Durante la educación secundaria se aprende que la regla número uno de la investigación científica es no sustentarla con un objetivo final premeditado, ya que sólo se utilizarían los puntos de datos que reafirmen su conclusión final, ajustando las variables de las estadísticas para obtener lo que se busca.
Eso no es ciencia real. Pero es exactamente lo que algunos científicos pretenden hacer cuando se trata del "calentamiento global", al utilizar datos parciales que apoyan su objetivo financiero y concluyente de atribuir al hombre gran parte de las causas y los efectos del "calentamiento global."
Los hechos de la madre naturaleza lo confirman. Cada año, las temperaturas suben y bajan con la primavera, verano, otoño e invierno. Un año no es más que un ciclo de 365 días. Cada día, las temperaturas suben y bajan con el día y la noche. Un día no es más que un ciclo de 24 horas. Estos dos ciclos ocurren automáticamente. No podemos cambiarlos ni detenerlos más de lo que podemos detener la rotación de la Tierra. Es imposible.
John L. Casey afirma que las temperaturas fluctúan por dichos ciclos, y en la Tierra aumentan o disminuyen basadas en su exposición al Sol. El tema está prohibido por el Panel Intergubernamental de la ONU sobre el Cambio Climático o la Sociedad Meteorológica Mundial. Existen ciclos solares intensos y bajos, pero todos sin excepción, alteran el clima en el planeta.
Algunos especialistas aseguran que el despilfarro financiero en las iniciativas sobre el cambio climático no sólo alcanza 22-mil- millones de dólares sólo en gastos. La revista especializada Forbes lo estima en 1.75 billones de dólares
Esencialmente, hay momentos en que la temperatura del Sol se pone más caliente y otros tiempos cuando se enfría, lo que se determina por la medida de las "manchas solares." Ello permitió a Casey identificar con precisión científica múltiples ciclos solares que determinan las temperaturas en la Tierra. Lo que sucede con estos ciclos es que son predecibles, ocurren cada once años, por lo que no es difícil anticipar lo que está por ocurrir en los próximos años.
De hecho, si los científicos hubieran puesto atención a estos "ciclos solares", hace años, podrían haber dicho que la Tierra se calentaría durante la década de 1990, y entonces se volvería a enfriar. Lo que en efecto ha ocurrido. Este ciclo climático dinámico, junto con varios otros ciclos, ha permitido a Casey realizar con precisión 11 predicciones exactas sobre el clima de la Tierra en los últimos años.
Algunos especialistas aseguran que el despilfarro financiero en las iniciativas sobre el cambio climático no sólo alcanza 22-mil- millones de dólares sólo en gastos. La revista especializada Forbes lo estima en 1.75 billones de dólares, principalmente por el efecto dominó que incluye reglamentos (de organismos gubernamentales como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos) los cuales encadenan a la libre empresa y obligan al consumidor a depender de la energía extranjera.
Según la revista financiera Forbes, el costo total de estos efectos en cadena es la asombrosa cifra de $1-billón-750 mil millones anuales, lo que en su totalidad se pierde sin resultados concretos. Ello equivale a $3-millones-329-mil-528 dólares por minuto. Con un negocio fabuloso así, no hay quién le ponga atención a John L. Casey.
En resumen, los gobiernos y los científicos financiados por el gobierno, querían asegurarse de que toda investigación publicada sobre el "calentamiento global" fuera uniforme y consistente con lo que ellos desean que se diga, no necesariamente con la evidencia real, a fin de garantizar el financiamiento continuo y la permanencia de sus proyectos a largo plazo.
Con razón, en la reciente reunión de 192 países en París para definir los objetivos del milenio de la ONU para el medio ambiente, sobraron las propuestas y contradicciones. La mayor preocupación de todos los presentes allí era y seguirá siendo quién cubrirá el aspecto financiero de un problema artificial, creado con un objetivo definido: llenar los bolsillos y las cuentas bancarias de una élite gansteril de políticos, científicos, corporaciones, individuos, y la complicidad de numerosas ONG’s “verdes” en el mundo.