He escrito en múltiples ocasiones que los haitianos emigran a la República Dominicana en busca de oportunidades económicas, igual que emigran los dominicanos hacia otros países. Muchos empresarios dominicanos del sector agrícola y la construcción los emplean por la mano de obra barata que ofrecen, y el Gobierno dominicano los deja entrar como subsidio laboral al empresariado.
Su llegada no es organizada ni legal. Se hace con la complicidad de oficiales civiles y militares que se lucran con el peaje que cobran para permitir el tráfico indocumentado de haitianos hacia la República Dominicana.
O sea, la migración haitiana indocumentada es un negocio para empresarios y para la corrupción de funcionarios públicos.
Una vez en el país, la sobreexplotación de la mano de obra haitiana se mantiene si esos migrantes siguen indocumentados. Documentarlos e integrarlos a la sociedad dominicana sería empoderarlos.
La agitación cíclica contra los inmigrantes haitianos que se produce en la República Dominicana, como ocurre ahora, es parte esencial de este proceso de sobreexplotación de la mano de obra. Activar el miedo y el rechazo dominicano hacia esos inmigrantes sirve de soporte a la estrategia económica de mantenerlos indocumentados y marginados (igual sucede en otros países con los inmigrantes pobres).
Así es que, por más que el Gobierno diga que sacará a los inmigrantes haitianos, como dice ahora, no lo hará. Repatriar una gran cantidad de haitianos sería derrumbar el sistema de sobreexplotación laboral, mediante el cual, muchos empresarios dominicanos aumentan sus ganancias y los precios de los productos se mantienen más o menos controlados.
Deportar pequeños grupos de inmigrantes, muchos de los cuales vuelven a entrar al país con la complicidad de las autoridades dominicanas, solo sirve para aterrorizarlos y que el Gobierno genere apoyo político entre los dominicanos.
Como la razón de ser de esa migración haitiana es económica, las mujeres embarazadas son de poca utilidad porque no pueden realizar labores fuertes durante el embarazo, ni por un tiempo después de dar a luz. Por eso las presentan como como una carga hospitalaria para el país.
Se dice con frecuencia que las mujeres haitianas son traídas desde Haití a dar a luz en la República Dominicana porque aquí hay mejores hospitales. Pero ninguna autoridad dominicana ha dicho cuántas de las mujeres embarazadas haitianas que van a los hospitales viven en la República Dominicana desde mucho antes de quedar embarazadas; es decir, no llegaron simplemente a dar a luz como se ha propagado.
Los inmigrantes haitianos (hombres y mujeres) no fueron traídos a la República Dominicana por la ONU, ni Estados Unidos, ni Francia, ni Canadá, ni ninguna ONG. Vienen desde su calamitoso país a buscar trabajo y mejor vida. Al llegar a la frontera los dejan pasar cobrándoles peaje; y ya aquí, los emplean en grandes cantidades por bajos salarios sin beneficios.
Esa es la realidad desde hace muchísimo tiempo. Lo demás es mucha bulla para mantener la animosidad dominicana contra los inmigrantes pobres, tan rentable para la sobreexplotación de la mano de obra.
Artículo publicado en el periódico HOY