El educador tiene la responsabilidad de enseñar, pero la cuestión es saber si el acto de enseñar termina en sí mismo o, por el contrario, el acto de enseñar es solo un momento fundamental del aprender. Paulo Freire.

Diversos autores afirman que la enseñanza está en la base de la vida, no solo en la escuela, pues para vivir es necesario aprender el lenguaje para comunicar, pensar, recordar y aprender. Enseñar, en griego, se dice didasko, que literalmente significa ayudar a alguien a crecer.

Enseñar es una tarea compleja, que muchos docentes dominicanos, todavía, no están conscientes de que es más que copiar preguntas en la pizarra, asignar tareas, preguntar a cada estudiante, buscar información en la Internet, entre otras actividades, y comprobar con exámenes que se aprendió lo que se enseñó. ¿Qué implica enseñar hoy? Implica reaprender para enseñar de manera distinta; rectificar enfoques y prácticas para bien de los alumnos; el compromiso de quienes están dispuestos a aportar al país un trabajo académico de calidad, porque reflexionar sobre el mismo permite, al menos, darse cuenta de que todo lo que se ha hecho podría haber sido mejor, para que todos los estudiantes dominicanos aprendieran, pero las evidencias muestran que no ha sido así.

A continuación, estos planteamientos adaptados de Moll (2015),  que podrían favorecer cambios en la práctica rutinaria que ha influido negativamente en la calidad educativa preuniversitaria del país. La responsabilidad ética, política y profesional de maestros y profesores les impone el deber de  capacitarse cada vez más para realizar la actividad docente. Una capacitación continua que les ofrezca la confianza que necesitan para apoyarse en sus propios saberes, convicciones y en su capacidad para vincularse con los alumnos.

  1. Distinguir entre oír y escuchar de forma activa. Oír a los alumnos es mirarlos a la cara, pues la escucha activa implica entregar el tiempo a ese alumno que se ha dirigido al docente por algún motivo.
  2. Valorar más el proceso que el resultado. El examen no debe ser el todo, el rey del proceso de enseñanza y aprendizaje. Lo importante es supervisar lo que los alumnos van aprendiendo, asimilando de los procesos de enseñanza. Ese es el verdadero valor y no una calificación final.
  3. Fomentar la excelencia por encima de la perfección. La escuela de hoy es una escuela que busca la perfección, porque priman los resultados y se olvida de que lo importante no es ser perfectos, sino correctos. La excelencia ve en el error un proceso más del aprendizaje, porque no conoce límites y siempre tiene margen para la mejora, pues incide más en el proceso que en los resultados. La enseñanza desde la excelencia implica un reto que moviliza voluntades.
  4. Ser empático en lugar de simpático. La experiencia enseña que con los alumnos no se trata de ser simpáticos, sino empáticos. La simpatía implica tener una respuesta, una solución para todo y la aprobación de los alumnos. Mientras que la empatía se centra en la persona y no exclusivamente en la solución para esa persona, porque no juzga al otro. Según la RAE la simpatía es la inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua. En cambio, la empatía es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.
  5. Explicar no es lo mismo que enseñar. Enseñar y explicarson dos términos íntimamente ligados con la educación, aunque ambos presentan diferencias sustanciales por sus enfoques educativos distintos. Reflexionar sobre estos conceptos es reflexionar sobre la práctica docente. Pero lo importante es, precisamente, invertir esa metodología, es decir, impulsar la enseñanza por encima de la explicación. Cuando el docente explica da respuestas, mientras que si enseña provoca preguntas sobre aquello que ha captado el interés de los alumnos. Este cambio metodológico implica transformarse en un docente que enseña desde el diálogo, la motivación, la curiosidad, la cooperación y la autonomía. Permite que el alumno deje de ser un mero espectador, para convertirse en un auténtico protagonista de lo que sucede en el aula; y  predispone para la escucha activa, porque se centra en el alumno y no en lo que le interesa o conviene al docente. ¡El reto es impulsar la enseñanza por encima de la explicación!
  6.  Formular preguntas abiertas. A menudo las preguntas que plantean los docentes son cerradas y estas no generan opciones, ni procuran el diálogo con los alumnos. Por tanto, es necesario formular preguntas abiertas que provoquen el análisis, la reflexión y que sirvan para trabajar las emociones (Moll, 2014). Es el tipo de pregunta que se debe fomentar en las aulas para dirigirse a los alumnos, pues las mismas fomentan la conciencia y aumentan la responsabilidad al plantear las respuestas, además, retroalimentan al docente.
  7. Equilibrar en el aula las inteligencias emocional e intelectual. La educación tradicional es lineal. Y como tal, el tiempo es para trabajar conceptos, procedimientos. Y como no crea opciones, no es posible enseñar emociones. Las emociones pasan por replantear cómo se enseña en el curriculum vigente, orientado, también, a las competencias emocionales. Bizquerra R. y Pérez N. (2007) definen competencia como “la capacidad de movilizar adecuadamente el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para realizar actividades diversas con un cierto nivel de calidad y eficacia”, lo que al parecer se dificulta en la escuela pública dominicana.
  8. Enseñar a aprender desde la cooperación. Ofrecer la oportunidad de que los alumnos aprendan de sus compañeros es, sin duda, ir sustituyendo la clase lineal y tradicional por una clase cooperativa que proporciona una nueva visión del aula. Sin embargo, conformar los grupos de aprendizaje no es fácil. Este artículo de Moll (2013) puede ayudar ese proceso.
  9. Defender una escuela inclusiva. Los alumnos con necesidades educativas especiales tienen derechos como los demás a recibir la educación que requieren para su máximo desarrollo personal, intelectual, social y emocional para insertarse en la sociedad. De ahí que los docentes deben asumir un papel eminentemente activo y defender la escuela inclusiva de todos y para todos, para avanzar en el camino hacia la igualdad.
  10. Hacer de las TIC un aliado, no un sustituto. Las TIC nunca sustituirán a los docentes, sino que los acompañarán para hacer de ellos mejores enseñantes. Las nuevas tecnologías facilitan los aprendizajes, pues son una herramienta muy válida para aprender. Ayudan a entender el mundo, pero los docentes son los que facilitan la lectura, la interpretación a las respuestas. La Educación va más allá de responder sí o no. Esta debe basarse en el libre pensamiento, la crítica constructiva, la reflexión, el cuestionamiento y el aprendizaje cooperativo. Todos estos aprendizajes indican que los docentes no solo son necesarios, sino insustituibles. Ellos tienen la oportunidad de convertir el mensaje unidirecionalidad de las máquinas en la bidireccionalidad basada en la pluralidad de las respuestas, transformándolas en otras preguntas y formulando preguntas con muchas respuestas.
  11. Valorar el error como una forma más de aprendizaje. Cuando se busca la perfección, no existe margen de error. La escuela desde siempre ha castigado el error. Y ha sido uno de sus mayores errores, porque un alumno que nunca se equivoca nunca aprenderá lo nuevo. Desde una perspectiva constructiva, el error hay que verlo como un elemento indispensable en el aprendizaje. Hay que comenzar a premiar el error, porque haciéndolo se consigue que los alumnos ganen en confianza, refuercen su autoestima y mejoren su autoconcepto. Es importante dejar claro desde el principio que el error forma parte del aprendizaje. En consecuencia, premiar las intervenciones, no las respuestas.

De acuerdo con Enrico Ferri (2016), aquel maestro o profesor que todavía considere que enseñar significa transmitir, transferir de un individuo experto a otro menos competente, valores y competencias está equivocado. El conocimiento es como la libertad; no puede ser otorgado, concedido, regalado, impuesto; debe ser deseado, conquistado, defendido. El enseñante debe ser un transmisor y un apoyo, un fermento y una guía.