Escribo la colaboración semanal de la columna “Observatorio Ético y Ciudadano” de Acento, desde Puerto Príncipe, la capital de Haití. En estos días navideños, junto a mi compañera, hemos estado visitando ciudades y comunidades haitianas desde la ciudad norteña de Cabo Haitiano, pasando por la ciudad de Gonaives, en el hermoso valle del Artibonito, Puerto Príncipe y la encantadora ciudad sureña de Jacmel, entre otros. Tanto en las ciudades como en las comunidades rurales nos ha llamado la atención la situación de pobreza extrema de la mayor parte de las familias, repletas de niños y niñas hambrientos, sin educación, sin servicio de salud, en un ambiente repleto de basura y aguas contaminadas.

“La cabeza piensa según por donde anden los pies”, señaló un insigne educador comprometido con la educación popular del pueblo latinoamericano y caribeño. Es por eso que me ha parecido oportuno en estos días navideños leer y reinterpretar, desde el contexto de la vida de los niños y niñas de las familias empobrecidas de esta isla, algunos de los textos (tantos bíblicos, como de villancicos) que han sido leídos o cantados en estos días de Navidad, en el contexto de comunidades y colectivos comprometidos con el mejoramiento de las condiciones de vida de los niños y niñas provenientes de los sectores populares de los dos pueblos que comparten el territorio de la isla que los pueblos originarios llamaron Haití o Quisqueya.

Leo el texto bíblico del profeta del siglo octavo a.e.c., Is 11,1-9 en el que se habla, como un signo de esperanza para el pueblo, del nacimiento de un niño/príncipe en la corte real de Jerusalén, en el momento en que la ciudad estaba siendo amenazada de destrucción por el poderoso imperio asirio. De él se dice: “Sobre él reposará el Espíritu divino, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de prudencia y valentía… No juzgará por las apariencias, ni se decidirá por lo que se dice, sino que hará justicia a los débiles y defenderá el derecho de los pobres del país…” Y el Salmo 72,12, en la misma línea de pensamiento, señala: “Él librará al mendigo que le clama, al pequeño, que de nadie tiene apoyo; él se apiada del débil y del pobre, él salvará la vida de los pobres; de la opresión violenta rescata su vida, pues su sangre es preciosa ante sus ojos”.

El evangelio según Lucas (2,1-18) nos presenta su versión sobre el nacimiento de Jesús en un pesebre, lugar de los animales, en Belén. Nos dice el texto: “Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio (…). Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal.  José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David; allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa…”

El cantautor italiano/puertorriqueño Tony Croatto que compuso e interpretó la canción “Niño Jesús”, nos presenta al niño nacido en Belén, cantando villancicos navideños y pidiendo su aguinaldo (regalos): “Allá en la puerta un niño; se llama Jesús. Con calzones rotos, descalzo y pelú. Viene con maracas, en la Navidad y pide su aguinaldo, te quiere cantar. ‘Yo no tengo tiempo, no puedo escuchar, dile que hay enfermo, que el señor no está. Ese es uno de esos, esos de arrabal, de esos que me roban, un hijo del mal (…). Ciérrale la puerta, no lo quiero aquí, mi amigo me espera, me tengo que ir. Irme ya de fiesta, voy a parrandear, dile que molesta se hace tarde ya. Dile que me deje, de una vez en paz. Que es noche del Niño, que en el cielo está…’ No hay ningún pesebre, no hay ningún portal. Solo tiene hambre, hambre de arrabal. Y ninguna estrella por él brillará, ni los Reyes Magos se molestarán”.

El texto-canción de T. Croatto contiene, además, una significativa proclama de fe: “Jesús hermano Jesús amigo Jesús extraño Jesús vecino, Jesús el barrio, Jesús la gente, Jesús la vida sencillamente… Jesús!… Con calzones rotos descalzo y pelú. Viene con maracas, en la Navidad. Pide su aguinaldo a la humanidad…”

Las personas, colectivos, organizaciones e instituciones solidarias de la isla tenemos un gran desafío, para el tiempo de navidad y para todo el año próximo: Seguir exigiendo la aplicación de políticas públicas orientadas a mejorar las condiciones de vida de la niñez empobrecida y continuar desarrollando los proyectos solidarios de educación, salud, acogida, desarrollo artístico, entre otros, dirigidos a la infancia desvalida. Esto nos exige seguir confiando en la fuerza que nace de lo pequeño, en la solidaridad y el empoderamiento que se genera desde las familias y comunidades empobrecidas, pero conscientes de su compromiso con la transformación de sus entornos. Así podemos seguir deseando feliz navidad y próspero año nuevo, 2018.