Hace algunas semanas en la República de El Salvador los legisladores de ARENA (derecha) así como los del FMLN (izquierda) y otros se pusieron de acuerdo para no renovar el mandato del Fiscal General. Durante los tres años que ocupó el cargo Douglas Melendez enjuició y logró condenas para su predecesor en el cargo, condujo numerosas investigaciones que terminaron en sanciones y especialmente metió en la cárcel a Antonio Saca un expresidente que purga ahora sentencia de 10 años mientras perseguía la extradición desde Nicaragua de otro expresidente Mauricio Funes.

En sustitución de Melendez, los legisladores aprobaron la designación de Raul Melara procedente del ámbito empresarial aunque no es su nombramiento lo notable sino la salida de Melendez cuyo mandato no fue renovado porque, claramente, hizo lo que tenía que hacer. Por tanto, los políticos se deshicieron de él y en la maniobra participaron, unidos de la mano, la derecha y la izquierda como si fueran y en efecto parecen ser intercambiables.

El Salvador es un país que vivió una guerra que duró 12 años y en la cual, el FMLN combatió, sufrió, sirvió de ejemplo e inspiración para, tras una generación, terminar tan corrupto como aquellos a quienes combatió con la armas y los que mas tarde derrotó en las urnas. Y lo que ha pasado con el FMLN ahora desacreditado, duramente golpeado en las urnas y convertido en motivo de escarnio ya lo hemos visto en muchos otros países. Por eso ya no se habla de la izquierda, por eso han muerto tantas esperanzas, por eso prevalece el desconcierto ciudadano. Por eso la gente no sabe donde ir ni en quien confiar, ni a quien apoyar porque aquellos que antes encarnaron la esperanza de redención sucumbieron y se entregaron a las mismas practicas corruptas de sus predecesores. Despojado de todo uno no tiene en que creer y termina transándose por alguien que parezca honesto, decente, respetuoso de la ley.

Todo el debate de hoy sobre Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Cristina en Argentina, Lula o Dilma en Brasil, Correa en Ecuador, está extraviado.  Seguimos pensando en términos de las categorías viejas de izquierda y derecha pero al mismo tiempo no hemos sido capaces de pensar en nuevas categorías ni hemos podido poner en contexto todo lo que está ocurriendo.  Culpamos a las elites intelectuales y políticas y rara vez nos percatamos de que estas elites han terminado abrazando los valores que ya habían incubado y germinado al interior del cuerpo social.  Luego, la geopolítica añade confusión porque los amigos míos de aquí son malos allí pero son mis amigos aquí y ni izquierda ni derecha importan; es todo conveniencia y si el análisis estratégico lo explica, la gente de a pie no entiende nada y la confusión, simplemente se extiende.

El mundo, el clima, la sociedad, la economía, la cultura, están fuera de control y no hay instancia donde guarecerse. La corrupción dentro de la antigua izquierda es mas penosa que la derecha tradicional porque mientras se daba por sentado lo uno la otra prometía redención. Como elocuente y trágicamente recoge un decir popular: “to es to y nah es nah”. Una época como esta no tolera remiendos. Hay que empujarla o dejarla tocar fondo y de las cenizas hará emergencia Mad Max o Jesucristo.