Nueva York.-Una realidad innegable es que Hillary Clinton, como candidata-producto, resulta horrorosa, tiene mala venta en el mercado electoral.  En el 2008 estaba sola, nadie la desafiaba, tenía la maquinaria política más eficiente de la nación y todo el dinero del mundo.  Danzaba confiada hacia su coronación, pero un desconocido sin maquinaria ni dinero y con nombre absolutamente in-pronunciable, Barack Obama, “le comió los dulces”.
El inmenso apoyo que recibió Obama, vino de esa “masa silente” demócrata que rechaza a Hillary.  Hoy eso está más evidente y demostrable con sondeos de opinión, igual que donaciones de campaña.
Según Real Clear Politics, Hillary tiene un 42 por ciento de las preferencias demócratas; el senador de Vermont Bernie Sanders el 26, y un 20 apoyaría al vicepresidente Joe Biden. Conclusión: el 42 por ciento la apoya, pero el 46 por ciento, la mayoría, rechaza a Hillary.
Los recientes reportes financieros de las campañas, revelan otra historia, mucho peor para Hillary.  Ella recaudó $28.0 millones y Sanders $26.0 es un pequeño margen que revela grandes realidades electorales.  
La mayoría de los donantes de Hillary aportan el máximo permitido, $2.700, sus $28.0 millones pueden ser 15 mil personas pagando $2.700 por cubierto en varias cenas. Cubren costos, quedan $28.0 millones. Las donaciones de Sanders cuentan otra historia,  $1.3 de sus $26.0 millones provienen de 650 mil personas que le mandaron $30.00 en promedio.  Sanders ya sobrepasó las micro-donaciones que recibió Obama en el 2008, y falta un año para las elecciones.
Hillary representa el poder; hay una rebelión contra el poder. Ella se percibe como responsable de la mitad de los errores de su marido y de todos los suyos. Y no tiene ni el 10 por ciento del carisma y el encanto de Bill.
Hillary tiene la venta muy, muy pesada.