Ante la obtención del último lugar en Lectura, Matemática y Ciencias en las pruebas PISA 2015 por el estudiantado dominicano, el ministro de Educación, Andrés Navarro, reconoce que “representa un referente para que el país conozca sus debilidades”; y  dijo que su principal estrategia para mejorar la calidad de la educación nacional consiste en “focalizar todos los recursos en tres pilares fundamentales: la formación de los docentes, la adecuada aplicación del nuevo currículo, y la mejora [de] la gestión docente y el ambiente escolar” (www.listindiario.com del 7/12/2016).

Según el ministro, “Esos tres pilares van a ser la garantía de que dentro de tres años se comience a experimentar, en los indicadores de evaluación de la educación dominicana, una mejora, que se refleje un cambio ascendente en la curva de la calidad educativa dominicana, si logramos eso, ya lo otro será mantener un sistema de mejora en la educación”.

Mejorar la calidad de la educación dominicana es una tarea compleja, que requiere participación de todos los involucrados; tampoco es de logro inmediato, toma tiempo. Y más cuando el estancamiento de la calidad tiene muchos años. Hay que planificar con sentido racional cada paso para evitar tropiezos y salvar obstáculos. Y por encima de todo hay que definir en qué consiste esa calidad y trabajar al unísono para alcanzar el nivel propuesto.

La educación nacional hay que replantearla, cambiar muchos aspectos y prácticas ineficientes. Los planes decenales, las reformas curriculares y pedagógicas, los programas de formación inicial y continua, y otras iniciativas importantes han sido documentos y/o propuestas bien intencionados, pero de poco o ningún impacto en cada escuela dominicana. Es ahí, en cada escuela del país, donde se gesta y desarrolla la calidad educativa. Es donde los estudiantes de cada grado y nivel deben aprenden lo que tienen que aprender; sin embargo, en el país las evidencias sobran de que hay fallas sustanciales porque los estudiantes  ocupan los últimos lugares en pruebas internacionales de primaria y secundaria.

Medir la calidad de la educación respecto a estándares globales es uno de los beneficios de participar en pruebas internacionales. Proyectos como PISA y TERCE permiten estas comparaciones y pueden incidir en la adopción de nuevas pedagogías y políticas educativas públicas. El país necesita centrarse en maneras innovadoras para mejorar la calidad, y de forma rápida, pues la siguiente generación de estudiantes tiene poco tiempo que perder.

Después de los resultados de PISA 2015, la educación preuniversitaria dominicana debe dar un giro real y no continuar como hasta ahora: politizada. La denominada “revolución educativa”, tampoco se percibe que apunta a la educación de calidad que requiere el país para insertarse en un desarrollo humano sostenible.

Son muchas las transformaciones que deben ocurrir en la educación nacional. Los tres pilares que identifica el ministro Navarro son básicos para viabilizar la construcción de una educación de calidad, pero no son los únicos. La tarea es inmensa y todas las instancias que conforman el sistema tienen responsabilidad directa en lograr que la educación preuniversitaria mejore sustancialmente.

Se supone que a esta fecha el ministro Navarro habrá conformado los equipos de trabajo para delinear cada uno de los pilares para encarar las múltiples facetas que implica cada uno de ellos, para producir los cambios en el tiempo para que en la próxima evaluación PISA 2018, el estudiantado dominicano se sitúe en el lugar que espera el titular del MINERD.

Sin pretender trazar pautas, a continuación se le presenta a la consideración del ministro Andrés Navarro las siguientes sugerencias que podrían contribuir a su propósito de mejorar la calidad de la educación:

  1. Disponer el cumplimiento de que en todas las escuelas el primero y segundo grado del Nivel Primario sean impartidos por el mismo docente, para mejorar los aprendizajes y lograr que la Promoción Automática tenga sentido y responsabilidad identificada. Cada docente debería estar perfilado en una plataforma informática para facilitar su formación continua en sus necesidades académicas. Además, asignar acompañantes con las competencias que demanda la enseñanza en estos grados, de manera que se visite a cada uno de ellos al menos dos veces cada mes, para evaluar el progreso de los alumnos y retroalimentar al docente.
  2. Formar los docentes por ciclos en el Nivel Primario y por áreas y ciclo en el Secundario, pues al estar divididos en ciclos lo indicado es formarlos así. Y de la misma manera contratarlos mediante los ya establecidos concursos de oposición. Formar un docente con la pretensión de que enseñe cualquier asignatura y grado en básica o primaria no ha dado resultados, ¿cuántos docentes trabajan desmotivados cuando les asignan, por ejemplo, los primeros o los últimos grados?
  3. Formar en gestión educativa a nivel de postgrado a todos los directores y subdirectores de los centros educativos de ambos niveles y del Subsistema de Educación de Personas Adultas.
  4. Establecer el acompañamiento pedagógico en el Nivel Secundario, ignorado tradicionalmente por el MINERD, como si el profesor de secundaria fuera autosuficiente y no lo necesitara.

Transformar la educación preuniversitaria dominicana a los niveles de calidad que demanda la economía globalizada actual es un reto enorme. Y hay que asumirlo desde y fuera del MINERD no solo para mejorar en PISA, sino porque así lo requiere el  país para su desarrollo.