El 12 de octubre de cada año se recuerda la llegada de los colonizadores europeos a nuestra tierra, liderados por el navegante Cristóbal Colón, quien, como enviado de la corona española, buscaba nuevas tierras en donde expandir el poder colonial y la búsqueda de minerales y otras fuentes de riquezas naturales que producirían los recursos económicos necesarios para sostener los viajes del navegante Colón y, sobre todo que permitiera mantener económicamente a flote a la corte española de los llamados reyes católicos.

Los más perjudicados con la colonización fueron los pueblos originarios de la isla y, luego, los de las islas vecinas que fueron traídos como esclavos, y posteriormente los negros y negras traídos como mercancía desde la costa occidental de África.

Como fruto de la convivencia forzada surge en la isla el mestizaje entre europeos, indígenas, europeos y africanos. Y surge una nueva clase social representada por los criollos, los hijos e hijas de europeos y los hijos de europeo y nativos, o de europeos y negros. Se trata de un grupo social que en terminología de J. Bosch, constituiría lo que él llamó la pequeña burguesía y que hoy constituiría la clase media.

Históricamente ha habido un sector de la población que pertenecería a lo que hoy llamamos clase media, que ha tenido una considerable influencia social, económica y política; que estuvo en la gestación del proyecto de los trinitarios, liderados por J.P. Duarte; dichos ideales fueron retomados luego por los llamados restauradores (1963-1965) y los posteriores gobiernos del partido azul. Un siglo después, en el siglo XX, hubo un nuevo intento de retomar el proyecto de inclusión y equidad social durante el efímero gobierno de J Bosch en 1963 y en la revolución de abril de 1965.

Hoy tenemos un gobierno en el cual los empresarios tienen un poder preponderante. Por eso, hay quienes ha hablado del gobierno de los “tutumpotes”, como decía J. Bosch. De hecho, el presidente, la vicepresidenta y el ministro de la presidencia son reconocidos empresarios que han declarado grandes fortunas. Lo mismo podríamos decir de un buen grupo de las y los legisladores, ligados al mundo empresarial y comercial. La pregunta que surge al interior de un sector de la sociedad es, ¿serán capaces estos funcionarios de impulsar políticas sociales y económicas que disminuyan los privilegios de los más enriquecidos y permitan avanzar en la redistribución equitativa de las riquezas?

Por otro lado, en las declaraciones juradas presentadas a la Cámara de Cuentas algunos funcionarios han presentado grandes fortunas; además de que algunos de ellos han invertido grandes sumas de dinero para llegar al gobierno central y sus dependencias, a las cámaras del congreso nacional o a puestos públicos relevantes. Siendo así, hay un sector social que se pregunta, si en las políticas públicas que impulsen, ¿legislarán prioritariamente a favor de los intereses de los grupos económicos poderosos? ¿Priorizarán los intereses grupales y partidarios? ¿O priorizarán los intereses de la mayoría de la sociedad?

La clase media es tal vez el sector que más expectativas se ha creado en torno al nuevo gobierno, porque fue el grupo social que más luchó en los últimos años a favor del fortalecimiento de la institucionalidad democrática en el país, a favor del 4% por ciento para la educación y la preservación de los recursos naturales; que luchó contra la corrupción y la impunidad en la Marcha Verde, y la celebración de elecciones transparentes en las más recientes manifestaciones de la Plaza de la Bandera. De hecho, sigue siendo la clase media el sector que tiene mayor posibilidad y libertad para exigir las demandas y transformaciones sociales que requiere la nación.

La socióloga Rosario Espinal ha afirmado que la clase media votó preferentemente por el partido en el poder y tuvo un papel preponderante en la elección del nuevo gobierno. Fue un elemento decisorio en la victoria electoral del PRM tanto en las municipales como en las presidenciales y congresuales, destacándose los grandes centros urbanos. Planteó Espinal que el gobierno tiene que satisfacer las demandas de ese grupo. Afirmó: “Para gobernar con efectividad, el PRM tiene que dar respuesta a las expectativas de bienestar de esa clase media que lo eligió sin hundir a los pobres y sin favorecer excesivamente a los ricos. Es un inmenso desafío en medio de una crisis económica”.(1)

Fue la clase media quien más se opuso, recientemente, al intento del gobierno de imponer nuevos impuestos que estarían sustentando una parte del presupuesto del 2021. Esta presión social no se hizo esperar y el gobierno tuvo que echar para atrás.

La clase media no solo debe demandar políticas sociales que le beneficie, sino que debe tener en cuenta las necesidades de las y los más pobres, de las y los trabajadores por cuenta propia, de los hijos e hijas de Machepa, como decía Bosch, y apoyar las demandas de sus organizaciones por la creación de más y mejores puestos de trabajo, y por la mejora de los servicios básicos de salud y educación, seguridad social, entre otros.

El gobierno ha anunciado que será reanudado el diálogo en el Consejo Económico y Social (CES), para llegar a un pacto fiscal, tal como lo establece la Estrategia Nacional de Desarrollo (2030), en medio de la crisis social y económica desarrollada y agravada en el contexto de la pandemia global. Ahí la clase media y los sectores sociales comprometidos con los intereses públicos deben luchar para exigir que en los acuerdos de pacto fiscal sea definido que paguen más quienes más tienen. ¿Cómo? Disminuyendo la evasión fiscal del gran empresariado, gravando las grandes fortunas, quitando los privilegios irritantes, así como ajustando los salarios de lujo de algunos funcionarios públicos y utilizando esos recursos en la mejora de la calidad de los servicios públicos de toda la población y, en particular, de los sectores sociales más excluidos.

Nota

  1. ¿Por quién votó más la clase media el 5 de julio? Disponible en: https://acento.com.do/opinion/por-quien-voto-mas-la-clase-media-el-5-de-julio-8868568.html