Creo que el secreto de su desarrollo es el tremendo compromiso de cada generación de pasar a la siguiente lo que sabe y la confianza en que siempre habrá una mejor Alemania si sus ciudadanos pueden desarrollarse a partir de la base sólida que ya sus predecesores han logrado establecer
Esta semana visité Alemania con más de 50 compañeros de viaje. Por culpa de la COVID fue un viaje virtual, pero también gracias a la COVID fue una virtualidad muchísimo más avanzada de lo que hubiésemos podido lograr hace un año entre personas que se comunican en diferentes idiomas y a distancia.
Elegimos Alemania como destino porque le estamos buscando la vuelta a la generación de capacidades de los dominicanos y dominicanas para aumentar nuestra competitividad generando empleos de mayor valor que contribuyan a generar bienestar social. Alemania es un modelo en este sentido y paso a explicar por qué.
Se necesita mucha creatividad y organización para lograr enlazar el sistema educativo con el productivo. Eso de lograr que dispongamos de personas formadas y listas para las ocupaciones que demandan los sectores que queremos desarrollar suena fácil… solo en el papel.
Tenemos evidencia de que, aunque necesitamos expandir la oferta de educación y formación en los 8 niveles de nuestra propuesta de Marco Nacional de Cualificaciones, los más críticos son los de Técnico Superior. En muchos casos hemos observado la dificultad que encarnan algunos programas de estudios que pueden requerir que los estudiantes estén expuestos a maquinarias, herramientas y tecnologías tan costosas que tal vez no sea costo efectivo para el sistema educativo invertir en ellas. Por ejemplo, consideremos el caso de los estudios técnicos superiores en mantenimiento de aeronaves, en procesamiento de minerales y en procesos metalúrgicos. No me los estoy inventando: son títulos enlazados con la visión de país de la Estrategia 2030 que conllevan una gran inversión.
Incorporar al sector productivo en el proceso de enseñanza aprendizaje puede que sea la única opción para estas y otras carreras. La fórmula no es nueva, tiene varios siglos siendo utilizada por los alemanes y ya ha sido prácticamente patentizada como un producto alemán. Los alemanes combinan la academia con la formación en el trabajo para todos sus niveles educativos y en diferentes formatos. De cada combinación sale un título o certificado que resulta conveniente tanto para quien lo obtiene como para una parte del sector productivo.
Mis compañeros de viaje y yo ya habíamos revisado la muchísima literatura disponible, y ya teníamos más o menos claros los elementos del modelo educativo alemán: puestos de formación en las empresas, tutores, academia, docentes de la academia, contrato de aprendizaje, perfil profesional, cámaras de comercio.
Esta semana, después de escuchar con mucha atención el proceso y la historia contada por alemanes, quiero destacar un aspecto humano que no leí en ninguno de los muchos documentos, y que ni siquiera fue descrito por los amigos alemanes que nos abrieron sus puertas: el alma del modelo dual alemán es el tremendo compromiso de cada generación de pasar a la siguiente lo que saben, sus conocimientos, sus destrezas y sus habilidades conductuales y de confiar en que siempre habrá una mejor Alemania si sus ciudadanos pueden desarrollarse a partir de la base sólida que ya sus predecesores han logrado establecer.
Los empresarios alemanes no saben responder a las preguntas: ¿Qué los motiva a participar en la formación?, ¿Cómo calculan el ROI de su inversión en educación?, ¿Cómo comunican al sector educativo sus necesidades?, Porque, para los alemanes, el modelo dual no es una historia de la escuela tratando de convencer a los empresarios de sumarse a la actividad docente, sino de los empresarios, respondiendo a su obligación moral de traspasar sus conocimientos a los más jóvenes.
Lo mismo con los sindicatos. El que crea que la participación de los sindicatos alemanes en los procesos duales tiene que ver con asegurar un contrato de aprendizaje, un salario justo o que los aprendices respeten a los empleados, no ha entendido nada. Los sindicatos, al igual que todos los demás involucrados, cuidan a esas próximas generaciones y exigen que los planes y programas de estudios estén meticulosamente concebidos para que la persona tenga con ello el máximo de oportunidades y Alemania tenga el mejor de los recursos.
Como ingeniera industrial que soy de formación fui buscando los procesos y sistemas que han permitido a esta gran nación conseguir un desarrollo económico y social muy inclusivo donde casi nadie se queda fuera. Esta semana, gracias a este viaje organizado con el apoyo de la Embajada de Alemania y la Cámara de Comercio Domínico Alemana, vi un lado humano a Alemania que no había visto antes, un lado hermoso y capaz de explicar todo lo que, visto desde otra óptica, siempre parecía una receta incompleta porque no había estado expuesta a los elementos verdaderamente importantes en ese modelo: la cultura, la pasión y el compromiso. No sé si podamos replicar el modelo dual alemán en la República Dominicana, pero sé que, con solo acercarnos a verlo más de cerca, tenemos para aprender grandes lecciones.