Las pruebas estandarizadas de logros que actualmente han alcanzado mayor notoriedad son las que lleva a cabo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) bajo el nombre PISA, siglas de Programme for International Student Assessement (Programa Internacional de Evaluación de Alumnos), que en su edición 2012 se aplicaron a más de 510,000 estudiantes de educación secundaria en 65 países. En la edición de este año 2015 participan 71, incluyendo a RD. Los resultados se conocerán en diciembre de 2016.

Cuando la OCDE inició la aplicación de sus pruebas en el año 2000, con el fin de comparar los conocimientos y habilidades de jóvenes de 15 años de edad de diferentes países, hubo algunas protestas. Profesores y académicos lamentaron cómo una institución formada por economistas determinara lo que los estudiantes debían saber, midiera eso con una única prueba y comparara contextos diferentes. Tan pronto como los resultados salieron, los ánimos se calmaron. Finlandia, ya famosa por su sistema de educación de alta calidad a nivel mundial, obtuvo las puntuaciones más altas, legitimando las Pruebas PISA para medir la calidad.

Con la aceptación, la prueba trienal ganó fuerza. En cada edición son más los países participantes y los resultados son esperados por la prensa y los gobiernos. Poco a poco las habilidades numéricamente contabilizadas se convirtieron en el indicador de la calidad de la educación internacional más conocido. Pero, en la edición de 2012 Finlandia fue desplazada, cayendo al quinto lugar en Ciencias, sexto en Lectura, y doceavo en Matemática. El examen comenzó a motivar cambios polémicos en países como el Reino Unido y los Estados Unidos, que sólo llegan a la mitad en la tabla de 65 países. Y para un grupo cada vez mayor de educadores las Pruebas PISA no tienen sentido.

Rosa María Torres afirma que son cada vez más las voces críticas de PISA en el mundo y cada vez más las voces críticas de PISA en América Latina. Educadores, académicos y expertos, en el Norte y en el Sur, vienen levantando interrogantes y cuestionamientos de orden técnico, social, pedagógico y financiero, y tanto desde la perspectiva del proceso como de sus resultados e impacto.

Entre las críticas resalta la carta abierta de 83 expertos internacionales, la mayoría estadounidenses y británicos, publicada el 6 de mayo de 2014 en The Guandian, bajo el título OECD and Pisa tests are damaging education worldwide (La OCDE y las pruebas Pisa están dañando la educación en todo el mundo), dirigida al director del programa, Andreas Schleicher.

El impulsor de la carta ‘anti PISA’, como se le denomina, Dr. Heinz-Dieter Meyer, de la Universidad estatal de Nueva York en Albany, pensó en movilizar a la comunidad educativa para “alertar sobre los peligros”, y dice: “de la prueba de la OCDE la gente se pregunta algunas cosas: ¿Cuál es este modelo basado en ‘competencias’ que PISA usa y cómo está cualificada la OCDE para definir estas competencias irrefutables? ¿Por qué PISA está exclusivamente centrada en cambiar las escuelas para mejorar la competitividad económica?…un sesgo en favor al papel económico de la educación, olvidando que, en democracia, hay muchos otros aspectos importantes de la educación pública: la salud, el desarrollo moral, artístico y creativo; la participación cívica y la felicidad”. Es decir, que PISA distrae la atención de los objetivos educativos menos susceptibles o imposibles de ser medidos, reduciendo la imaginación colectiva en torno a lo que es o debería ser la educación.

Dice también: “Los Gobiernos, los ministros de educación y los directores de periódicos esperan con ansiedad los resultados de PISA, que son citados como fuente autorizada en muchas declaraciones políticas. Y estos han empezado a tener influencia en las prácticas educativas de muchos países. Los Gobiernos están reajustando sus sistemas educativos con la esperanza de mejorar en los rankings. En muchos países la falta de progreso en PISA se relaciona con la crisis y esto está condicionando sus reformas, que se hacen de acuerdo con los preceptos de PISA”. Asimismo, afirman en la carta que la OCDE trabaja con empresas privadas que están lucrándose gracias a PISA. Se refieren a la editora británica Pearson, que ha ganado millones con las pruebas y tiene el contrato de 2015.

Antes, en junio 2013, los ministros de educación del MERCOSUR, reunidos en Uruguay, redactaron y enviaron una carta al director Schleicher, planteándole una serie de preocupaciones y la necesidad de "latinoamericanizar" PISA.

Julio Carabaña, experto en sociología de la educación de la Universidad Complutense de Madrid, publicó en mayo 2015 la investigación La inutilidad de PISA para las escuelas, en la cual sostiene que este programa de evaluación internacional “carece completamente de valor como guía para mejorar la enseñanza a nivel de escuelas y de países, y por tanto de utilidad para los docentes y para los políticos”. Y constata que las pruebas de este examen “miden capacidades muy generales. Capacidades que dependen de la experiencia acumulada en toda la vida del alumnado, desde su nacimiento”. Esto lo reconoce PISA en sus propios textos al decir: “si un país puntúa más que otro no se puede inferir que sus escuelas sean más efectivas, pues el aprendizaje comienza antes de la escuela y tiene lugar en una diversidad de contextos institucionales y extraescolares”.

Otros educadores europeos apuntan que el régimen de PISA, con su ciclo continuo de medición global, está haciendo daño al alumnado y empobreciendo la educación, aumentando aún más el ya alto nivel de estrés en las escuelas, con una presión constante por el rendimiento, lo que pone en peligro el bienestar de los estudiantes y de los docentes. Alertando que esta dinámica supone un riesgo real de matar el placer de aprender, transformando el deseo de aprender en afán de aprobar.

El matemático de la Universidad Queen de Belfast en Irlanda del Norte, Dr. Hugh Morrison, plantea: “Es absolutamente impactante y vergonzoso ver a algunas personas, por lo demás racionales y bien educadas, creer que tres puntuaciones de las pruebas de PISA muestran la calidad de sus sistemas educativos, la eficacia de su profesorado, la capacidad de su estudiantes, y la futura prosperidad de la sociedad”.

Las críticas que generan estas pruebas conviene difundirlas, pues el país ya forma parte del “club” PISA. Ahora a esperar los resultados y las reacciones de las autoridades del MINERD que decidieron la participación de los estudiantes dominicanos, enfrentándolos a los del Primer Mundo, y a los de países latinoamericanos que han avanzado mucho más en calidad educativa, aunque todos ellos ocupen los últimos lugares en las ediciones de PISA.