El pasado domingo un grupo significativo de personas nos congregamos en el Parque Independencia para seguir exigiendo el control de la corrupción a todos los niveles y el inicio del fin de la impunidad en  nuestro territorio. La confluencia de las llamas verdes, provenientes de diversos lugares del país, expresaron simbólicamente el deseo de una buena parte de la ciudadanía crítica para que de una vez por todas se comience a hacer justicia, lo que significa  sancionar a los culpables y responsables de la corrupción y, sobre todo, la devolución y restitución de los bienes públicos apropiados ilegalmente. Esa es la gran esperanza que sostiene la lucha.

Recientemente ha sido publicado un texto de C. Cerón que hace referencia a “172 años de corrupción e impunidad en República Dominicana (1844-2016)”,  que tiene como precedentes dos textos publicados por Participación Ciudadana en las últimas décadas: “20 años de Impunidad: Investigación de casos de corrupción en la justicia dominicana (1983-2003)” y  “La Corrupción sin Castigo”, trabajo que recopila las denuncias y  querellas reseñadas por los medios de comunicación sobre casos de corrupción administrativa desde el año 2000 hasta el 2013.

Los casos de corrupción relacionados con la quiebra de los bancos Banínter, Bancrédito y Progreso, entre otros, son los únicos que en los últimos tiempos han tenido ciertos niveles de castigo, ya que algunos de sus ejecutivos fueron juzgados, condenados y puestos en prisión; no obstante, la ciudadanía se pregunta si realmente le fueron confiscados todos los bienes y si ellos realmente indemnizaron a la población, devolviendo lo robado, ya que la deuda generada en el Banco Central para pagarle a los ahorrantes ha generado un déficit cuasi fiscal que ronda los 400,000  millones de pesos, lo cual ha demandado que se esté utilizando el dinero de los fondos de pensiones de las y los trabajadores  para pagar los intereses y el capital de la deuda interna generada por este concepto.

En un encuentro reflexivo de uno de los grupos articulados a la Red Ecuménica Bíblica Dominicana (REBIDOM) sobre las demandas que está haciendo el Movimiento de la Marcha Verde, que representa a la ciudadanía crítica que lucha contra la corrupción y la impunidad a todos los niveles, se habló sobre el aporte a la reflexión sobre estas temáticas que podemos dar quienes nos identificamos con el Movimiento de Jesús y su práctica. En estos espacios de reflexión utilizamos textos de la tradición judeo-cristiana para iluminar nuestra práctica comunitaria y la lucha cotidiana por lograr mejores condiciones de vida para el pueblo empobrecido. Para eso trajimos a colación unos textos del libro del Éxodo que forman parte de la legislación que se dio el pueblo judío, con relación a la necesidad ética de restituir lo robado a las familias y a la sociedad.

Los primeros textos analizados están relacionados con las sanciones sobre los robos de animales en una sociedad tribal en la que el pastoreo y la ganadería formaban parte importante de la economía familiar. La legislación buscaba preservar los bienes tribales. ¿Qué elementos concretos proponía la legislación en cuanto al robo de animales? Señalan los textos:

“Si alguno roba un buey o una oveja, y lo mata o vende, pagará cinco bueyes por el buey y cuatro ovejas por la oveja” (Ex 22,1).

“Si lo que robó, sea buey, burro u oveja, es hallado vivo en su posesión, pagará el doble” (Ex 22,4).

Evidentemente que una sociedad en donde se apliquen leyes parecidas, quienes roban los bienes comunitarios y públicos se lo pensarán bien antes de apropiarse de los mismos. Y evidentemente los niveles de robo se reducirían al mínimo.

En otro escrito que nos ha legado la comunidad del escritor Lucas, nos encontramos el texto bíblico que nos habla del encuentro de Jesús con un cobrador de impuestos llamado Zaqueo. Es bueno tener en cuenta que Zaqueo, como funcionario al servicio del imperio romano, cobraba a la gente lo que exigía la administración imperial, más lo que él le sumaba. El texto lo describe como “jefe de los cobradores de impuestos y rico” (19,1). Para la gente era tenido como un funcionario corrupto y ladrón, que se había enriquecido a costa de apropiarse de parte de los impuestos que la gente pagaba al gobierno imperial.

Mientras Jesús va de camino con sus discípulos y discípulas, se encuentra con Zaqueo que se subió a un árbol para verlo, pues según señala el texto era bajo de estatura y no podía ver al Maestro galileo, porque había una gran multitud de gente en torno a Jesús. Al pasar por el lugar Jesús fija la mirada en Zaqueo y se auto invita a ser acogido en la casa del funcionario imperial.

No sabemos qué hablaron Jesús y Zaqueo; lo que sí conocemos es el resultado del encuentro. Zaqueo informa a Jesús y sus acompañantes sobre una decisión que ha tomado: “La mitad de mis bienes la doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lc 19,8). Ante esa declaración de Zaqueo, Jesús, evidentemente conmovido, le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa. “(Lc 19,9). 

Siguiendo la propuesta de estos textos analizados el Movimiento de la Marcha Verde no debe limitarse a la lucha abstracta contra la corrupción y la impunidad; por el contrario debe seguir demandando, entre las acciones concretas, la devolución al pueblo pobre  de los bienes públicos robados durante las últimas décadas. Por eso, La Marcha Verde que se desarrollará este próximo domingo 26, en Santiago, debería asumir esta tarea como una de sus consignas fundamentales.