No caer en el triunfalismo y en la subestimación del adversario son grandes desafíos que tiene el PRM en su ruta hacia el 2020.

El PRM todavía está lejos del triunfo electoral y no tiene por qué celebrar por adelantado. Ha crecido mucho, pero le sigue faltando gente; ha permanecido unido, pero las tensiones internas, – aunque de baja intensidad -, existen y a veces se alteran; está forjando alianzas con otras fuerzas políticas y sectores sociales, pero todavía le falta músculos para el 50% de los votos; ha movilizado masas en marchas y concentraciones, pero la gente dice que debe ser más activo y frontal. El PRM crece, se organiza y desarrolla, pero falta más. Entonces, el momento es para seguir trabajando y no para celebrar victorias en el aire.

Por otro lado, lo ocurrido a Danilo Medina contiene una gran enseñanza para cualquier partido político. Danilo y sus estrategas subestimaron a Leonel Fernández, al PRM y al campo opositor en su conjunto, incluyendo activos núcleos de la sociedad civil.

Subestimaron el impacto potencial de la movilización ciudadana, impacto que siempre resquebraja pisos y trae a escenas actores y elementos políticamente sensibles y que parecían desentendidos o dormidos. Pompeo es buen ejemplo.

En resumen, el PRM no debe subestimar a sus adversarios, ni tampoco a las sensibilidades e intereses de los votantes.

El PLD puede ser derrotado en el 2020, pero solo si en quienes dirigen la oposición predominan la sensatez y la prudencia.

En estos días me he quedado sorprendido observando y escuchando la ligereza con que algunos dirigentes del PRM se han manifestado respecto a la actual coyuntura política y a la Constitución.

Los líderes deben evitar confundir a su población con mensajes contradictorios y fuera de tiempo.

Por suerte, el presidente del PRM, José Ignacio Paliza, hablando a nombre de la Dirección Nacional Ejecutiva del partido, ha dado claras muestras de cuerda firmeza y lúcida sensatez.

Cuatro derrotas electorales consecutivas es currículo suficiente para dejar a un lado el egoísmo, los inventos o las “genialidades” tácticas. “Por la boca muere el pez”.