Para el próximo día 5 de septiembre, la Organización de Estados Americanos (OEA), está convocando a una sesión extraordinaria de su Consejo Permanente; para que esto se produzca, entendemos que el tema a tratar debe encerrar una gran importancia.

Pues bien, el tema que es objeto de tanto interés del organismo, es nada más y nada menos que lo que entienden los convocantes como “la crisis migratoria originada por la situación en Venezuela”. Allí estarán presentes representaciones de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Afirman estos organismos, que más de 1.6 millones de venezolanos han huido de su país a partir del 2O15.

Según el diario digital El Universal, el Secretario de la OEA, el tristemente reputado Luís Almagro, alude que se hace urgente convocar el mencionado organismo porque entiende que la situación de la migración venezolana para los países receptores es desesperante y que puede empeorar.

Sin embargo, nos resulta incongruente, que nunca se haya pensado en el organismo americano, que la República Dominicana hace tiempo que vive en una gran dificultad, trance, aprieto y peligro por la descontrolada inmigración haitiana a nuestro territorio. No decimos que aquella no se trate de una crisis, pero… la nuestra sí que es una de grandes proporciones que nos afecta económica, social, política y culturalmente; y desde hace mucho tiempo, sin ser considerada así. Pero tal incongruencia no resulta sólo de la actitud de la OEA y el torcido Secretario General, sino que los órganos oficiales responsables en nuestro país de normar la inmigración, no se han pronunciado nunca ante ningún estamento internacional alertando sobre la situación migratoria acuciante que vivimos.

Lo que si se ha hecho con República Dominicana es, exigencias de acoger a todos los haitianos que crucen la frontera; que se les dé empleo; atención médica y educación gratuitas; desplazamiento de dominicanos de sus puestos de trabajo; y ubicación de negocios en lugares que antes ocupaban los criollos; el etcétera es tan largo, que necesitaríamos mucho tiempo para enumerarlo.

Por las presiones internacionales, a las que nuestras autoridades no se han atrevido a responder como debe hacerlo un Estado soberano, ha llegado a decretarse la prohibición de expatriación de extranjeros indocumentados, es decir que en materia de inmigración, aquí existe “rumba abierta para baile”.

Todos los países que ejercen soberanía establecen reglas propias sobre la inmigración que puede aceptar, las que ningún organismo puede imponerle; es lo que está ocurriendo actualmente con los países suramericanos que son destino de los venezolanos que huyen a la crisis económica por la que pasa Venezuela, y que en nuestro país, se le suma a la inmigración ilegal haitiana. Tales países, en los que se cuentan Ecuador, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Paraguay y Perú; han impuesto sus reglamentaciones legales – aunque ahora la solidaridad se haya puesto de manifiesto – para ejercer el control migratorio necesario. En este sentido, la Comunidad Andina (CAN) ha llamado a reunión a tales países, incluyendo a la República Dominicana, para analizar el éxodo de venezolanos, y crear una base de datos conjunta e identificar “principios mínimos migratorios” que permitan atender con mayor efectividad este fenómeno.

Pero la República Dominicana sólo ha recibido presiones de estos mismos organismos, para que establezca una política migratoria de “fronteras abiertas” sin ningún tipo de control, para establecer en nuestro territorio una gran población de haitianos, con el propósito ulterior de fusionarla con la dominicana. Han tratado de darle de lado a las estadísticas existentes sobre la cantidad de inmigrantes por países; por ejemplo, según la CEPAL, entre 2O1O y 2O15 República Dominicana se posicionó como el país de la región del Caribe con mayor número de inmigrantes, información contenida en artículo publicado por el Listín Diario, calzado por Lilian Tejada, en fecha 7 de junio del presente año.

Se deja sentado en la crónica mencionada, que Estados Unidos y Canadá concentraban en ese período, el 77.5% de la población emigrante, el Caribe albergaba el 1O.4%, de los cuales cerca de la mitad correspondía a los haitianos en República Dominicana. igualmente se reseña que en el mismo lapso se registró un crecimiento de 1.6% de los extranjeros que se establecieron en el Caribe y que el Estado Dominicano y Puerto Rico concentraban el 5O.5% de los inmigrantes totales.

La creciente entrada de venezolanos a este país, se multiplicó por siete; y del 2O15 a la actualidad la inmigración de haitianos a este lado de la isla ha crecido de manera exponencial, pero ni la OEA ni ningún otro organismo de la Comunidad Internacional, ha entendido que esto represente una crisis para la República Dominicana; tampoco ha expresado que exista necesidad de aunar esfuerzos internacionales para tratar este caso. A esta actitud, de estos organismos internacionales, con respecto a la invasión migratoria de que es objeto nuestro país, muy bien le cabe el dicho popular que reza: “no hay peor ciego que quien no quiere ver”.