El pasado lunes se realizó un acto el que públicamente se selló la alianza entre el PLD y el PRD catalogada por algunos como un acontecimiento histórico que cierra el ciclo de un supuesto antagonismo entre el PLD y el PRD, ambos partidos fundados por Juan Bosch y un grupo de compañeros, compañeras y seguidores de ideología plenamente democrática. Para otras y otras fue un teatro de mal gusto, en el que se intentó ocultar lo que es evidente: detrás de tal acuerdo solo parece haber objetivos relacionados con el repartimiento de los intereses económico-partidarios de ambos grupos. Por eso voces críticas como las de Rosario Espinal y Marisol Vicens han señalado que ambos grupos partidarios intentan tomar de tontos a la población, intentando esconder su verdadero propósito.
El símbolo de las corbatas azules, parte 2, utilizadas por ambos líderes, Danilo Medina y Miguel Vargas, puede interpretarse como un indicio de que ambos partidos, ya unificados, continuarán con su misma práctica histórica en la que los intereses del pueblo dominicano, de la clase trabajadora y sobre todo de los sectores sociales más empobrecidos y excluidos, quedan relegados a un segundo plano, priorizando el reparto irresponsable y partidario del poder y de los recursos económicos pertenecientes al pueblo dominicano.
El discurso de ambos líderes estuvo vacío de contenidos realmente convincentes. No se refirieron a nada relacionado con un proyecto de nación, aunque Danilo Medina habló de la necesidad de vencer lo que denominó el “cortoplacismo” en el ejercicio de las políticas públicas. Pero, ¿qué podemos esperar de la alianza de dos partidos que en los últimos 19 años (PLD: 1996-2000; 2004-2015) y el PRD (2000-2004) han gobernado el país sin aportar significativamente a la resolución de uno solo de los principales problemas nacionales? Aún más, en ese período han aumentado los niveles de pobreza, de desempleo, de corrupción de impunidad, de mala calidad de los servicios públicos; problemas todos generadores de violencia, inseguridad y exclusión social.
En los tres años del actual gobierno la propaganda oficial ha hablado de la reducción de la pobreza en el país. No obstante la realidad más cercana a la verdad es que los niveles de pobreza y de miseria de un amplio grupo de la población dominicana siguen siendo altos (cerca del 50%), partiendo del presupuesto de que el empobrecimiento continuo de un amplio sector de la población está relacionado con la imposibilidad de satisfacer necesidades básicas como la alimentación adecuada, educación y salud de buena calidad, transporte digno, vivienda digna, seguridad social y ciudadana, entre otras.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL), un organismo regional de las Naciones Unidas (2013), ha dicho que en el país hay alrededor de un 40% de la población viviendo en condiciones de pobreza y cerca de un 10% en extrema pobreza. El año pasado (2014) la ONG internacional OXFAM en el informe titulado “Acabemos con la desigualdad extrema”, se refirió a nuestros preocupantes niveles de pobreza. Señala el informe de esta ONG que República Dominicana es el país de mayor crecimiento económico en los últimos 50 años; sin embargo el nivel de pobreza (41.4% en 2013) es más alto que hace una década (32% en el 2000) y el 10% de la población vive en pobreza extrema, superior al 8.1% de una década atrás”.
El Banco Mundial (2014), en un informe titulado, “Cuando la prosperidad no es compartida”, habla de un 40% de la población viviendo en pobreza; se refiere, además, a la urbanización de la pobreza en el país: El informe revela que el número de pobres se ha duplicado en las ciudades, aumentando de 1,2 a 2,4 millones desde el año 2000.
El Barómetro de las Américas, también se ha referido a los niveles de pobreza de República Dominicana. Esta encuesta, no obstante, utiliza unos indicadores para medir la pobreza que pueden ser muy cuestionables. Basándose en datos del Banco Mundial (World Bank, 2013), utiliza el parámetro de que quien gane menos de 2.5 dólares diarios debe considerarse como muy pobre (pobreza extrema) y quien gane entre 4 y 10 dólares diarios como pobre; y quien gane entre 10 y 50 como clase media.
Otro elemento que toma en cuenta el Barómetro de Las Américas para medir la pobreza es la cantidad de equipos domésticos y electrónicos que poseen las personas y las familias en los hogares. Por eso para quienes realizan la encuesta si en el país, como en toda Latinoamérica ha aumentado el número de electrodomésticos del hogar, eso es un indicador de superación de los niveles de pobreza. Lo cual, es cuestionable porque dichos instrumentos se adquieren en la mayor parte de las veces haciendo deudas, o utilizando parte del dinero que debería emplearse en la satisfacción de las necesidades básicas.
Algunos estudiosos sociales consideran que es más conveniente relacionar el grado de pobreza con la satisfacción de las necesidades básicas de la población. Por eso hay que poner atención en los resultados de la encuesta del Barómetro de Las Américas cuando señala que el 68% de las personas encuestadas en nuestro país reportan que sus ingresos no les alcanzan, por lo que tienen dificultades para cubrir las necesidades básicas. Por otro lado, más del 29% de los encuestados del quintil de riqueza más bajo señalan que tienen grandes dificultades para que lo que ganan les alcance hasta el fin de mes.
El sociólogo Cándido Mercedes (Salarios, pobreza y asimetría social, Acento, 11-5-2015), ha señalado recientemente que en República Dominicana, “Solo el 24% de los que trabajan en la economía formal reciben ingresos por encima de RD$20,000.00. Solo un 10% gana más de RD$33,000.00; y, apenas un 1% gana por encima de RD$45,000.00. El 45.5% de los empleados que cotizan en la Seguridad Social tienen un ingreso menor de RD$10,000.00. En la Administración Pública el cuadro no es menos desgarrador. El 21.6% de los empleados gana entre RD$5,117.00 y RD$6,000.00 pesos. El 64.5% se encuentran en el rango entre RD$5,118.00 y RD$10,000.00. El promedio de empleados que ganan hasta RD$10,000.00, tanto en el sector privado como en la Administración Pública es de 55%. En tanto, otro 19% gana entre RD$10,000.00 y RD$15,000.00. Esto significa que un 74% de los empleados con empleo formal recibe RD$15,000.00 pesos”.
Si tomamos como un indicador importante el salario que reciben las personas podemos decir que la mayoría de la población trabajadora dominicana vive en la pobreza: moderada y extrema. Y si esa es la situación de la población que tiene un empleo formal, ¿cómo sobreviven quienes tienen un trabajo chiripero o temporal?
Es necesario hacer un pacto social, fiscal y económico orientado a disminuir los niveles de pobreza de la población trabajadora: tanto de quienes tienen empleos en las empresas y micro-empresas como en el trabajo chiripero. Eso significa luchar no solo para impedir que se concretice el proyecto actual de los empresarios para echar atrás y disminuir las conquistas laborales de los trabajadores, sino para que se aumenten y se mejoren tanto el salario como las prestaciones laborales de la población trabajadora.
Ojalá pudiéramos contar con los líderes de los partidos políticos para firmar verdaderos pactos que supongan mejorar las condiciones de vida de la población trabajadora y de la población en general, y no solo para buscar poder y repartirse los recursos públicos a su antojo. Ojalá que las nuevas fuerzas políticas emergentes asuman este compromiso ético y político, con conciencia social y con responsabilidad ciudadana. Y que haya una ciudadanía dispuesta a velar y a defender, de manera organizada, sus derechos. Esa sería la mejor manera de aportar a la construcción de una democracia fuerte, caracterizada por su capacidad de inclusión social y redistribución equitativa de las riquezas.