La primera gran víctima de la pandemia actual será el estilo de vida, no China, Trump, la Unión Europea ni Rusia. Todo eso vendrá después. Para muchos lo que está sucediendo se resume así: esto se jodió. Yo les digo, no, no se jodió. Muchos moriremos pero incluso a pesar nuestro, tendremos un país mejor simplemente porque la sociedad va a cambiar enormemente y de ese cambio, después de esta debacle surgirá una nueva ética, una nueva cultura ¿Por qué?

Hard Rock café, las grandes discotecas, los grandes cruceros, los centros comerciales y tiendas de lujo, las playas, teatros, festivales de música, espectáculos deportivos aficionados o profesionales, el cine, los autos de lujo, los parques de diversiones y todo ese mundo amplio, vasto, complejo y caro no tiene futuro. El mundo del espectáculo, la cultura de la banalidad,  el consumismo y el lujo extravagante; ese mundo llegó a su fin en todas partes.

No se crea nadie que la ruptura de este entorno y de esta civilización desaparecerán cuando la pandemia se aplaque y aun sin desaparecer por años se convierta en una molestia medianamente peligrosa, susceptible de ser controlada. No se trata de que ahora la gente que tiene dinero no tenga donde gastarlo y que dentro de poco los que no tienen tanto dinero prefieran no gastarlo “por si acaso” y los otros que son los mas sencillamente no tengan nada o muy poco. Se trata de que el modelo de consumo extravagante basado en el crédito fácil, de vida licenciosa, de lujo e inequidad ya no será tan apetecible, ya  no estará de moda y la gente preferirá un estilo de vida mas modesto, menos pretencioso porque lo anterior, lo que había se ha vuelto tóxico y pecaminoso.

Falta poco tiempo para que las religiones culpen al estilo de vida de la pandemia. Vendrán primero los arrepentidos y luego los abstencionistas. El lujo a corto y mediano plazo está condenado a muerte y sin esa parte de la maquinaria trabajando el capitalismo moderno no puede llenar aviones, atiborrar resorts, vender a sobreprecio escandaloso villas y apartamentos ni enlatar como sardinas a millares de pasajeros en cruceros. Boeing que fabricó  y entregó 387 aviones 737-Max a un costo promedio de 115 millones la unidad contaba con una expansión de la demanda de aviones. El avión fue un trágico fracaso técnico. Las aerolíneas tuvieron que cumplir la orden de no usarlos.  Ahora ya ni los necesitan.  No harán falta tantos aviones y en los años por delante tendrán que inventar que hacer con esos aviones, y así mismo los cruceros, grandes hoteles, resorts etc.  Una parte pequeña de ese mundo sobrevivirá pero ningún pelotero volverá a ganar 30 millones ni ningún futbolista 40 ni ningún cantante o artista hará en una noche los millones que un trabajador promedio no se gana en toda una vida.

Hay un mundo que muere y un mundo que nace. Así como el estilo de vida es la gran víctima de esta pandemia, así mismo el medio ambiente, la madre tierra es la gran beneficiaria y nosotros con ella, repito, los que sobrevivan primero al virus y luego a la naturaleza intensamente dramática de los cambios.

Como decía antes citando a R&M: It´s the end of the world as we know it and I feel fine.