Necesitamos de un Pacto Político-Social-Institucional. La sociedad civil (empresarios, iglesias, universidades, Participación Ciudadana, FINJUS) deberíamos de enfocarnos en el empuje para la creación del mismo, para aprovechar el espacio de la campaña electoral y con ello, de las elecciones, para impulsar hacia un ejercicio gubernativo que propicie por una transición, que conduzca a reencaminar o regenerar la democracia en la sociedad dominicana.
Requerimos de un pacto político social que signifique la necesidad de poner en blanco y negro los grandes desafíos que precisan enfrentar, independientemente de quienes ocupen los poderes del Estado en el Cuatrienio 2020–2024. Se hace pertinente una agenda mínima que englobe unas prioridades nacionales más allá de los intereses partidarios y de los egos individuales de esta partidocracia caracterizada por el vacío existencial y las necesidades de poder. Las relaciones de poder tienen que trascender este drama de poder que nos acogota como nación.
Se amerita de un pacto que cree el puente para el desarrollo institucional, para su fortalecimiento, para la construcción de una democracia donde arrime con más vigor la inclusión social y donde las inseguridades sociales no sean los ejes que primen en los tejidos de nuestro cuerpo social. Un pacto que conduzca menos a esa sociedad vulnerable que nos envuelve y nos apabulla, aun en la más tenue sensibilidad de aquel humano que sus ojos despiertan para darse cuenta de que no es una bestia.
Es la cristalización de un horizonte cierto que dibuje el panorama de una mayor organización social, institucional, que reflote por encima del poder per se. ¡Que el poder sea el guante donde se asientan los mecanismos institucionales en cada acción, en cada decisión! Es, por así decirlo, la llave que cierra el caudillismo, el personalismo delirante, egocéntrico. Significa la madurez de la oportunidad para, en esta transición, poner un torniquete a la hemorragia de la corrupción y de la impunidad.
Es la realización de un convenio donde la alianza permee la necesidad de una verdadera transparencia, donde la opacidad no se constituya en el caldo de cultivo de la vida cotidiana de los actores políticos, sobre todo, de la actual elite dominante: Odebrecht, Tucanos, Duquesa, OISOE, Darío Contreras, OMSA, INAPA, Contratos a Joao, CORDE, Los 3 Brazos, PEME, Aduanazo I y II, Plan Renove, Sund Land, Alcaldía de San Francisco, de La Romana, CEA y sus tres muertos, CEA de nuevo con su nepotismo y sus nóminas.
Los apologistas del status quo se regocijan en el crecimiento económico del país. La economía ha crecido a una tasa promedio de 6.2%, en los últimos 6 años. Que la pobreza disminuyó 15%, que somos el país de Centro América y el Caribe con las inversiones extranjeras más altas, que el ingreso per cápita del PPP creció de US$12,220 dólares a US$18,116 del 2012 al 2018. ¡Albricias, alborozo! El pesar, la pesadumbre, el alma embargada en la tristeza asombra, que a pesar de que somos la economía que más crece, al mismo tiempo, constituimos el país que menor movilidad social ascendente genera. Solo el 2% de la población reflejaba ese avance según el BID, en su trabajo cuando La prosperidad no es compartida.
El Banco Mundial, en su trabajo Para construir un Mejor Futuro juntos. Notas de Política de República Dominicana de Octubre del 2016, se pregunta ¿Por qué el crecimiento no ha llevado a mejores resultados en términos de equidad? Esboza, … “La combinación de alto crecimiento económico y tasas de pobreza persistente pueden atribuirse a factores que son únicos a R. D.”. Señala “… actualmente en R. D. donde la elasticidad de la pobreza al crecimiento económico es baja”.
Refuerza el Banco Mundial “El estancamiento de los salarios reales ha evitado que los estratos inferiores de la población salgan de la pobreza”. Los salarios, como diría Miguel Ceara, han sido los precios de ajuste de la economía. Contraste con el crecimiento de la productividad del trabajador. En nuestra sociedad el 93% de los que salieron de la pobreza pasaron al Sector Vulnerable. En los últimos 6 años solo un 7% pasó a Clase Media, entendida desde las raíces del stablishment, no así, en el alcance social.
El convenio es para que no sigan sucediendo lo que hasta ahora, donde en los últimos 6 años han muerto 16,647 niños menores de 5 años. Donde nos dice ADESA que en el año 2017 murieron 177 parturientas. En el 2017 expiraron 2, 857 niños y niñas. Donde 23 niñas y adolescentes “saltan” al mundo de la adultez por embarazo precoz, de los más altos de América Latina. En salud invertimos 1.9% del PIB y el promedio de los países del Subcontinente Americano que crecen menos, es de 4.5%. En Seguridad Ciudadana invertimos RD$13,820 millones de pesos, que representan el 0.38% de un uno por ciento del PIB y un 0.1 del Presupuesto del 2018.
Somos el Octavo país, según el Foro Económico Global, más negativo en materia de Corrupción, el 5 de la Región y sacamos 29 puntos de 100 en el Índice de Transparencia Internacional y el segundo de 20 evaluados con la tasa de sobornos más alta, de acuerdo al Estudio de Barómetro de Las Américas de Transparencia Internacional. Un Pacto político social es la avenida más expedita para coadyuvar con las bases del crecimiento, con menos burbujas en estas miradas cortas. Es actuar con una visión de compromiso de futuro, con atisbo de mediano y largo plazo para que el cuerpo social no se drene en esta sangría del dolor social con cabeza macrocefálica.
Es un axioma, una verdad de Perogrullo, más crecimiento con desigualdad es igual a más corrupción e inequidad. El crecimiento sin equidad es una mera pantalla que se acuna y aposenta en la pésima distribución de la riqueza y, en todas las dimensiones de la corrupción (nepotismo, padrinazgo, administrativa-burocrática, patrimonialismo, clientelismo y captura del Estado). Crecimiento más desigualdad significa, sin palabras, más corrupción. Mientras más igualdad prevalece en una sociedad, menos corrupción impera en la misma.
El crecimiento está ahí, lo que duele y abruma, causando desazón, es que la desigualdad se mantiene muy alta si tomamos en cuenta el Índice de Gini y su evolución desde el 2014:
Trimestre: Índice de Gini:
2014 – 3 0.52
2014 – 4 0.51
2015 – 1 0.52
2015 – 2 0.52
2015 – 3 0.50
2015 – 4 0.52
2016 – 1 0.51
2016 – 2 0.49
2016 – 3 0.50
2016 – 4 0.51
2017 – 1 0.48
2017 – 2 0.49
2017 – 3 0.49
2017 – 4 0.49.
Fuente: Elaboración a partir de la Encuesta continua de Fuerza de trabajo del Banco Central de la República Dominicana. Cortesía: Antonio Ciriaco
Una sociedad con crecimiento donde cohabita de manera grosera una profunda brecha económica-social, que no es sino, la resultante de la injusticia, de una gran desigualdad. Desigualdades que se reflejan en la pobreza, en los ingresos y salarios reales, en la distribución, en el empleo, en los territorios. El 80% de los que trabajan ganan menos de RD$25,000.00 pesos. Todavía en la Administración Pública el sueldo mínimo es de RD$5,117.00 pesos, equivalente a US$103.060 dólares mensuales. En nuestro país, las personas más pobres del Quintil I (20%) recibe alrededor de 3.3% del ingreso total. En cambio, los que estamos en el Quintil 5 recibimos el 57% de los ingresos, representando solo el 10% de la población.
El crecimiento es necesario, empero, no es suficiente en sí mismo. Contiene lagunas, limitaciones, como indicador de progreso. El Pacto Político-Social-Institucional es para una mayor calidad de vida, para un desarrollo sostenible, que evitemos esa extrema desigualdad de oportunidades vitales, donde construyamos una interactuación más decente con los actores políticos, que haga posible una agenda societal que propicie que todos y todas ganemos