Hay muchas frases manidas para referirnos a un alma al partir hacia la nada o el todo. Partir hacia la noche. Entonces recurrimos a hipérboles, deformaciones de la realidad que es el primer balbuceo del lenguaje con el mundo ignoto después de la muerte. El miércoles pasado 20 de septiembre, enterramos a Peng Sieng Rafael Sang Ben, el hermano quinto de la “pandilla” de los Sang Ben, los hijos de Don Miguel y Doña Ana.

De primera mano, el salón tomado en Santiago para realizar las exequias fue un asalto público de la ciudadanía, iniciando la guardia de honor del ciudadano Peng Sieng, por sus compañeros del su formación política, encabezados por Minou Tavarez Mirabal y Samuel Bonilla, seguidos de la Marcha Verde, por otra  del Núcleo de Apoyo de la Mujer, y completado con el turno del Foro Municipalista. Una muestra del compromiso con la sociedad de mi hermano Peng Sieng.

Desde la óptica política, asistieron los líderes de la izquierda en los que Peng Sien militó y, digo yo, fue el mejor candidato a Senador en Santiago, y deseo que sea referente para los candidatos del futuro. La política de alto a la corrupción y negación a la impunidad, debe enroscarse en una provincia y que  ésta irradie hacia el resto del país. Minou Tavares Mirabal  y Max Puig, de Opción Democrática y Alianza Democrática, deben  no desperdiciar esta herencia.

La misa de cuerpo presente fue muy emotiva porque uno de los oficiantes sacerdotes, el Revdo. P. Tobías Cruz ha sido apoyo, por larguísimos años en las tareas a nivel de pueblo, en el Movimiento Campesino Independiente de Pincholo, el apelativo cariñoso familiar, y ofreció una homilía “directa al grano” como era él. Para culminar con las palabras testimoniales del hermano tercero, Ping Jan Adriano Sang Ben, que suscribo en su totalidad.

Llegar al cementerio de El Ingenio, me pareció percibir que Peng Sieng se resistiera entrar a la tumba al lado, y entiendo por qué: el ataúd le parecería ostentoso, por lo que hubo que destruir un volado ornamental para que cupiera y Peng Sieng, alma ajena a estos lujos, permitió que le cerraran la visión del Sol por siempre jamás. ¿Sería el comienzo de una leyenda? La leyenda del revolucionario bueno y la del político serio.

El Presidente Medina nos hizo llegar el aliento presidencial. Para mí, personalmente, es significativo porque este gesto distingue la actuación de un político de base, que ofreciendo lecciones de compromiso cívico, le ofrece esperanza a que la cultura política cambiara de una de cacique-sumiso a una de plena conciencia y participación ciudadana. El mismo juicio le corresponde a los varios a los más variados políticos y ciudadanos que nos hicieron llegar sus gestos de solidaridad.

Peng Sieng y yo conversábamos como dos analistas no sesgados sobre todas las noticias que llegaban a nuestro conocimiento, por lo que podemos dar fe de que nunca observé si la chaqueta había que cambiarla de acuerdo al público que nos atendía. La conciencia democrática recorría nuestra conversación. Sería otra señal de la leyenda. La Leyenda de internacionalista.

La verdadera preocupación familiar era el estado de los herederos de Pincholo. Todos respiramos henchidos de satisfacción cuando Pincholo manifestó sus instrucciones para ellos. Una preocupación que se lleva consigo a su nueva morada, por lo que podemos asegurarnos de que hay un cielo también para los ateos.

No soy cínico. Pincholo, en la última semana dramática, nos reveló que había valor sabido valorar toda su vida y encontrarse que ha sido una persona “siempre íntegra” y satisfecha consigo mismo. ¿No es esa el ideal de la vida de una persona creyente? Pincholo llegó a la fe, viviendo una vida de fe los sesentitres años que duró hasta apagarse.