Muchos se preguntan, como fue posible que el PLD fundado como una opción de izquierda por Juan Bosch en 1973 se convirtiera, no solamente en una entidad de derechas irreconocible en su discurso sino en promotora y vanguardia de las peores prácticas de gestión política y administración pública. Para los que extrañan ese PLD y para los que no han logrado explicarse esta evolución regresiva se han escrito estas líneas.

Hace apenas unos días, en Inglaterra, lejos de aquí y culturalmente distinta tuvo lugar un hecho importante. Jeremy Corbyn, un legislador laborista de izquierda desde 1983 ganó la presidencia del partido con un 60% de los votos. Ahora bien, lo importante de la victoria de Corbyn es que se produce contra el deseo y el activismo militante de todos los dirigentes laboristas que llegaron a la posición de Primer Ministro desde Tony Blair hasta Gordon Brown y también de la oposición de la plantilla dirigencial laborista y de la mayoría de los dirigentes que ocupan posiciones dentro de las cámaras y los cuales habían anunciado que no colaborarían con Corbyn en caso de que este ganara. ¿Por qué se oponían a Corbyn? Alegaban que, siendo un hombre de izquierdas, Corbyn no podría ganar unas elecciones generales y por tanto el Partido Laborista volvería a ser una entidad opositora sin posibilidades de formar gobierno. Para ser electos como primer ministro tanto Blair como los otros renunciaron a toda la plataforma izquierdista del laborismo y se convirtieron, no en el centro ni en la tercera opción que pretendieron sino en plataformas intercambiables con cualquier entidad de derechas. Los laboristas dejaron de ser laboristas  para parecerse a los conservadores y actuar como ellos en la creencia – no infundada entonces-  de que una plataforma de izquierdas no era elegible por parte de un electorado que se había movido a la derecha y había elegido repetidas veces a Margaret Thatcher cuya misión en el gobierno fue la de descuartizar el legado laborista de la postguerra privatizando los servicios públicos, los ferrocarriles, la electricidad, bancos, servicios sociales, salud, educación, pensiones y destruyendo los sindicatos.

El desplazamiento de los laboristas hacia la derecha no fue solamente el producto del oportunismo, el ventajismo y la traición de sus líderes sino también del desconcierto y la desmoralización que introdujo en el mundo progresista occidental, la crisis y decadencia del modelo socialista soviético a partir de los años 80 del siglo pasado. En aras del pragmatismo, los laboristas de entonces llegaron a la conclusión de que tenían que derechizarse para poder convertirse en opción de poder y eso fue exactamente lo que hicieron. La izquierda socialista francesa, el PSOE español y otros vivieron procesos de derechización similares. Sus dirigentes asumieron la agenda de la derecha, glorificaron las corporaciones y se rindieron a su agenda. Fue un  proceso global; la bancarrota del socialismo, el fracaso de la URSS y el triunfo del capitalismo. Al menos, eso era lo que  parecía y es todavía lo que creen muchos.

Aquí ya se puede notar la similitud con el proceso que atravesó el PLD, en la misma época, con el mismo discurso y por las mismas razones. La idea de que debían ser pragmáticos, atenerse a las realidades y abandonar el discurso y los planteamientos izquierdistas de Bosch cuya senilidad ya era además visible fue lo que llevó al PLD al proceso que lo transformó de un partido de izquierdistas a un partido de derechas al cual, ni el imperio, ni los empresarios ni los nuevos ricos tenían que temerle.  Lo que ellos no sabían entonces es que, pocas cosas son tan terribles, políticamente hablando, como un ex izquierdista haciendo política desde una plataforma, una visión y con una conducta que haya dejado de ser izquierdista.

Los excesos de corrupción a que ha llegado el PLD, ya derechizado en la República Dominicana resultan, de una manera enteramente natural, de esa conversión en un entorno pobremente institucionalizado, plagado de vicios antiguos y permeado de otros vicios nuevos que se diferencia de lo ocurrido en Inglaterra básicamente debido al grado de institucionalización previo existente en aquel país. Es decir, laboristas como Tony Blair y Gordon Brown y peledeistas modernos como Fernández y Medina son la misma cosa pero los locales representan una modalidad aberrante de aquellos, a tono con nuestra condición tropical, antillana y turbulenta. En un escenario como el dominicano aquellos tipos hubieran sido tan corruptos como lo ha sido cualquier dirigente peledeista.

Jeremy Corbyn, opuesto a la austeridad impuesta por la derecha, al apartheid, a la guerra de Iraq, proponiendo renacionalizar las empresas y servicios que fueron privatizados, planteando en conjunto una plataforma realmente de izquierdas surge como producto de la frustración del electorado con las políticas conservadoras, el aumento de la pobreza, de las desigualdades y la frustración frente a un sistema político en manos de las corporaciones donde todas las ofertas huelen y saben a lo mismo: pura derecha. Pues bien, Jeremy Corbyn opera en un escenario distinto al que experimentó el laborismo en los años 80 y 90 y si en aquel momento la jefatura laborista tenía razón en creer que no serían elegidos, hoy la historia es distinta porque, los ciudadanos y electores han presenciado y sufrido los estragos de las políticas conservadoras y han empezado a reaccionar contra ellas.

Jeremy Corbyn, como Podemos en España, como Syriza en Grecia, como Bernie Sanders en los EEUU son las mas conspicuas y recientes manifestaciones resultantes de un malestar de fondo. Los próximos meses y años no estarán regidos por la agenda corporativa sino por la resistencia de los pueblos a esa agenda. Es un proceso lleno de turbulencias, enormemente difícil y todavía sin una hoja de ruta clara. Ellos representan, hasta ahora, la única opción democrática en Occidente.  Los dominicanos todavía no se han percatado de cómo esta situación tiene que ver, no solamente con lo que es el PLD, de donde viene y por qué, sino que permite identificar señales que tendrán un impacto cierto en el escenario local, aunque repito, los dominicanos todavía no lo vean.