Danilo Medina es un hombre acorralado. Por primera vez en su carrera política las cosas han empezado a salirle mal. No como aquella batalla por la nominación del PLD que libró y perdió frente a Leonel Fernández en 2007. Todo lo está saliendo mal a tal punto que, incluso si gana, pierde.
Haber militarizado los accesos al congreso, golpeado legisladores, reprimido, avergonzado y acosado a otros ha resultado un espectáculo mediático deplorable. Lo que salga de ese congreso carece de legitimidad. No importa lo que sea. Creer que pueden ignorarse las consecuencias en el proceso electoral es no pensar con la cabeza.
Pero lo peor no es eso.
Un número reducido de fallecimientos, accidentes o agresiones a turistas ha desatado todas las alarmas y casi de repente Dominicana se convierte en un país sin ley ni orden y un destino peligroso. Las consecuencias inmediatas empiezan a verse. Cancelaciones, decrecimiento y aerolíneas reduciendo vuelos. Pero que tontos. Dominicana es un país sin ley, orden ni respeto desde hace años. Pero los empresarios de la industria no habían entendido que tarde o temprano el desmadre nacional iba a contaminar sus negocios porque está en la naturaleza misma de “la cultura de la satisfacción” que cuando las cosas están bien no se puede ni debe pensar que puedan salir mal.
Tampoco el gobierno entiende que el mal ejemplo que emana del Palacio Nacional y ha corrompido toda la administración, las instituciones y la cultura terminaría dañando la industria a pesar de los ghettos, de los guardianes y de la otra industria de la “seguridad” porque la imagen no dura para siempre y termina encontrándose con la realidad. ¿Cual? Que este país de ahora no sirve. Que no se puede tapar el sol con un dedo atribuyendo a una falsa campaña pobremente inventada una conjura. En el derrumbadero que llevamos como nación, se viene a pique la industria turística. Pudiera ser que esos mismos empresarios que alientan la reelección de Danilo se hundan con el. No ahora, un poco mas adelante.
La revelación hecha por el informe de un consorcio internacional de periodistas de investigación divulgado por Alicia Ortega incrimina directamente y de nuevo al gobierno no solamente porque ahora aparecen documentados sobornos de ODEBRECHT por 39 millones de dólares adicionales sino porque se identifican fechas, nombres, conceptos y circunstancias que además de comprometer aun mas la responsabilidad de Danilo Medina ponen al descubierto la labor de encubrimiento del procurador que ya estaba desacreditado por completo.
Un país, un gobierno, una justicia, una prensa y una sociedad política que todavía hoy no se ha atrevido a revelar quien fue el mandante de homicidio contra David Ortiz a pesar de la notoriedad local e internacional del hecho nos esta diciendo, al menos a los que estamos dispuestos a escuchar que, para Danilo Medina y lo que el representa, estamos en el principio del fin. Y es bueno que así sea. Pero no vendrá de gratis. Recuérdenlo.