Llegaba diariamente a CDN, alegre y repartiendo abrazos, disimulando sus dolores, para hablar de lo sucedido hoy o ayer en la cancha y sus aros; en el campo de beisbol; en el amplio césped de las dos porterías; en todos los espacios donde la gente se apasiona en el deporte que la libera de una machacona cotidianidad apabullante. Y nadie sabía a ciencia cierta que Frank Prats, héroe de la vida, héroe de una gloriosa e irrepetible generación de deportistas, avanzaba tan rápidamente hacia la muerte, a la que había sobrevivido a base de voluntad y coraje… (Pero aunque haya muerto nuestro querido Franchy, no morirá su recuerdo).