Difícil encontrar quien no haya afirmado o escuchado en boca de otros :este país se jodió. Ahora, con cierta frecuencia se debate, si tendrá salvación, si existe alguna manera de enderezarlo, si podemos aspirar y esperar a un futuro que nos devuelva algo de lo que se ha perdido.
El país no se jodió. Lo que si está jodido es el país que dos generaciones han conocido. La cultura que recibimos, los valores que heredamos, las instituciones que nos legaron, la dinámica en la cual existimos las dos generaciones últimas, ese tramo de país, en efecto se jodió y a mi juicio, contemplando la evidencia disponible y la realidad circundante, no existe la menor posibilidad de restaurarlo. Se ha forjado una nueva cultura que legitima en la cotidianeidad todo lo que antes fue condenado y execrado; los niños y los jóvenes crecen y se forman en esa nueva cultura, la asumen con normalidad, se extrañan de los berrinches de los mayores y adquieren, con los años, los dispositivos conductuales de defensa que le permiten integrarse a ese nuevo medio al cual, en vano la generación anterior trató de corregir y al cual tampoco pudo o supo adaptarse. Porque al calificar este entorno ya Dante lo hizo mejor que nosotros:
y es su instinto tan cruel y tan malvado,
que nunca sacia su ansia codiciosa
y después de comer más hambre aún tiene.
¿Y entonces?
Un país, cualquiera, puede descender indefinidamente hasta calificar para la expresión empleada: se jodió. Por esa rampa se puede deslizar despacio, rápida o atropelladamente y siempre, en la parte baja, ese lodazal hacia el cual todos nos dirigimos y del cual no se puede salir aunque uno que otro individuo y hasta grupo puede tener éxito al intentar escapar. La idea de que una sociedad toca fondo no es automática sino solamente posible. De todos modos, incluso si hubiera tocado fondo la sociedad dominicana no ha tenido a mano el impulso necesario para romper el estado de cosas porque, dicho impulso solamente puede proceder de fuerzas, personas y organizaciones capaces de lanzarse e impulsar una gestión de cambio, rectificación y restauración. Por razones que no viene al caso enumerar ahora, la sociedad dominicana no ha podido hacerlo.
Entonces, este país no se jodió, sino que cambió. Nosotros, la gente de mi generación y otras nos jodimos. El país sigue su deriva con nuevos pasajeros y nuevos tripulantes apenas reconocibles; navega por mares desconocidos pero ya vividos en otras partes.
La sociedad dominicana está hoy tan atrasada, tan embrutecida y tan envilecida que algunos podríamos dormir 20 años y al cabo de ese tiempo abrir los ojos para ver si ya la realidad nos alcanzó. Un día cualquiera puede surgir una posibilidad de cambio pero, por ahora, como en la Divina Comedia:
DEJAD, LOS QUE AQUÍ ENTRÁIS, TODA ESPERANZA.
Estas palabras de color oscuro
vi escritas en lo alto de una puerta;
y yo: «Maestro, es grave su sentido.»
Y, cual persona cauta, él me repuso:
«Debes aquí dejar todo recelo;
debes dar muerte aquí a tu cobardía.
Hemos llegado al sitio que te he dicho
en que verás las gentes doloridas,
que perdieron el bien del intelecto.»
Cualquier semejanza de estas líneas con varias y recientes publicaciones de “fogaraté” es entera a irrevocablemente intencional.