, isleña, caribeña, latinoamericana y mundial hablar de conductas éticas, sustentadas en valores como la responsabilidad, el servicio, la honestidad, la solidaridad y de actuaciones que asumen un compromiso ciudadano son temáticas relegadas a un segundo plano.
En el contexto nacional dominicano, en el marco de la imposición del proyecto neo-liberal capitalista, la formación ética y ciudadana es una temática que no se suele abordar en su justa dimensiones, y cuando se le aborda con frecuencia se le desnaturaliza. Por eso aunque se hable de ética profesional en las universidades, de ética docente en el mundo de la educación, de ética de los funcionarios públicos en la administración pública, o de ética del periodismo, en la mayor parte de los casos esa formación no impacta significativamente la vida de las personas, las familias, las comunidades y el país.
La primera escuela para la formación ética y ciudadana tendría que ser el ambiente familiar. Pero conocemos las dificultades de nuestras familias para educar en conductas éticas a las nuevas generaciones, cuando muchas veces las personas adultas, madres, padres, tutores, parientes, no son referentes éticos para las y los jóvenes, adolescentes, niños y niñas.
El segundo lugar más importante para la formación ética y ciudadana tendría que ser la escuela; sin embargo en la escuela hay múltiples debilidades en este sentido; entre éstas podemos señalar como un problema real el hecho de que la mayor parte de las y los directivos y docentes, carecen de una ética comprometida, asumida y de un compromiso ciudadano real, en sus respectivas comunidades y contextos.
Desde la implementación del primer Plan Decenal de Educación (1992), las altas instancias del Ministerio de Educación, influidas por las orientaciones e imposiciones neoliberales de organismos internacionales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) o por universidades privadas locales, que funcionan como empresas al servicio del gran capital nacional y extranjero, relegan a un segundo plano, todo lo relacionado con la formación ética y ciudadana.
En el currículo elaborado en el primer Plan Decenal de Educación (1992) se dejó fuera como asignatura curricular todo lo relacionado con la formación ética y ciudadana. Por reclamo de la sociedad se incorporó mediante la resolución 3-99 (1999) la asignatura de moral y cívica. Pero la cosa no queda ahí, sino que en la actual revisión curricular que se está realizando en el MINERD se ha definido la competencia ética y ciudadana, entre otras 7; sin embargo a ésta se la trata como un simple eje transversal. De hecho en el currículo del Nivel Básico que ya ha sido revisado y actualizado, se ha dejado fuera la asignatura de educación moral y cívica. Y esto no parece suceder por pura casualidad; pareciera ser una decisión sustentada en motivaciones bien pensadas y programadas por quienes están definiendo las políticas educativas en estos momentos.
Las iglesias cristianas y otros grupos religiosos tendrían también un papel importante en la formación ética y ciudadana. Sin embargo, la mayor parte de estos grupos se reducen a educar a su gente para responder a las normas y tradiciones de sus grupos religiosos; en ese sentido son eclesio-céntricos. Y en la mayor parte de los casos esa educación y sus tradiciones morales no llegan a la categoría de ser una formación ética y ciudadana, ni asumir conductas ético-políticas sustentadas en valores universales, en donde se prioriza lo público, sobre lo privado y lo comunitario y familiar sobre lo personal. Por eso hay mucha gente que se declara religiosa y al mismo tiempo reproduce las mismas conductas y actitudes egoístas y corruptas de quienes solo priorizan sus intereses personales y/o partidarios.
Los medios de comunicación serían también instrumentos válidos para la formación ética y ciudadana. Sin embargo, la mayor parte de los medios existentes son simples empresas que forman parte de poderosos grupos económicos que solo les interesa aumentar sus capitales y por tanto invisibilizan lo relacionado con la formación ética y ciudadana, la educación para la justicia, pues eso atentaría contra sus intereses económicos y corporativos.
En el contexto dominicano hay iniciativas diversas que están promoviendo la educación ética y ciudadana crítica; entre estas organizaciones podemos señalar a Participación Ciudadana, El Centro Cultural Poveda, El Centro Bonó, El Consocio de Educación Cívica, la Fundación Masada, entre otras.
Con la intención de dar un aporte significativo a la educación ética, axiológica y ciudadana de diversos sectores de la sociedad dominicana surge la Red de Educación Ética y Ciudadana (REDETYC). Por eso este sábado, 27 de junio, se realizará la asamblea constitutiva de esta organización de la sociedad civil, después de un período de tres años en que se han ido poniendo las bases teóricas, organizativas y programáticas de la misma. Tiene como propósito: “Promover e incentivar la formación ética, axiológica, ciudadana y política, con la articulación de actores, actoras y organizaciones e instituciones educativas y comunitarias, nacionales, caribeñas, latinoamericanas y mundiales, para contribuir con la construcción de una sociedad inclusiva, justa y solidaria en el marco del paradigma de la Vida Digna”.
En definitiva la REDETYC pretende,- articulada con otras organizaciones e instituciones sociales que vienen haciendo un trabajo de formación ética y ciudadana continua -, dar un aporte significativo a una tarea social que requiere especial cuidado y atención en la actual sociedad dominicana; pues la crisis ética, ciudadana, económica, social y política existente requiere de la formación de conciencias críticas, indignadas, capaces de aportar a la gestación y al desarrollo de un proyecto de sociedad justa, equitativa, inclusiva y democrática.