En las últimas dos semanas he tenido la oportunidad de conversar y entrar en contacto con algunas personas de la diáspora dominicana que viven en la costa este de Estados Unidos; en los estados de Masachusetts, New York, Pennsylvania, Maryland y La Florida; en las ciudades de Boston, Lawrence, New York, Reading, Allentown, Salisbury, Orlando, West Palm Beach y La Florida.
En mi visita por estas tierras, destaco la participación en un interesante encuentro-diálogo con la periodista Altagracia Salazar, en el alto Manhattan, el pasado viernes 20 de septiembre. Dicho encuentro fue organizado por un equipo de la Coalición Democrática por la Regeneración Nacional, constituida en noviembre del 2018 y que en su asamblea constitutiva aprobó unos “Lineamientos básicos para un gobierno de regeneración nacional”.
En el conversatorio del pasado viernes, organizado por la Coalición Democrática en el alto Manhattan, se dieron cita varias personas preocupadas por lo que sucede en nuestro país y por la necesidad de la recomposición del proyecto social y colectivo de la sociedad dominicana. En la misma había comunicadores, líderes de la Marcha Verde, integrantes de la Coalición Democrática e incluso personas que estábamos de paso como en el caso de un servidor y mi compañera.
En el conversatorio la periodista Altagracia Salazar exhortó a las personas presentes a incidir socio-políticamente en la reorientación ética y política del rumbo de la sociedad dominicana. Para ello propuso aprovechar las próximas elecciones para convertir en votos conscientes el poder que les otorga los aportes económicos de las remesas, así como el hecho de no depender de prebendas públicas a la hora de votar, para aportar a la tarea de elegir y renovar un nuevo liderazgo partidario y comunitario, comprometido con la regeneración del proyecto social orientado a la búsqueda del bienestar colectivo.
En una conversación con algunos de los líderes de la Marcha Verde, estos criticaron la falta de coherencia de algunos líderes que han estado involucrado en ese movimiento social, que después de postularse para algunos cargos municipales y congresuales, se han distanciado de una lucha tan importante contra la corrupción y la impunidad que corroen la institucionalidad pública y privada en República Dominicana.
Aunque la mayor parte de los familiares y amigos con los que he conversado viven inmersos en las tareas cotidianas de la vida familiar y laboral, y solo reducen su relación con la sociedad dominicana al ámbito familiar, a visitas periódicas o casuales, a mantener vínculos con sus familiares y a aportar al sostenimiento económico; hay una porción que está concientizada, que mantiene vínculos y milita en partidos políticos y en movimientos sociales preocupados por la búsqueda del bienestar colectivo.
No debemos olvidar como algunos grupos de dominicanos y dominicanas de varios lugares de Estados Unidos han expresado su rechazo contra algunos líderes partidarios del PLD cuando han estado por estas zonas. Sobre todo, contra aquellos que han estado involucrado en grandes casos de corrupción. De tal manera que, según me informaron, algunas personas, los líderes partidarios del partido en el gobierno realizan sus encuentros con sus seguidores y seguidoras de forma privada, sin anunciarlo mucho.
La Marcha Verde ha tenido un significativo apoyo de los dominicanos y dominicanas en algunas ciudades de Estados Unidos. Esto es signo de que hay un sector importante de la población de la diáspora que está preocupada por la gran problemática que representa la corrupción y la impunidad que está enquistada en las instituciones públicas y privadas de República Dominicana.
La diáspora dominicana que vive en Estados Unidos cuenta, además, con destacados académicos e intelectuales situados en universidades locales, que mantienen un análisis crítico de lo que sucede en República Dominicana. Entre esos intelectuales, investigadores y escritores podemos citar a Silvio Torres-Saillant, Rosario Espinal, Amín Pérez, Julia Álvarez, Junot Díaz, entre otras y otros.
Algunos de estos intelectuales, escritoras y escritoras, aunque viven en Estados Unidos se interesan por temas relacionados con la realidad dominicana como el importante aporte de Silvio Torres-Saillant en su significativo texto, “El retorno de las yolas” (2010), que trabaja el tema de la identidad nacional. Otro texto a destacar es: “En el tiempo de las mariposas” (1994), de Julia Álvarez, novela que describe la vida y el asesinato de las Hermanas Mirabal.
Un sector significativo de la diáspora dominicana en Estados Unidos está también atenta a la presentación de investigaciones periodísticas que se han convertido en libros que tratan sobre temas significativos nacionales. Entre ellos podemos destacar dos textos que trabajan el fenómeno de la corrupción y la impunidad. Destaquemos la puesta en circulación en el Alto Manhattan, Nueva York, del texto, “El Reinado de Vicho Castillo, Droga y Política en República Dominicana’’(2014) del periodista Fausto Adames. Y actualmente están programadas para este mes de octubre, varias presentaciones del reciente texto del periodista Marino Zapete, titulado: “La crónica irreverente”, en ciudades como Boston, Lawrence, New York, Allentown y Reading.
En definitiva, en todo proceso de reorientación de la realidad dominicana es necesario contar con el aporte significativo de un sector importante de la diáspora dominicana que vive en Estados Unidos. No solo hay que valorar su aporte económico, sino también las potencialidades que tienen para una significativa incidencia en la realidad social, política y cultural. Pues, aunque las circunstancias les obligaron a emigrar del suelo nativo, un sector significativo de la misma sigue pensando y actuando cotidianamente para aportar al mejoramiento de las políticas públicas que hacen posible el necesario mejoramiento de la calidad de vida de toda la población dominicana.