Hace unos días viví una experiencia que considero oportuno compartirla y relacionarla con las pesadas cruces que la corporación económico-partidaria en el poder le impone cotidianamente al pueblo dominicano. Hice un viaje desde Sabana Perdida a San Cristóbal en la tarde del pasado sábado, pasando por la ciudad de Santo Domingo Oeste. En la prolongación 27 de febrero me encontré con el primer obstáculo del camino: un enorme entaponamiento que no dejaba avanzar. Y es que la corporación económico-partidaria había decidido apropiarse de la vía pública para realizar una caravana, y había tomado la decisión expresa de impedir y dificultar el libre tránsito por dicha avenida. Me enteré que por allí terminaba de pasar el rey Danilo y también, más atrás, la reina Margarita. Por orden del Palacio, los partidarios del reino, decidieron construir, en medio de la calle, una tarima que tomaba tres de los seis carriles disponibles. De tal manera que solo dejaron para el tránsito los otros tres, por donde pasaría la caravana.
Cuando llego a la ciudad de San Cristóbal, me entero que en ese mismo instante estaba comenzando a pasar la caravana de los reyes. Solo que Danilo iba delante y una media hora más tarde pasó la reina Margarita, con un león como símbolo, como para dar el mensaje de que leonelistas y danilistas están juntos, pero no “reburujados”. Intenté penetrar en la ciudad y desviarme de la calle principal para llegar a Pueblo Nuevo, mi barrio. Pero fue imposible. Habían construido más de 10 tarimas en los diferentes barrios por donde tenían que pasar los reyes; pero además habían decidido cerrar las calles laterales de tal manera que no pudieran transitar los vehículos que no estuvieran metidos en la carnavalesca caravana. Al final me vi obligado a incorporarme a la caravana, hasta que ésta concluyó y me pude liberar del enojoso encierro.
Mientras redacto estas líneas es viernes santo y en la tradición jesuánico-cristiana hoy es un día para recordar el asesinato de Jesús de Nazaret en una cruz por la disposición imperial del poder económico, político y religioso de su tiempo. Y mientras muchas personas, que se dicen sus seguidores y seguidoras estarán recordando una vez más este acontecimiento, pero sin profundizar en su verdadero significado, para el actual contexto; hay otras, como el grupo de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y personas adultas que estamos en estos días en el campamento “Amor de Conuco”, en la zona de Constanza, que hemos decidido hacer una reflexión y un viacrucis contextualizado, asociando la cruz de Jesús con las cruces pesadas que tiene que llevar la Madre Tierra, por la depredación ambiental y las consecuencias para la población de las políticas económicas neoliberales, aquí en el municipio de Constanza, así como en otros lugares del país.
En el recorrido del viacrucis hemos hecho memoria de las pesadas cargas de los dos pueblos de la isla, así como de los demás pueblos caribeños y latinoamericanos, por la imposición de las políticas económicas neoliberales, que generan altos niveles de empobrecimiento, de corrupción impune y de violencia estructural. Esas pesadas cruces provocan grandes desarraigos de las personas y los colectivos que tienen que abandonar sus territorios de origen y emprender éxodos y migraciones forzadas.
No basta con lamentarse ni vale la pena dedicarse a recordar un hecho del pasado remoto como la cruel muerte de Jesús de Nazaret en una cruz, asesinado por su osadía de enfrentar con su palabra profética, con su práctica concientizadora y sus acciones solidarias, a la práctica social y a la dictadura de los grupos dominantes de su tiempo. Se hace necesario ponerse en el camino y al servicio del sector organizado del pueblo marginado que quiere liberarse de coloniaje mental, de la opresión económica y del sistema corrupto y clientelar impuesto. Para esto es necesario desarrollar la capacidad de compasión con las masas populares, encadenadas ideológicamente por las prebendas, las limosnas, el ruido ensordecedor de las caravanas, así como por el clientelismo de tarjetas y subsidios asistencialistas, que no están orientadas como fin último a cubrir las necesidades básicas de las personas, sino a hacerlas más dependientes de los grupos del poder económico-partidario que buscan mantenerse en el poder utilizando cualquier medio para lograr su fin.
Se hace necesario que sigamos articulando desde abajo un movimiento social fuerte, en República Dominica, en Haití, en los países del Caribe y América Latina, en donde se fortalezca la educación popular y la formación ético-política de las conciencias de los diferentes sectores sociales; priorizando a los más excluidos, y acompañando este proceso educativo con el desarrollo de proyectos de economía solidaria y colaborativa, en donde se intente romper con la lógica perversa e individualista del mercado neoliberal.
Las cruces pesadas de los pueblos caribeños y latinoamericanos desafían a quienes estamos comprometidos en los procesos de educación popular, en la formación de personas comprometidas, de conciencias compasivas. Se necesitan mentes lúcidas, amorosas, serviciales y manos solidarias capaces de acompañar los procesos de liberación mental y ético-política, que permitan a muchas personas, a grupos y colectivos, recuperar su dignidad perdida, para convertirse en protagonistas en la construcción de un mejor porvenir, para las presentes y futuras generaciones.