El escándalo policial bautizado como ‘El Dicanazo’ nos deja dos enseñanzas bien claras: Que no todo está perdido por el comportamiento ejemplar del procurador Francisco Domínguez Brito y el cuerpo de fiscales, dirigido por Bolívar Sánchez. Estos tuvieron que sortear todos tipos de amenazas y sobornos contra ellos y sus familiares. Del soborno hablaremos más adelante en este artículo.
El otro elemento que quedó claro es que el señor embajador de Estados Unidos, James W. Brewster, es un excelente diplomático cuando se trata de defender los intereses de su país y ayudar a que la República Dominicana avance hacia la institucionalidad y la lucha contra la corrupción.
Aunque debemos sentir vergüenza de que tenga que venir un extranjero, al que frecuentemente acusamos de “injerencista”, a advertir que en la Dirección Central Antinarcóticos de la Policía (Dican), se robaban, vendían las drogas y chantajeaban a narcotraficantes.
Su comportamiento, las frecuentes actividades de Brewster y capacidad de trabajo es un tapaboca y enseña con el ejemplo a desafortunados grupos religiosos que lo pretendía descalificar antes de llegar al país por tener un compañero sentimental de su mismo sexo. Los extremistas hasta presionaron al Congreso para que rechazara su designación como embajador.
Los iracundos homófobos no entienden que la profesión o función pública de una persona no tiene nada que ver con que sea hombre, mujer, homosexual. Además de que si el amor es puro y no hace daño a nadie, no importa el sexo. El amor es lo más democrático que existe y no se le pone barrera.
Y como la unión se realiza de toda forma, el gobierno debe permitir el matrimonio gay para que todo se realice a la luz de todo el mundo. Deben comprender que es preferible que un hombre o una mujer se casen libremente por la Ley con alguien de su mismo sexo a que esa relación se realice solapada.
Lo que si es indefendible es que un pastor evangélico o un cura violen niños o niñas y que las entidades religiosas a las que pertenecen traten de tapar el escándalo.
En fin, los frutos del trabajo del embajador Brewster se están viendo, quien luego de notificar a las autoridades dominicanas lo que pasaba en la Dican, advirtió que si había algún funcionario norteamericano involucrado en el escándalo no habría encubrimiento.
Aunque en ocasiones anteriores he sido crítico con Domínguez Brito, debo reconocer que junto a sus procuradores ha sido honesto, valiente y eficaz en aclarar el caso. Está sentando precedente llevando a los tribunales a alistados, altos oficiales y fiscales.
Me quedé atónito al escuchar en un programa de radio a la portavoz de la Procuraduría General de la República, Tessie Sánchez, decir que al encargado de investigación del caso, Bolívar Sánchez, un imputado le ofreció 150 mil dólares para que lo excluyera del expediente acusatorio.
Por la conducta de Bolívar Sánchez y los demás fiscales se demuestra que es posible romper el viejo círculo de impunidad y encubrimiento.