Con la desaparición física de Emilio Brea, la ciudad de Santo Domingo, la ciudad en sentido lato y el urbanismo dominicano pierden su voz más punzante y el más sistemático defensor de la buena práctica de gestión urbana y municipal. Su ausencia ocurre precisamente en el peor momento de la práctica  urbanística y del municipalismo de nuestro país.

Emilio Brea hizo del tema de la ciudad, su principal preocupación profesional, intelectual y de militancia política, que no era otra que la militancia por sus ideas. La cantidad, sistematicidad y calidad de sus escritos sobre arquitectura, la gestión urbana y municipal, la preservación del patrimonio edificado e incluso la crítica a la práctica de una clase política dominicana corrupta y corruptora, constituyen parte de sus preocupaciones, de su producción intelectual y de sus iniciativas para llevar acciones concretas tendentes a mejorar los espacios urbanos y el ejercicio del poder político en el país.

En sus escritos y posiciones en eventos no hacía concepciones, fue punzante, de una fina ironía que sólo es posible en personas de vasta formación cultural y de insobornable militancia. A modo de ejemplo, en uno de sus artículos titulado, "Exitoso fracaso" decía:" comparar Santo Domingo con Nueva York, (grande o chiquito) con Madrid o Paris es un brillante rebuzno, un atractivo ladrido o un impactante graznido" o refiriéndose a una de esas absurdas intervenciones urbanas en Santiago decía que " Un grupo amplio de arquitectos, urbanistas, escritores, abogados e intelectuales, entre los que hay periodistas, están dispuestos en Santiago a mover la sociedad para frenar el intento caprichoso de deshacer la historia  (de Santiago-C.P-) a mandarriazos".

Era un hombre de pensamiento lúcido, pero de acción, una suerte de gremialista y promotor de Congresos, Bienales de Arquitectura, de actividades gremiales, donde llevaba sus "propuesta a consideración de la sesión plenaria del IV congreso del CODIA", al tiempo que con ironía escribía  "Santo Domingo, primero en todo, pero de último", a propósito de un estudio sobre los niveles de calidad de vida en más de 130 ciudades del mundo, donde se establecía que  "Santo Domingo en la República Dominicana ocupó el último lugar, sobre todo debido a los grados bajos en el transporte, la tecnología , el capital humano, y la economía (tan solo por eso… jajajajaja)".

Santo Domingo es la última en todo, según esos y otros indicadores, pero las autoridades de su ayuntamiento, elegidas o  no, están entre las  mejor pagadas del mundo.  "¿A quién le importa la capital dominicana?", se preguntaba, pues sus autoridades, como las de otros municipios en franca violación a Ley  140 de la constitución se auto asignan y autoincrementan sus salarios y no pasa nada.

Desde inicios de los años 90, la ciudad y con ella el urbanismo adquirieron un inusitado interés en algunas escuelas de Arquitectura del país. Entre los arquitectos y urbanistas que asumieron e impulsaron esos temas se destacó  Emilio Brea, un arquitecto de la ciudad, por la sistematicidad de sus escritos, por sus acciones y militancia por una gestión urbana y municipal eficiente y honesta al servicio de la gente.

En estos momentos, en que las ciudades están en manos de muchas autoridades municipales corruptas, sin el más mínimo sentido del significado de  la administración del territorio, tránsfugas muchos de ellos, presentados en las listas unas estructuras partidarias que se cimentan y alimentan de un sistema clientelar perverso, voces como la de Emilio José hacen falta. Hace falta su coherencia e intransigencia en los principios, hace falta su empeño y su claridad sobre el significado de la gestión de la ciudad y del oficio de arquitecto.

Hace falta como un ciudadano ejemplar y como un entrañable amigo. Amigo de sus amigos.