En República Dominicana, como en otros países con regímenes presidencialistas y congresos dependientes de América Latina y el Caribe así como de América del Norte y de Europa, se habla de democracia (poder o gobierno del pueblo) y de participación popular, pero por lo general el poder del pueblo se reduce a votar cada cuatro ó cinco años por funcionarios, del nivel municipal y nacional, que una vez en el cargo, salvo honrosas excepciones, responderán a los intereses económicos propios, partidarios, grupales o corporativos. En ese caso se podría hablar más bien de oligo-cracia (gobierno de unos pocos) o de pluto-cracia (poder o gobierno de los ricos).
La prensa escrita, radial y televisiva, dependiente ideológica y económicamente de poderosas cadenas económico-corporativas, nacionales y trasnacionales, cuando se refieren a Cuba hablan por la general de “dictadura”, de “comunismo”, de grandes filas para comprar o para obtener alimentos y servicios, de falta de acceso a la internet y a las modernas tecnologías de la comunicación e información, mientras que olvidan los grandes problemas generados en las llamadas democracias liberales, dependientes del neoliberalismo global, sustentadas en grandes diferencias sociales, en la violencia estructural, y en la corrupción sin límites, blindada por su compañera, la impunidad.
El pasado 19 de abril la prensa nacional y mundial se hizo eco de la juramentación de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, como nuevo presidente del Consejo de Estado y de Ministros de Cuba sustituyendo a Raúl Castro Ruz, quien fue presidente desde el 24 de febrero de 2008 hasta el 18 de abril de 2018, aunque desempeñaba el cargo de manera interina desde el 31 de julio de 2006, a causa de la renuncia por enfermedad de su hermano, el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
Miguel Díaz-Canel Bermúdez fue elegido como presidente del Consejo de Estado y de Ministros por la Asamblea Nacional del Poder Popular, por cinco años, el pasado 18 de abril. No es un desconocido, pues fue miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba(PCC) desde 1997, fue primer secretario del PCC en las provincias de Villa Clara (1994-2003) y Holguín (2003-2009). Fue además ministro de Educación Superior de 2009 a 2012 así como vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros entre 2012 y 2013.
¿Cómo fue elegido Díaz-Canel? ¿Hubo primarias –abiertas o cerradas- en el Partido Comunista de Cuba? ¿Se hizo campaña electoral? ¿Hubo dinero del narcotráfico o de la corrupción pagado a los 605 diputados y diputadas del congreso unicameral para la elección y selección de los 31 integrantes del Consejo de Estado? ¿Se empleó dinero del presupuesto de educación, de salud, o de agricultura para financiar las campañas de las y los candidatos? ¿Se endeudó el país gastando dinero en publicidad electoral? ¿Se compraron votos el día de las votaciones en las asambleas municipales y provinciales o en la cámara de los diputados y diputadas, integrantes de lo que en Cuba se llama La Asamblea Nacional del Poder Popular?
Según señala el Art. 66 de la Constitución cubana (1976), “los órganos del Estado se integran, funcionan y desarrollan su actividad sobre la base de los principios de la democracia socialista, la unidad de poder y el centralismo democrático”. Entre los principios fundamentales de la democracia socialista, según el referido artículo, se señalan: a) todos los órganos de poder del Estado, sus órganos ejecutivos y todos los tribunales, son electivos y renovables periódicamente; b) las masas populares controlan la actividad de los órganos estatales, de los diputados, de los delegados y de los funcionarios; c) los elegidos tienen el deber de rendir cuenta de su actuación ante sus electores y éstos tienen derecho a revocarlos cuando no justifican la confianza puesta en ellos”.
El art.72 señala explícitamente que, “La Asamblea Nacional del Poder Popular elige, de entre sus diputados, al Consejo de Estado, integrado por un Presidente, un Primer Vicepresidente, cinco Vicepresidentes, un Secretario y veintitrés miembros más”. La Constitución señala, también, que el Presidente del Consejo de Estado es jefe de Estado y jefe de Gobierno y que El Consejo de Estado es responsable de la conducción político del país ante la Asamblea Nacional del Poder Popular y le rinde cuenta de todas sus actividades.
Los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular son elegidos democráticamente en las asambleas municipales y provinciales, en donde está prohibido hacer campañas proselitistas. Otros aspectos a destacar es que según el art. 80 de la Constitución cubana, 1. La condición de diputado no entraña privilegios personales ni beneficios económicos. 2. Los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular coordinarán sus funciones como tales con sus responsabilidades y tareas habituales. 3. En la medida en que lo exija su labor como diputados, disfrutarán de licencia sin sueldo y recibirán una dieta equivalente a su salario y a los gastos adicionales en que incurran con motivo del ejercicio de su cargo. El artículo 82, por su parte, estipula: 1. Los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular tienen el deber de desarrollar sus labores en beneficio de los intereses del pueblo, mantener contacto con sus electores, oír sus quejas, sugerencias y críticas, explicarles la política del Estado y rendirles, periódicamente, cuenta del cumplimiento de sus funciones. Y el artículo 83 establece con claridad que: “Los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular pueden ser revocados en todo tiempo por sus electores, en la forma y por el procedimiento establecido en la ley”.
En su discurso de investidura como Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros, el pasado 19 de abril, Díaz-Canel señaló la continuidad de las políticas públicas asumidas en la Revolución Cubana desde su inicio, hace casi 60 años. Señaló: “Más de medio siglo de calumnias y convites oscuros a la ruptura generacional y al desaliento frente a las dificultades no han podido derribar las columnas del templo de nuestra fe (…). La Revolución de Fidel y de la Generación del Centenario de Martí transita por su año 60 con la dignidad de sus fundadores, intacta y engrandecida por haber sabido hacer en cada momento lo que cada momento demandaba (…). Tendremos que ejercer una dirección y conducción cada vez más colectiva, como siempre, en permanente vínculo con la población y facilitando la participación del pueblo en las tareas revolucionarias y en la toma de decisiones a través de procesos ampliamente democráticos, que ya son parte inseparable de la política nacional”. Y señaló explícitamente el nuevo presidente cubano: “No vengo a prometer nada, como jamás lo hizo la Revolución en todos estos años. Vengo a entregar el compromiso de trabajar y exigir por el cumplimiento del programa que nos hemos dado como gobierno y como pueblo en los Lineamientos de la Política del Partido y la Revolución a corto, mediano y largo plazo, aprobados por la Asamblea Nacional del Poder Popular en julio del 2016”.
Juzgue el lector o lectora sobre la calidad de la democracia cubana y de su liderazgo ético y comprometido. Compárela con las características de la democracia de su país y sus gobernantes. De todas maneras, para las personas con conciencia crítica y solidaria, así como para los sectores comprometidos con la construcción de sociedades realmente democráticas, justas, al servicio de la búsqueda colectiva del bienestar colectivo, Cuba es y seguirá siendo una luz referente, que ilumina el firmamento caribeño, latinoamericano y mundial.