Mientras mas amplia y diversa sea la dispersión del voto en las próximas elecciones nacionales, mayor será la ganancia para la oposición democrática. Sin embargo, prevalece la creencia contraria. La idea de que la unidad hace la fuerza, que es en si misma correcta, se toma, sin embargo, fuera de contexto y no se percatan muchos de que es extemporánea. Es una idea simpática, es un llamado que tiene ese aire de la cosa buena, sincera y correcta, pero no lo es, ni estratégica ni tácticamente hablando. Ahora bien, ¿de donde se alimenta el atractivo y la fuerza de la convergencia? Del miedo ciudadano a que los peledeistas sigan arriba. Pero de nuevo, ese miedo es mal consejero. Me pone prisa y abraza un argumento simplista. Tengo que hacer esto ahora o perderemos del PLD. En cambio, sigo creyendo que la mejor estrategia es trabajar para forzar una segunda vuelta y eso se logra ampliando el escenario de opciones, no cerrándolo. Por eso, veo la convergencia como el segundo paso, no el primero.
Cada fuerza política y cada sector social acudirá a votar, con mas entusiasmo, mientras mas amplia sea la gama de opciones que le sean ofrecidas y ese voto expresará, en primer lugar, una preferencia por y no un rechazo a. En ese escenario, muchos que no han votado antes, lo harían o podrían hacerlo y otros que votaron PLD por resignación tendrían una opción sin necesidad de acogerse al estribillo de que no había otra cosa. Bajo la creencia de que no podían o no querían votar por el PRD, tanto por razones como por prejuicios, muchos favorecieron al PLD. Esa gente tendría, en este escenario, la oportunidad que una polarización temprana les quitaría. Si la gente puede votar por cualquiera de las alternativas que se presenten, sin adherirse a la creencia de que están botando su voto, el resultado arrojará el mas claro y convincente retrato de la sociedad dominicana frente a un proceso electoral. Mientras mayor sea entonces la dispersión, mejor el resultado y así mismo, el futuro de los partidos no mayoritarios incluso de aquellos cuyo destino, por ahora, no nos importa ya que solamente funcionan como franquicias y bisagras.
Hay otro aspecto de naturaleza psicológica que tiene importancia. Un voto disperso permite que el descontento pueda expresarse con la mayor libertad posible y al hacerlo proporciona una demostración inequívoca de debilidad por parte del partido de gobierno. Es bueno darle al electorado la posibilidad de votar en contra del PLD sin que necesariamente tengan que darle ese voto a un PRD a quien antes han rehusado favorecer. Si en las elecciones pasadas el PRD obtuvo un 49% de la votación a pesar de un fuerte rechazo de su candidato, del fraude oficial y de los errores de ese mismo candidato, tratemos de imaginar como se comportará ese electorado si fuera dejado en libertad de votar a favor de cualquiera sin por ello sentirse culpable de nada. Los votos a favor de otras candidaturas procederán de todos los litorales, especialmente un segmento importante del PLD descontento, reformistas desconcertados, independientes que no se sienten representados y perredeistas desencantados.
Forzado a ir a una segunda vuelta, el PLD pierde impulso, resulta cuestionado y termina colocado en una posición mas difícil para la ejecución del fraude en la segunda vuelta porque, entre otras cosas, una segunda vuelta es virtualmente equivalente a un plebiscito donde se vota si o no. El PLD se ha organizado para ganar en primeras vueltas y ellos saben bien porque han trazado y ejecutado rigurosamente esa coreografía. Por lo tanto, hay que plantearse donde es mas vulnerable el PLD: ¿frente a una convergencia inicial o forzado a ir a una segunda vuelta?
El arte de una estrategia exitosa consistiría en asegurar que los llamados a votar, por parte de los partidos hasta ahora pequeños, sin alianzas, coaliciones ni convergencias propiciados por otros actores políticos se haga sin atacar ni dañar la posibilidad y la necesidad de que esa alianza que se niega para una primera vuelta esté, sin embargo, abierta y disponible para la segunda vuelta. Por lo tanto, lo mas inteligente sería caminar separados hacia el 16 de mayo 2016, pero en la misma dirección y asegurándose de que, dentro de esa enorme diversidad de fuerzas que intencionalmente se promueve, permanezca sólida la visión y la convicción de que la alianza y la unidad serán no solo oportunas sino necesarias y esenciales para ganar en una segunda vuelta.
Estoy convencido, porque conozco a muchos de sus proponentes iniciales, que la propuesta de convergencia es genuina pero esa autenticidad de origen no la hace correcta. El PLD sigue sirviéndonos las mismas recetas y los mismos procedimientos que antes. Quieren una campaña a su conveniencia y ya empezaron con las encuestas que están diseñadas no para reflejar resultados, sino para inducirlos.
Todavía es muy temprano para abordar todos los escenarios de las próximas elecciones. Saber identificar cual es cual es parte de lo que será necesario, -no para ganarle al PLD porque eso ya lo hizo el PRD en 2012- sino para ser y hacer gobierno.