Cerradas las puertas para el fraude electrónico, Danilo Medina se apresta a una nueva aventura para el cinco de julio 2020. Todo sea dicho y hecho en aras de conservar la impunidad que lo ha protegido hasta ahora.
La llegada al país de la covid-19 y los miedos y medidas que desató ofrecieron una oportunidad sobre la que se lanzó voraz el Sr. Medina. Posponer las elecciones del 16 de mayo al 5 de julio le dió tiempo y aire para lanzar la más agresiva campaña clientelista que hayamos visto jamás. Volando en aviones inadecuados, pero propios, trajeron de China unos miles de mascarillas y equipamiento auxiliar para proteger de la epidemia mientras el gobierno se declaraba incapacitado para comprarlos o gestionaba su adquisición a sobreprecio escandaloso. Han invertido miles de millones de pesos llevando, después del toque de queda, pan, salami y arroz a miles de hogares. Han violado todas las leyes y normas de seguridad llenando de gratis cilindros de gas en plena calle. Han censado y registrado a decenas de miles de hogares para beneficiarlos a nombre del Penco con subsidios de emergencia que pagan con nuestro dinero. Han usado, con sin igual descaro, el Plan Social de la Presidencia y la flotilla de vehículos del Estado para hacer campaña. Han dilapidado billones sin registro ni control en propaganda radial, televisiva y vallas. Han montado un ejército de mercenarios para ir casa por casa comprando votos, consciencia y todo lo que estê a la venta porque ellos saben que solamente comprándolos tendrán votos para el Penco. Al amparo de un artilugio financiero se apropiaron de 40 mil millones de los fondos de pensiones de los trabajadores y siguiendo su estilo han publicado decenas de encuestas falsas para crear la percepción, igualmente falsa, pero políticamente útil, de que el Penco ha crecido, está empatando o incluso se ha ido arriba en dichas encuestas.
La torpeza y pusilanimidad de candidatos opositores alienta la desfachatez del gobierno y de la JCE. El Penco no está en el imaginario de poder de los dominicanos. Cada voto a su favor es un voto comprado. Danilo Medina sostiene ese proyecto con nuestro dinero mientras el propio PLD se desangra, sin cesar, en las juramentaciones de sus miembros en la Fuerza del Pueblo con Leonel Fernández. El humor de esta sociedad se decantó por el cambio y el cambio va -por las buenas- el 5 de julio o a la mala poco después, pero va. Y sépase que esta nueva realidad dominicana se aplicará con igual o mayor rigor a las nuevas autoridades que estarían recibiendo un mandato condicionado a la calidad de su desempeño. Es probable que el poder, empeñado en campaña sucia, usando fallecidos para crear cuentas falsas de internet, no haya leido el humor de este nuevo país. Al final, nosotros estamos abocados a un ajuste de cuentas múltiple y nada ni nadie evitará que se consume. El ajuste será muy duro, solamente falta ver si será también sangriento. Danilo Medina ha perpetrado todas estas atrocidades con el beneplácito de la Junta Central Electoral cuya infame conducta pasará a la historia y cuyos miembros, en su momento, serán juzgados con severidad cuando este país, rotos todos los diques de contencción, haya de enfrentarse a las consecuencias de semejante proceder.
Es verdad que en cualquier otro país del mundo, incluyendo los africanos más notorios, todos estos hechos hubieran desatado ya profundas e irreversibles reacciones. Es verdad también que cualquier resultado que emane de esa campaña es ilegítimo. Acorralado por la inevitabilidad de ser perseguido y juzgado cuando esté fuera del poder y un nuevo gobierno se enfrente a la debacle del erario público, una deuda impagable, un país ingobernable le pasará la cuenta a todos.
Es verdad, finalmente, que Danilo Medina entiende que, inmerso el mundo en la pandemia, pocos observadores vendrán y poco será lo que hagan; además no habrá tiempo para impugnaciones ni reclamos. Por eso es tan importante que todas estas ilegalidades fueran documentadas y transmitidas al exterior, aunque se sabe que no es el mejor momento para que les hagan caso. Y otra cosa, acosado el gobierno de los EEUU por sus propios problemas internos, no estará mirando para acá el 5 de julio y que, por todo lo sabido y dicho antes, Danilo tiene una oportunidad de intentar salirse con la suya.
Visto el dislocamiento de fuerzas y recursos asi como las limitaciones del poder existentes, lo van a intentar. No se si limitado a las candidaturas senatoriales para controlar la justicia o van a ir a por todo, pero de que van a intentarlo no tengo duda alguna. Si pueden será fraude a lo bestia y mientras más exitoso sea para ellos este 5 de julio mas trágico resultará para todos, pero también más purificador. Pueden tener éxito temporal mientras el miedo a más de lo mismo con el Penco sustituye la frescura de una esperanza reverdecida de cambio. Eso puede ocurrir, pero si así fuera el miedo -consumada la trama del 5 de julio- no tardará en convertirse en rencor y, de lo más profundo de este pueblo surgirá, con la fuerza del desengaño y el odio desatado, un reclamo de justicia que hasta ahora solo se ha enarbolado con música, entusiasmo y algarabía, pero sin sangre.
“Los sabios aprenden de los errores de otros, los listos aprenden de sus propios errores y los necios no aprenden de ninguno de los dos”. Alea Acta Est, para los que sepan leerlo en latín. “A tomar po’l culo”, en la España de hoy.
PS: Este artículo estaba escrito cuando al atardecer del día 5 de junio vi publicado el decreto 208-20 que designa a 7 nuevos gobernadores provinciales supuestamente por renuncia. Aquí nunca antes han renunciado 7 gobernadores y menos a cuatro semanas de elecciones nacionales. Estoy convencido de que esas “renuncias” forman parte de un plan relacionado con lo que usted acaba de leer, pero aún no puedo precisar los términos de la relación.