Durante mucho tiempo la educación fue un proceso de instrucción en el que los alumnos eran receptores de conocimientos que recibían de maestros y profesores. Esta concepción evolucionó y actualmente se entiende y se valora Ia diferencia entre un proceso de instrucción y otro de educación. Este último es más amplio y los estudiantes son tratados no como recipientes sino como personas. Por eso, en Ia actualidad se espera que los docentes les enseñen algo más que conceptos, procedimientos y actitudes en cada asignatura, sino también valores para que se conviertan en ciudadanos con derechos y deberes.

Estos valores se transmiten a través de los temas o ejes transversales, entendidos como aquellos aprendizajes que comparte toda Ia comunidad educativa. Pero, existe otra forma extraoficial, y en ocasiones no intencionada, que las instituciones educativas la utilizan para transmitirlos. En este caso se está hablando del curriculum oculto (CO), afirma Beatriz Carrillo Siles (2009),

Esta entrega pretende ampliar y profundizar el proceso educativo en relación al CO, por la importancia creciente que va teniendo cada vez más, aunque no dejan de aparecer educadores que, por una u otra razón, consideran que este no debería existir, sino solo el curriculum conocido y asumido por todos.

El término CO se incorpora al discurso educativo en Ia década de 1960, a partir de los trabajos empíricos realizados por el pedagogo estadounidense Philip W. Jackson, que al analizar los resultados de sus investigaciones en centros educativos, puso al descubierto para Ia teoría educativa y curricular, un conjunto de fenómenos que están implícitos y se desarrollan simultáneamente con el curriculum escrito, oficial. Los mismos involucran aspectos relacionados con la selección de  contenidos a enseñar, el aprendizaje de los estudiantes, la asimilación de Ias normas que rigen la comunidad escolar, Ias acciones de los maestros/profesores y la internalización  de Ia cultura de Ia sociedad a que pertenece la institución  educativa (Francisco Cisterna Cabrera, 1999).En relación al concepto curriculum, George J. Posner, profesor de Ia Universidad de Cornell, Estados Unidos, en su libro Analysing the Curriculum, publicado en 1998 y traducido al español 2 años después, expresa: “Hasta ahora se ha hablado acerca del término ´currículo´ como si fuera posible obtener su significado real, como si solamente hubiera una cosa que se pudiera considerar como currículo. En realidad, no se tiene uno sino cinco currículos simultáneos para tener en cuenta: el oficial, el operacional, el oculto, el nulo y el extracurrículo. Estos se describen sucintamente en esta nota publicada en 2015.

Para Alfredo Furlán “El curriculum es el resultado de la actividad global de la escuela, no solamente lo que pasa en las aulas, también de lo que pasa en pasillos fuera de las aulas”. En otras palabras, se trata de una expresión cultural dentro de la institución que engloba valores, ideología, conocimientos, experiencias, como pieza clave de una sociedad que demanda recursos humanos con la suficiente capacidad y competencia para adecuarse a las circunstancias sociales, políticas y económicas dominantes.

El CO surge como respuesta a necesidades de orden económico, político, social, cultural, pero también ideológico, por sus contenidos y fuerte carga de sus funciones morales y de una cierta reproducción social. Los especialistas consideran que se basa en el reconocimiento de que los estudiantes “absorben” lecciones en la institución educativa que pueden o no ser parte del curso formal de estudio, por ejemplo, cómo deben interactuar con sus compañeros, profesores y otros adultos. Las áreas que moldean las perspectivas de los estudiantes abordan cuestiones como el género, la moral, la clase social, los estereotipos, las expectativas culturales, la política y el lenguaje, entre otros. Su transmisión se lleva a cabo de múltiples formas. Desde las relaciones sociales desarrolladas en las instituciones hasta la forma como imparten las clases los maestros/profesores, pasando por las normas de conducta que se imponen. Además, elementos como la estructura social del aula, el ejercicio de la autoridad docente, el uso del lenguaje o los libros de texto también lo configuran.

Está presente en todos los aspectos del aprendizaje, por tanto, también en la enseñanza de todas las asignaturas. En este caso, los aspectos no tienen que ver con el vocabulario, la gramática o hablar el idioma, sino que se relacionan con los mensajes y temas que se trabajan en esos apartados de la materia.

Abarca  todo aquello que existe detrás y en paralelo al proceso pedagógico y se contrapone a la noción del curriculum formal, debido a que no está contemplado en el diseño curricular ni en la normativa del sistema. Por el contrario, deriva de ciertas prácticas institucionales que pueden ser hasta más efectivas para la reproducción de conductas y actitudes. De ahí que provea enseñanzas encubiertas, latentes, no explícitas, que la institución tiene la capacidad de brindar en la medida que los docentes tengan una noción clara de una ideología común que trata de formar estudiantes en correspondencia con su ejemplo.

Su importancia ocupa un gran lugar en las etapas educativas de los alumnos y deben ser tomadas en consideración por las instituciones.  Conocer todo lo que sucede en ellas es prácticamente imposible de llevar a cabo, pero estas deben dedicar los recursos posibles a establecer una línea de comportamiento a seguir. Además, sus posibilidades son muchas como proveedor de conocimientos, en la medida en la que los docentes desarrollen una conducta y una transmisión de conocimiento en común. Este es el mejor camino, para transformar las connotaciones negativas originadas por la creencia de que determinadas instituciones puedan emplear su posición para el adoctrinamiento ideológico de sus estudiantes, en una actitud positiva en la que valores humanos como respeto, empatía, honestidad o ayuda a los demás sean transmitidos de forma preferencial.

Su concepción y el desarrollo están implícitos, sobre todo, cuando se habla de valores; el problema surge cuando estos se asumen como dogmas que impiden las transformaciones que requiere la sociedad.

El proceso de socialización abre un amplio arco, casi ilimitado, que tiene que ver con el CO, que se sabe cuál es, pero no es tangible, no está escrito en el papel, no está formalizado explícitamente, se acepta tal y como es, aunque existe un primer acuerdo en el sentido de que tiene un importante fin social y una enorme incidencia en el proceso pedagógico. En primera instancia se circunscribe a los procesos que suceden dentro del aula, las técnicas grupales, los diálogos y los valores de los actores que participan en él.

Enfocar el tratamiento del CO en forma reflexiva entre los actores del proceso educativo, clarifica lo que se entiende por cada uno de los valores básicos y reconoce los criterios y líneas prioritarias de acción dentro de una visión global de la acción institucional. Significa tener definido un conjunto de principios sustantivos de valores, normas y hábitos consensuados y aceptados como base de la acción educativa.

El CO no se desarrolla de manera consciente, sino que, muchas veces, impregna el proceso educativo de las áreas de conocimiento que se imparten. Entre sus características hay que destacar que es: 1) Omnipresente porque permanece durante todo el aprendizaje sin ser consciente de ello. 2) Omnímodo pues tiene diversas formas de inculcarse al alumnado. 3) Reiterativo porque las actividades se repiten mecánicamente. 4) Invaluable porque va más allá del aprendizaje de un contenido.

Finalmente, el CO trata un compendio de normas, costumbres y creencias que van más allá de los que se establecen en los curricula de las distintas etapas educativas. Su enseñanza empieza en la edad temprana de la escolaridad. Parte del momento en que niños y niñas empiezan a formarse sus propias opiniones y comienzan a ser autónomos de los adultos. Es ahí donde se aprenden cuestiones de suma importancia para la sociedad y, sobre todo, donde se pueden erradicar los estereotipos, comportamientos o valores inadecuados.