En estos días pasados, de navidad y año nuevo, nos hemos felicitado; nos hemos deseamos lo mejor y queremos que el año que comienza sea bueno, y que podamos lograr las metas que como personas, como familias, como comunidades, como parte de un equipo de trabajo, como municipio, provincia, región o país nos hemos propuesto.
Felicitación tiene que ver con vida feliz, vida buena, vida digna, buen vivir. Sin embargo hay diversas maneras de entender esta felicidad y los medios para conseguirla. Digamos que una buena parte de la población del país, del Caribe, América Latina y el mundo busca la felicidad ligada por lo general a la búsqueda de placeres, de cuotas de poder y de dinero. Por eso para muchas personas no puede ser feliz quienes viven en la pobreza o en la miseria más absoluta. Desde esta perspectiva los países más ricos y poderosos serían los lugares donde su gente pudiera alcanzar mayores niveles de bienestar y felicidad. Y dentro de esos países las élites enriquecidas tendrían que ser más felices que los grupos sociales más empobrecidos y excluidos.
La institución británica, “Fundación para una Nueva Economía”, (The New Economics Foundation (NEF), fundada en 1986, es una ONG, sin fines de lucro, creada para investigar y proponer un 'nuevo modelo de creación de riqueza, basada en la igualdad, la diversidad y la estabilidad económica'. Ha elaborado y puesto en ejecución una nueva forma de considerar el nivel de felicidad de un país. Su primera publicación fue en julio de 2006; NEF puso en marcha el denominado Índice del Planeta Feliz (Happy Planet Index). Éste está diseñado para medir el desarrollo de los países con base en la expectativa de vida, la percepción subjetiva de felicidad y la huella ecológica con intención de desafiar a los índices actuales de éxito de un estado, centrados en el Producto Interno Bruto (PIB), en la renta per cápita o el Índice de Desarrollo Humano (IDH).
En el índice de Planeta Feliz del 2012 aparecen 9 países latinoamericanos y caribeños entre los 10 considerados más felices. Entre éstos están Costa Rica, Colombia, Belice, El Salvador, Jamaica, Panamá, Nicaragua, Venezuela y Guatemala.
Jesús de Nazaret llamó felices a aquellos discípulos y discípulas provenientes de sectores sociales empobrecidos que habían asumido, desde comunidades indignadas y proféticas, la construcción de un proyecto de Vida Digna para toda la población de la sociedad palestinense del primer siglo y en particular para los sectores sociales más excluidos. Esa construcción de la felicidad no estaba exenta de problemas, dificultades y persecuciones, creados por parte de quienes se oponían al reclamo de justicia e inclusión social de los grupos sociales más empobrecidos.
No debemos aceptar las felicitaciones de quienes se comportan de forma egoísta en la familia y la comunidad y el país. Tampoco debemos aceptar las felicitaciones que provengan de personas que apoyan la corrupción impune en el país. Ni de quienes desde el Congreso Nacional permiten el aumento descontrolado de la deuda externa, utilizan los dineros del pueblo para el clientelismo corruptor, ni de altas cortes que emitan sentencias que intentan justificar la violación a los derechos humanos.
Sí debemos aceptar con agrado las felicitaciones que provienen de quienes al comenzar el año nuevo renuevan su compromiso con las mejores causas del país, del Caribe, América Latina y el Mundo; por eso aceptaré las felicitaciones de quienes luchan por construir proyectos político-partidarios, con sentido ético, alternativos a los ya existentes. Recibiré con agrado las felicitaciones de los sectores de la prensa crítica del país, de las y los educadores conscientes y de las comunidades religiosas proféticas insertas en medio de las comunidades más empobrecidas.
En definitiva, el inicio del nuevo año es una buena ocasión para desearnos felicitaciones, pero al mismo tiempo para seguir construyendo la felicidad colectiva a nivel personal, familiar, comunitario, nacional, isleño, caribeño, latinoamericano y a nivel mundial. Esto solo es factible con la lucha cotidiana por la creación de otra sociedad posible, de otro mundo posible, con personas que se liberen de la mentalidad colonial, y decidan colaborar, en el día a día, con el establecimiento de nuevas relaciones, en una sociedad de personas que se deciden ser y vivir felices.