Philippe Perrenoud es un destacado sociólogo suizo, antropólogo, investigador y profesor de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Ginebra. Es autor de obras importantes en el área de formación de profesores, evaluación de los aprendizajes, la construcción del éxito y del fracaso escolar, la pedagogía diferenciada y las desigualdades sociales.

En el año 2004 publicó el libro Diez nuevas competencias para enseñar. Invitación al viaje1, el cual se ha convertido en lectura obligada para los docentes del mundo. Es una guía destinada a los profesores que buscan comprender hacia dónde va el oficio de enseñar. Y hace referencia a las nuevas competencias que contribuirían en la  lucha contra el fracaso escolar, la promoción del ejercicio de ciudadanía y el realce de la práctica reflexiva.

Para Perrenoud, el oficio de profesor se redefine: más que enseñar, se trata de hacer aprender.

El texto tiene como pretensión principal comprender el movimiento de la profesión docente, el cual describe en las diez competencias que se reseñan a continuación:

  1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje. En la perspectiva de una escuela más eficaz para todos, se requiere elaborar situaciones didácticas óptimas porque los alumnos ya no aprenden escuchando lecciones. La capacidad de enseñar bien es, sin duda, una nueva competencia porque el oficio del profesor tradicional ya no tiene espacio. No hay estandarización en los alumnos, pues cada uno vive la clase de manera diferente, por lo cual hay que poner en práctica situaciones de aprendizajes abiertas, que partiendo de sus intereses les implique en procesos de búsqueda y resolución de problemas que se traduzcan en objetivos de aprendizaje.
  2. Gestionar la progresión de los aprendizajes. La escuela está organizada para favorecer la progresión de los aprendizajes de los alumnos hacia los objetivos previstos al final de cada período. Sin embargo, hoy no es así debido a la diversidad de estudiantes y a la autonomía de los temas. Por consiguiente, toda enseñanza debería ser estratégica, concebida en una perspectiva de largo plazo, pues hay que observar y evaluar el desempeño de los alumnos con un enfoque formativo, para promover la regulación de los aprendizajes.
  3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación. Para que cada alumno progrese hacia los objetivos previstos, conviene ponerlo en una situación de aprendizaje óptima para él. La competencia emergente consiste en asumir la heterogeneidad del grupo poniendo en funcionamiento dispositivos complementarios propios de una pedagogía diferenciada. Diferenciar la enseñanza consiste en organizarla de modo que cada alumno constantemente o muy a menudo se enfrente a situaciones didácticas más productivas para él. Y hacerlos trabajar en equipo es, sin duda, un nuevo desafío didáctico.
  4. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y su trabajo. Si las escuelas quieren crear y fomentar el deseo de saber y la decisión de aprender deberían aligerar considerablemente el curriculum, el cual está pensado para alumnos que ya las han adquirido y son estables, y no es así para muchos. No se puede pedir a los profesores que hagan milagros. El autor propone como nuevos desafíos implicar a los alumnos en sus aprendizajes, desarrollando su capacidad de autoevaluación y el hacer explícito los contratos didácticos en las clases.
  5. Trabajar en equipo. Existen varias razones para incluir la cooperación en las rutinas del oficio del profesor. La intervención de psicólogos, orientadores y otros profesionales del sector médico o social es importante en caso de alumnos con graves dificultades, discapacidades o son objeto de violencias y maltrato. La división del trabajo pedagógico aumenta en la escuela, con la aparición de papeles específicos: apoyo pedagógico, coordinadores de áreas, maestros especialistas y el desarrollo del trabajo en pareja. Por tanto, los docentes deberán estar preparados en dinámica de grupos y capacitados para ser moderadores y mediadores.
  6. Participar en la gestión de la escuela. El funcionamiento de una escuela proviene del curriculum real y contribuye a formar a los alumnos, de manera deliberada o involuntaria. Gestionar la escuela es siempre, de forma indirecta, disponer de espacios y experiencias de formación para el logro de los propósitos educativos. La capacidad de los profesores para no monopolizar el poder delegado y compartirlo a su vez con los alumnos y abrirse hacia la comunidad educativa en su conjunto es una condición para convivir en armonía.
  7. Informar e involucrar a los padres. Dirigir reuniones de información y de debate, hacer entrevistas e involucrar a los padres en la construcción de los saberes. Esta participación es fundamental para el proceso de aprendizaje. La colaboración, como construcción permanente, es la que enmarca la nueva competencia de implicar a los padres en la construcción de los conocimientos. El docente deberá estar preparado para conducir dichas reuniones. Ser competente en este espacio de diálogo es saber conceder un papel más activo a los padres, es decir, saber construir un espacio de colaboración.
  8. Utilizar nuevas tecnologías. La escuela no puede ignorar que niños y niñas ya nacen bajo la influencia del click, y ciertamente no aceptarán un modo de aprender superado, poco provocador y lento. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación transforman las maneras de comunicarse, trabajar, decidir y pensar. El profesor necesita utilizar las nuevas tecnologías con objetivos educativos.
  9. Enfrentar los deberes y los dilemas éticos de la profesión. Prevenir la violencia en la escuela y fuera de ella, luchando contra los prejuicios y las diversas discriminaciones, incluido el bullying. Participar en la creación de reglas de vida común referentes a la disciplina escolar, a las sanciones y a la apreciación de la conducta. Analizar la relación pedagógica, la autoridad, la comunicación en clase, desarrollando el sentido de responsabilidad, solidaridad y sentimiento de justicia.
  10. Administrar su propia formación continua. De esta forma estará garantizada la actualización y el desarrollo de todas las demás competencias, afirma Perrenoud. La escuela no es un ambiente estable y por eso requiere que el profesor esté siempre preparado para lidiar e intervenir en todas las situaciones que ocurran. Si usted no cuida de su propio crecimiento nadie lo hará por usted, concluye.

Libro completo en: http://cursa.ihmc.us/rid=1N8MNLR48-25LKTXK-1Y1R/Perrenoud%2010%20nuevas%20competencias.pdf