“La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera.
La segunda tiene la funda y me paga pa que se lo hunda.
La tercera me quita el estrés, polvo corridos siempre echamos tres.
A la cuenta de una le bajo la luna pero ella quiere con Maluma y conmigo a la vez”.
(Cuatro Babys, canción interpretada por Maluma, Bryant Myers, Noriel y Juhn)
Yo no he visto ni sorpresa y menos aun indignación por esta y otras similares expresiones de parte de aquellos que enarbolan un discurso radical contra los feminicidios, el acoso, la violencia de genero y todas las demás modalidades de abuso e inconducta sexual y social.
Al contrario, ese carajo vino a este país invitado para servir como propuesta, como modelo para los jóvenes y fue aplaudido a rabiar. Grandes y prestigiosas empresas lo promovieron a él y otros tantos como el y no una sino decenas de veces y no en un festival sino como el pan nuestro de cada día.
Entonces, ¿de que me están hablando?
Una sociedad que promueve la violencia, que glorifica el sexo barato y aberrante, que convierte a todas las mujeres en crápula y en putas, que edifica un prototipo de abusador y lo celebra después quiere que yo me indigne por la violencia que contra otras mujeres pratican hombres que ya fueron seducidos hacia esos valores y mujeres que los aceptaron.
Miles de mujeres también aplaudieron y celebraron a Maluma, bailaron al ritmo del ruido que produce y también ellas quieren que yo sienta compasión cuando el producto de lo que ellas mismas abrazan se torna contra ellas.
Luego viene una pila de imbéciles a decirme que ese carajo tiene derecho a decir lo que quiera y que nadie puede ni debe coartar ese derecho y yo les digo: por mi hagan lo que les venga en gana pero entonces no me pidan solidaridad con mujeres abusadas, no me pidan que condene a nadie por las consecuencias de lo que promueven y si viene otro idiota a decirme que tales consecuencias no existen sino como manifestación de conducta psicópata, lo menos que puedo hacer es mandarlo a la misma mierda porque todo discurso y acción tiene consecuencias incluso si no fueron intencionales que tampoco es el caso porque ¿como puede alguien pensar y esperar que semejante discurso no tenga consecuencias?
Esta sociedad hipócrita, cretina celebra, baila y sigue a Maluma hoy y pretende que mañana yo me indigne cuando aparece el cadaver de una mujer masacrada; condenar al asesino pero dejando intacto al instigador que igual califica como autor intelectual.
Todo ese menear de caderas, todo ese perreo, toda esa basura erótica que nos inunda, todo ese lenguaje vulgar, grosero y asqueroso de hombres y mujeres que ni siquiera pretende recato, toda esa degradación y promiscuidad que en nombre de la modernidad convierte a niñas en putas y a jóvenes en chulos de mala muerte, todo ese exhibicionismo de mal gusto y sabor a narco no se cura sin desentrañar una cultura general y prevaleciente que no ha sido entendida sino imitada, celebrada en los medios o hipócritamente condenada en discursos. Pocas imágenes me impactan con tanta fuerza como ver niñas en uniforme escolar, su falda de kaki y su blusa azul entreabierta en la cintura para hacer espacio a un vientre inflado por la preñez temprana mientras en los institutos, en la justicia, en el congreso y en las academias tanta gente hablando mierda.
La fiebre no está en las sábanas. Hay que llegar al fondo del problema para entonces pensar en propuestas de solución pero ninguna autoridad en este país está moralmente calificada para adecentar nada, proponer nada, dirigir nada y corregir nada. Esa es la realidad pero es demasiado dura.