En esta semana, el pasado 25 de septiembre, se celebró el aniversario 54 del derrocamiento de Juan Bosch como presidente de la República. Como consecuencia de ese hecho, quedó abolido el Congreso Nacional y la Constitución, que había sido proclamada el 29 de abril del 1963, que planteaba un nuevo proyecto-país, sustentado en el modelo de la Revolución Democrática.

Juan Bosch como ciudadano, escritor y fundador de dos partidos políticos es un referente necesario cuando se busca algún modelo  ético y político, en el contexto dominicano, caribeño y latinoamericano, que pueda orientar el camino y la práctica de los movimientos sociales, las organizaciones comunitarias y los partidos políticos emergentes que luchan por la creación de una sociedad verdaderamente democrática, en donde se luche, de forma constante, por una distribución equitativa de los bienes y las riquezas y en donde se asuma como un compromiso permanente la lucha contra la corrupción y la impunidad.

En sus escritos y novelas como La Mujer (1933), Luis Pie (1942), Dos Pesos de Agua (1941), entre otras, Juan Bosch refleja su sensibilidad humana y su solidaridad con la situación del campesino dominicano despojado y sometido a la pobreza en el contexto de la larga dictadura del tirano Rafael L. Trujillo. Y Bosch tenía una visión integral de la miseria en la que se vivía en la isla; por lo tanto también le preocupaban los pobres y oprimidos del oeste de la isla, de Haití.

En una carta enviada por J. Bosch en 1947, desde su exilio en Cuba, a unos intelectuales dominicanos que mostraban tendencias racistas y xenofóbicas, les invita a cambiar de actitud y de forma de pensar. Refiriéndose a los pueblos haitiano y dominicano y a los grupos dominantes de la isla del tiempo de la dictadura de R.L. Trujillo (1930-1961) y del presidente haitiano E. Lescot (1941-1946), señala: No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la masa; No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la clase dominante. Pero así como en los hombres del pueblo en ambos países hay un interés común – el de lograr sus libertades para tener acceso al bienestar que todo hijo de mujer merece y necesita -, en las clases dominantes de Haití y Santo Domingo hay choques de intereses, porque ambas quieren para sí la mayor riqueza. Los pueblos están igualmente sometidos; las clases dominantes son competidoras. Trujillo y todo lo que él representa como minoría explotadora desean la riqueza de la isla para sí; Lescot  y todo lo que él representa como minoría explotadora, también”. [1]

La Constitución del 1963 hace referencia constante a la necesidad de crear una sociedad basada en la justicia social y propone castigar el robo y la corrupción pública, así como hacer devolver lo robado: “Se declaran delitos contra el pueblo los actos realizados por quienes, para su provecho personal sustraigan fondos públicos o, prevaliéndose de sus posiciones dentro de los organismos del Estado, sus dependencias o entidades autónomas, obtengan ventajas económicas ilícitas. Incurrirán en los mismos delitos las personas que, desde las mismas posiciones, hayan proporcionado deliberadamente ventajas a sus asociados, familiares, allegados, amigos o relacionados… A los convictos de tales delitos les será aplicada, sin perjuicio de otras sanciones previstas por las leyes la pena de Degradación Cívica, la cual organizará la ley; además se les exigirá la restitución de lo ilícitamente apropiado” (Const. 1963, Art. 5).

Es conocido el hecho de que Juan Bosch, durante su permanencia en el cargo como presidente, alejó del cargo y mandó a la justicia a uno de sus más cercanos colaboradores acusado de corrupción. También promovió el sometimiento a la justicia a quienes cometieron actos de corrupción en el manejo del dinero de las empresas públicas productoras del azúcar.

En el discurso de proclamación de su candidatura presidencial, el 27 de octubre de  1962, se refirió a la declaración jurada de bienes de las y funcionarios públicos, la cual extendió también a su propia familia: “Que se prepare desde ahora toda mi familia a rendir, si es que el PRD gana las elecciones, a rendir cuenta pública de lo que tienen, como lo haré yo, para que cuando el pueblo lleve a otro al poder, se sepa cuánto adquirimos entre todos mientras nosotros gobernábamos, porque ha llegado ya la hora de que las personas públicas y sus familias rindan cuenta, al día y al centavo, de cada peso que tienen, de cada peso que reciben y de cada peso que gastan” (J. Bosch, Obras Completas, Tomo XIX, p. 61).

Al asumir la presidencia de la República el 27 de febrero de 1963 Juan Bosch y su esposa Carmen Quidiello declararon ante el Notario Público Dr. Fabio García Mota: “Que no poseen ninguna clase de bienes muebles ni inmuebles, propiedad rural ni urbana, ni acciones en ninguna Compañaía ni fondos en dinero u otra especie en la República Dominicana ni en el extranjero”. Esta condición de absoluto despojo de bienes materiales la mantuvo Bosch hasta el día de su muerte.

En su carta dirigida al Pueblo Dominicano, después del derrocamiento, en la madrugada del 26 de septiembre del 1963, J. Bosch fue enfático en señalar cómo en su gobierno de 7 meses no se había dado lugar a la corrupción ni a la impunidad:  “Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas, pero también con justicia social (…). En siete mes de gobierno, (…) no hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones…”

El 18 de noviembre de 1973 J. Bosch renunció al Partido Revolucionario Dominicano  fundado por él y otras personas en el exilio cubano y a partir de ese mismo año funda un nuevo partido, el Partido de la Liberación Dominicana. En su pensamiento los integrantes de ese nuevo partido deberían caracterizarse precisamente por su honestidad y manejo transparente de los bienes públicos. Por eso declaró públicamente en 1982 que, “los dominicanos y dominicanas saben muy bien que si tomamos el poder no habrá un peledeísta que se haga rico con fondos públicos… “

El 15 de marzo del 1991, después de haberse celebrado las elecciones del 1990 en la que el PLD sacó el 33% de los votos, J. Bosch renunció al PLD señalando que dentro del partido morado había gente que resultó electa diputado, senadores regidores y síndicos que a su juicio se había aferrado a una corriente de gente oportunista, que solo deseaba obtener cargos públicos para su beneficio personal.

La mayor parte de los discípulos  boschistas, del PRD y del PLD, renegaron de la ideología y la práctica ética y política de su Maestro. Sin embargo, el Profesor  cuenta con una multitud de nuevos discípulos y discípulas; personas que con sus palabras y su práctica están retomando su herencia luminosa. Entre estos están muchos de las y los líderes del Movimiento Verde y de organizaciones comunitarias y populares que lo siguen teniéndolo como modelo a imitar. Por eso decimos que J. Bosch sigue siendo referente y caminante de la Marcha Verde y que la Revolución Democrática, ética y política, gestada y articulada en el gobierno y en la Constitución del 1963 debe retomarse, por el bienestar común de las y los habitantes del territorio isleño, incluyendo a quienes tuvieron que emigrar buscando mejores condiciones de vida.

[1]Revelan carta de Juan Bosch de 1943 sobre el drama de Haití. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/02/21/revelan-carta-de-juan-bosch-de-1943-sobre-el-drama-haiti/#.Wc0heVSPLyQ