La reelección siempre es mala porque al perseguirla, el gobernante corrompe todo lo que toca, degrada las instituciones, pervierte los procesos, prostituye las instituciones, daña la fibra y la esencia de una nación alrededor de los intereses temporales de un individuo en lugar de preservar los bienes, fortuna y destino del conglomerado nacional que somos todos. Entre nosotros, la reelección siempre ha estado asociada a la dictadura y a la tiranía, al abuso y la opresión, a la sangre derramada, a los rencores y los odios, a la delación y la traición. Y no obstante la gravedad comprobada y vivida de estos males, la reelección que ahora persigue DM añade otros males aun mas terribles y peligrosos.
Mucho mas grave que una disputa de interpretación de la Constitución, mas preocupante que el secuestro de oportunidades a otras personas y mas grave también que un problema de ambición personal que se lleva de paro una promesa pública, un juramento solemne y la palabra empeñada. El mas grave y grande problema de la reelección de DM es que la única manera de hacerla posible es modificando la Constitución y, todos sabemos que, para modificar la constitución hay que comprar diputados; sobornar al por mayor los legisladores y prometer y otorgar otras prebendas millonarias para conseguir el voto tanto de los legisladores peledeistas como de la seudo oposición.
Pero resulta que si DM logra sobornar la cantidad de legisladores necesaria para pasar la reforma, entonces él y su gobierno quedan obligados a perpetrar otro fraude de igual o mayor envergadura en las elecciones del año 2020: comprar votos, secuestrar urnas, falsificar actas y manipular resultados preferiblemente electrónicos que lo presenten como ganador sin haberlo sido porque:
¿Quién creería que DM va a perder en el conteo de los votos después de haber comprado el Congreso?
Después de una ilegalidad, obligatoriamente sigue la otra porque ¿quien invertiría tanto dinero ni se comprometería en actos ilegales y fraudulentos si no tiene –mas allá de cualquier duda- la garantía absoluta de ganar? La garantía absoluta que necesita DM para contar los votos a su favor condena a todos los demás a la inseguridad absoluta, produce resultados tan fraudulentos como los procedimientos empleados para lograrlo y llena de ilegitimidad cualquier resultado. Para anticiparse a ese desenlace DM tramitó una Ley de Partidos y otra Ley de electoral confusas, contradictorias e inmanejables que otorgan al Tribunal Superior Electoral, controlado por el, poderes y autoridad que jamás ha tenido. Sumado a los cambios en el poder judicial y la recomposición de las altas cortes, DM asegura un poder judicial cautivo y su control de los medios de comunicación permite tanto el silencio ante las denuncias como la manipulación conveniente de estas según sea el caso.
Dado que el 73% de la población dominicana es opuesta a la reelección de DM y dado que todo el país es testigo de la compra del congreso y del inevitable fraude electoral, la credibilidad y la legitimidad de un resultado electoral reeleccionista puede ser impuesta por la fuerza pero no aceptada voluntariamente ni de buena gana por la población. Entonces, un gobierno como el que resultó de las dos últimas contiendas marcadas por una primera reforma constitucional y fraude electoral a gran escala además de impopular y odioso carece de legitimidad y sin legitimidad nadie puede ejercer, defender ni gestionar la gobernabilidad del país. Entraremos en un periodo de protestas, paros y desordenes, aumento sostenido e incontrolable de la inestabilidad y la ingobernabilidad que arruinaran empresas, aumentaran desempleo y empobrecerán nuestra gente aun mas.
Considerando que la inversión extranjera directa y el turismo se han convertido, junto con el descomunal endeudamiento externo, en las fuentes principales e indispensables de estabilidad y falso crecimiento económico estaríamos entrando a una situación donde ninguna de las principales fuerzas económicas podrá asegurar un desempeño aceptable. La visible fragilidad de la economía dominicana será severa y trágicamente afectada por la inestabilidad política, la violencia, el desorden y la inseguridad resultando en un estancamiento primero y una decrecimiento después dejando hoteles y aviones vacíos, quiebras bancarias y empresariales; abandono de operaciones industriales y una disminución neta de todos los índices de actividad económica. La modernidad, la urbanización y la prosperidad aparente alcanzada en las últimas décadas por la economía dominicana no sobrevive a un periodo de inestabilidad política desatado por el descontento creado por la reelección y sus políticas y practicas corruptas.
Adicionalmente a los factores económicos la imagen del país y la precaria institucionalidad existente serían agravadas por las medidas y decisiones que contra el país resultarían en los organismos de cooperación internacional o las instituciones garantes de lo acuerdos suscritos porque la pérdida de legitimidad al interior se extiende y contamina el ámbito internacional acentuando el aislamiento del país y enfrentando las medidas que otros países así como organismos adoptarían. Los que hoy, por ventajas temporales favorecen la reelección llorarán lagrimas de sangre porque la devastación, la catástrofe y las turbulencias desatadas por el descontento resultante perjudicaran, arruinaran y pondrán en peligro la vida y los bienes no solamente de los que se oponen a la reelección sino de todos los dominicanos sin distinción de banderías políticas.
Una moneda cada vez mas devaluada, el costo de la vida mas caro, el desempleo en aumento, la desesperanza reinante, la autoridad sin prestigio ni credibilidad para poner orden en los de abajo por no haber perseguido los crímenes cometidos por los de arriba; el ciudadano desprotegido frente a la delincuencia. La inseguridad personal y jurídica reinando en todas partes, el abuso de poder por doquier, el país dependiendo de prestamos e importaciones en lugar de conservar su capacidad productiva, los edificios y las torres vacías, la gente sin poder pagar sus deudas de vehículo y perdiendo sus bienes y muebles ante bancos y financieras también en bancarrota; los extranjeros sin venir a comprar inmuebles, las calles llenas de basura y repletas de mendigos nacionales e importados y en ningún lado un funcionario al servicio de la ciudadanía, ni un policía que se respete para cuidar la vida de la gente, ni un soldado que cuide la frontera de la penetración de los embarques de droga ni de los inmigrantes ilegales, ni un juez decente y capaz que imparta justicia. En ese escenario producto de una nueva reelección es que tenemos que mirarnos pues, en el caos y la anarquía resultante pagaremos justos y pecadores. Esa destrucción de la nación, la sociedad y la familia dominicana es un presente que ya vivimos pero a cuyo agravamiento fatal e irreversible nos arrastra un presidente que quiere seguir en el cargo no porque tenga nada que ofrecerle a este país, sino porque no sabe que hacer ni donde irse para escapar a la justicia que lo perseguirá por todos los abusos, estafas, crímenes y delitos cometidos durante su mandato. DM no tiene palabra, no respeta acuerdos ni compromisos y ha demostrado ser capaz de incumplir cualquier promesa y traicionar cualquier juramento, el mas solemne, incluso el suyo propio y ante Dios.